Profundo pesar y dolor ha causado entre la comunidad educativa, tanto uasdiana como del Ministerio de Educación, el fallecimiento del profesor Julio César Portalatín, con quien compartimos por muchos años en diferentes escenarios de la sociedad. En forma particular, expreso mi tristeza y pido a Dios paz y fortaleza para su familia.
Es lamentable que las negligencias de las autoridades del Ministerio de Salud, hayan permitido el deterioro de la salud del maestro hasta provocar su deceso, toda vez que a una semana de su internamiento en un centro de salud de Santiago (luego de haber sido sacado de la ciudad de SFM en condiciones deplorables, al no aparecer una ambulancia para su traslado, y tener que ser llevado en un vehículo particular de un colega y compañero), no pudo ser atendido con la urgencia que el caso demandaba. Más de cinco días en espera para realizarle las pruebas del COVID-19, nunca le fue suministrado el «medicamento de alto costo» al que hace alusión el ministro en sus ruedas de prensa, nunca fue conectado a un ventilador a pesar de presentar desde el principio un cuadro clínico de insuficiencia respiratoria, sino que cuando se quiso hacer, ya fue demasiado tarde.
Y ante todo esto sería bueno preguntarse: ¿Dónde están las pruebas de laboratorio? ¿Quiénes son los privilegiados a los cuales se les hace la prueba? ¿Acaso le preguntaron a sus familiares si podían costear dicho medicamento? ¿Qué hicieron las autoridades de la universidad para garantizar que el seguro médico de la UASD cubriera los gastos? ¿Cuál será la suerte de los maestros Fermina Fañas, Joaquina Rosario, Jocelyn Cuevas, Anny Acosta y otros docentes que a la fecha también se encuentran enfermos? ¿Qué hará nuestro gremio?
Considero que debemos aunar esfuerzos para que nuestra voz sea escuchada y las autoridades pertinentes, tanto de Salud como universitaria, se dignen en cumplir su rol de garantizar la asistencia necesaria a nuestros servidores universitarios, a nuestros familiares y a la sociedad en general.
Mientras tanto, ASOPROUASD-SFM puede solicitar a las autoridades del Recinto, que se tome la iniciativa de que la Rectoría adquiera por lo menos 300 kits de pruebas rápida para aplicar al personal de nuestro centro que así lo requiera, así como 100 medicamentos «de alto costo» para que pueda suministrarse en caso de urgencia para cualquier servidor universitario. Además, se podría habilitar y acondicionar un espacio físico para aislamiento dentro del Recinto, que esté mejor que las habitaciones de Aguayo, para quienes lo necesiten.