La exposición en homenaje a los maestros forjadores de la plástica nacional es nuestra forma de honrar y recordar a esos sembradores de la cultura en nuestra maravillosa media isla, para que su memoria, así como su legado, no se pierdan, por ignorancia o desidia, en los vaivenes de esta existencia acelerada.
Hemos querido hacer un reconocimiento a todos, aunque, fue la partida de los que convivieron con nosotros lo que nos impulsó, en última instancia, y lo convirtió en un acto absolutamente necesario. Los encuentros con Elsa Núñez, la iniciadora de la idea de exposiciones antológicas dedicadas a esos grandes artistas, fueron cruciales. Cada conversación con Elsa era una evocación obligada de nuestros amigos muertos: Bidó, Marianela, Guillo, Gaspar Mario Cruz, Prats-Ventós, Soucy, Domingo Liz,…
La muestra, pequeña, casi íntima, a la manera de la “Belleza encerrada” (1), es sólo de dibujos: por su naturaleza delicada y a la vez profunda, captadora de lo nimio y lo complejo. Siempre verdadero e instintivo. Y porque todos los maestros dominicanos, es una constante, son grandes dibujantes. Sin embargo, el dibujo ha sido el pariente pobre de la plástica nacional desde el instante en que sale del taller de los artistas. Por eso, nos alegra la labor de Mildred Canahuate desde la Fundación-Museo del Dibujo Contemporáneo y su galería, para situarlo, de cara al público, en el lugar prestigioso que le corresponde.
La exposición no es exhaustiva, ella misma reclama otras que la complementen. Las ausencias son notables, casi dolorosas, pero una ausencia es un dato, rico en significados, que no debe enmascararse. Además, para nosotros es importante respetar el perfil de la colección que articula la muestra, en este caso, la “Colección Ceballos-Estrella”. Los préstamos a otras colecciones o artistas, sustituyen, generalmente, obras de los mismos maestros presentes en la colección, que por razones de espacio o género nos parecían menos acordes con las necesidades de la exhibición.
Esperamos con las actividades paralelas, poder abordar temas y personalidades que deben ser conocidas por el público (jóvenes y estudiantes) a quien va dirigida, principalmente, la exposición. Así veremos el aporte, inestimable, de los artistas europeos, esencialmente españoles, en el desarrollo del arte y la educación artística en el país, el magisterio de Celeste Woss y Gil, el extraordinario grupo de los Cuatro, Rafael Díaz Nieze, Rafael Arzeno o el maestro Pedro García de Villena.
Estamos en el camino (afortunadamente no somos los únicos) de recuperar y dignificar nuestra memoria. Y nos complace hacerlo desde la Escuela, la Escuela Nacional de Artes Visuales, que es un tesoro del arte dominicano y lugar, exacto, del maridaje y alumbramiento de nuevas culturas artísticas en el Caribe.
Por Alonso Cuevas