Cuentos

Luis Pie

A eso de las siete la fiebre aturdía al haitiano Luis Pie. Además de que sentía la pierna endurecida, golpes internos le sacudían la ingle. Medio ciego por el dolor de cabeza y la debilidad, Luis Pie se sentó en el suelo, sobre las secas hojas de la caña, rayó un …

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En un bohío

La mujer no se atrevía a pensar. Cuando creía oír pisadas de bestias se lanzaba a la puerta, con los ojos ansiosos; después volvía al cuarto y se quedaba allí un rato largo, sumida en una especie de letargo. El bohío era una miseria. Ya estaba negro de tan viejo, y …

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La bella alma de don Damián

Juan Bosch

Don Damián entró en la inconsciencia rápidamente, a compás con la fiebre que iba subiendo por encima de treinta y nueve grados. Su alma se sentía muy incómoda, casi a punto de calcinarse, razón por la cual comenzó a irse recogiendo en el corazón. El alma tenía infinita cantidad de …

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El socio

Dos pesos de agua

      Justamente a una misma hora, tres hombres que estaban a distancia pensaban igual cosa. En su rancho del Sabanal, Negro Manzueta maquinaba vengarse de don Anselmo y calculaba cómo hacerlo sin que el Socio se diera cuenta de lo que planeaba; en la cárcel del pueblo Dionisio Rojas cavilaba cómo matarlo, …

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La muchachita que llevaba las tetas al aire

Tanama abrió los ojos. Unos hombres caminaban sobre los cuerpos de la gente de su tribu. Miró, conteniendo con dificultad el llanto que reclamaba la escena, a todas partes. Miró como buscando entre los muertos a sus muertos. No encontró a ninguno. Se levantó y, como pudo, empezó a correr. …

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Perdido y encontrado

Para Sergio y Toni, quienes un dí­a, de la mano, dejaron una isla para ganar el mundo. Qué gran suerte hallarme entre sus amigos. Hay niños que pierden cosas. Un suéter, un balón, el dinero para la merienda. Hay muchos de esos. Y hay niños que encuentran cosas. Un suéter …

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Caperucita Roja

Había una vez una adorable niña que era querida por todo aquél que la conociera, pero sobre todo por su abuelita, y no quedaba nada que no le hubiera dado a la niña. Una vez le regaló una pequeña caperuza o gorrito de un color rojo, que le quedaba tan …

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La selva

‘ ‘La selva avanzó hacia la ciudad. Tanto la habían arrinconado, que tardó mucho tiempo en llegar a los lindes de la urbe. Cuando al fin la selva se aproximó, trayendo consigo las fieras y las víboras, los grandes pantanos, la inclemencia de sus estaciones, los hondos venenos, toda su …

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El hada Scherezada

Varias noches a la semana, agotada de administrar la pequeña lechería y comandar la fabricación del queso fresco y cocinado, la molienda de la horchata, la batida de las cajetas, la confitada de los piñonates y la preparación de los cinco tiempos de comida en la casona multitudinaria, la abuela …

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El árbol de la mujer dragón

En la región de Lijiang vivía un rey cruel y codicioso que solo pensaba en tener bajo su dominio todos los territorios que rodeaban su reino. Constantemente organizaba expediciones guerreras para someter a los pueblos vecinos; y cuando no lo lograba por la fuerza, tramaba intrigas para apoderarse de ellos. …

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