Dustin Muñoz

“Mi obra está marcada por un antes y un después de la filosofía”

Por Neo Carmona/Daisy Piña

Qué motiva a un artista a estudiar filosofía, es una pregunta obligada al maestro Dustin Muñoz, creativo de la plástica, catedrático de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, subdirector de Bellas Artes y director del Sistema Nacional de Formación Artística Especializada, quien, con la amabilidad natural que le caracteriza, accedió a conversar en exclusiva con litteranova.com de sus obras, preparación, trabajos, planes, familia, sueños, anhelos, recuerdos, anédoctas, entre otras inquietudes y unas que otras intromisiones periodísticas. 

Aunque Dustin es de opinión que “los artistas son regularmente filósofos” y rechaza hablar en nombre de sus pares en ambas áreas en las que se ha desarrollado con notable éxito, explica las motivaciones que le llevaron a estudiar filosofía, que son, por decirlo de alguna manera, muy prácticas. Cuando terminó sus estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes sintió la necesidad de encontrar una carrera teórica que le permitiera fundamentar los conocimientos técnicos que ya tenía, en un área que le diera fortaleza a su formación técnica como artista. “Así es como entro a estudiar filosofía, como estudio superior, pues miré el pensum de artes cuando entré a la universidad y no me pareció atractivo, ya que, en cierta manera, insistía en lo que yo ya sabía”.

Dustin es claro: no se siente ni más artista que filosofo ni más filósofo que artista, no tiene esa delimitación. Esa ambivalencia. Y cree, más bien, que una y otra pueden convivir de manera simultánea. “No hay en eso ninguna contradicción”, afirma tranquilamente, para a seguidas, profundizar: “Una creación artística no es solamente un asunto visual, al menos, en el caso de lo que yo produzco. Detrás de esa producción hay toda una reflexión que va más allá de lo que el espectador ve. Eso que impacta al espectador está muy cultivado por la parte teórica que sustenta la obra. ¿En qué momento se puede delimitar una cosa de la otra? “Hay también una filosofía del arte, una filosofía de la producción artística y de la composición [artística]. O sea, que no es tan fácil eso, decir que el artista puede hacer esas producciones sin sus conocimientos filosóficos. Claro, podría yo tener y creer cuestiones que a lo mejor nunca voy a abordar en el arte, mis posiciones filosóficas. No quiere decir que todas las cosas que pienso las pinto, porque hay muchas cosas que pienso que no me parecen temas atractivos para el tipo de pintura que hago. En ese sentido, estará en algún momento el filósofo que nadie tiene que saber que se trata de un artista. Pero ya el artista como tal, sin esos conocimientos filosóficos y sin esa manera de pensar no lo podría ver por separado”, argumenta, con la calma que caracteriza al que siempre observa más allá de lo pensado.

Como no podía ser de otro modo, ha habido un cambio en su obra artística a partir del estudio de la filosofía. Antes, -precisa-, era más técnica, dependía de poder reproducir un modelo que le posara. Su arte se circunscribía a esa capacidad del artista de poder llevar al lienzo un referente de la naturaleza: un bodegón, un retrato, un tema cualquiera figurativo, poderlo plasmar y que alguien pudiera finalmente ver la destreza y la gracia del artista.

Luego del estudio de la filosofía su pintura toma otro rumbo. Ya no se trata solamente de esas cuestiones técnicas, sino de lo que hay detrás, que puede ser un tema complejo si se analiza a través de sus estudios no solo de filosofía, sino de muchos otros que ha realizado en diferentes universidades nacionales e internacionales, prepración que siempre le acompaña a la hora de hacer una producción artística.

“¿En qué momento puedo dejar de lado los conocimientos de metodología de la investigación que he adquirido al investigar un tema específico para una pintura?, se pregunta, mientras, como si se tratase de un diálogo interno, se contesta: »No importa lo que vaya a tratar, hay todo un proceder sistemático que está presente por mis conocimientos en el área de la filosofía y de la investigación. Eso se nota en la pintura. Se palpa en mi obra antes de estudiar filosofía y después de estudiar filosofía”.

El artista nace o se hace

Dustin, que empezó desde muy joven a mostrar destrezas como artista, no tiene pretensiones de predestinado. Entiende que deben darse ciertas circunstancias que van haciendo a la persona cultivar el arte, pero no así que se nazca siendo artista. “Si así fuera, –bromea-  naciera uno con algo ahí [debajo del brazo]. Alguien me decía –a modo de broma- yo pienso que cuando tú eras chiquito te gustaba la leche y no la pintura”.

 Su recuerdo más lejano vinculado al arte fue una escena frente a su casa en la que un joven hacía un retrato al natural de una señora. Pero más que la obra que realizaba y el acto en sí mismo de pintar, lo que lo marcó, lo que invadió su atención fue que alguien posara, así como el drama que se llevaba a cabo, pues la escena se prolongó por varios meses y la señora tenía que posar, había que cambiarla con la misma ropa y tumbarle una toronja, ya que el retrato consistía en una señora con una toronja en la mano. Eso marcó el inicio de su inclinación por la pintura, hasta el punto de pedirle a su madre que posara para él, e intentar, con apenas seis años, reproducir la acción del artista. Luego de ese memorable impacto empezó a ayudar a su hermano mayor con sus dibujos en la escuela y así sucesivamente a todo aquel que necesitara de las improvisaciones de un novel artista.

Ese encuentro, tan intempestivo como surreal, no sólo despertó en el niño la necesidad de jugar con pinceles, lienzos, formas, figuras, íconos, símbolos y códigos, sino que comprometió al artista con la intencionalidad intelectual del arte. Intencionalidad que lo ha llevado por diferentes galerías locales y extranjeras y que le ha permitido alzarse con importantes Premios, Menciones y Reconocimientos. Entre los que se destacan:

Premios

2016 
Premio Único, Concurso Mural en el Archivo General de la Nación.

1999 
Premio, XXI Bienal de Artes Visuales, República Dominicana.

1998
Primer Premio Concurso “La Ciudad de Santo Domingo”, Ayuntamiento del Distrito Nacional.

1996
Primer Premio Concurso Nacional “Agro y Naturaleza”, Junta Agroempresarial Dominicana. 
Primer Premio Concurso Nacional de Pintura Joven CODETEL, Pinturas Popular y Casa de Teatro.

Premio del Público, XX Bienal de Artes Visuales de la República. Dominicana.

1995 
Primer Premio Concurso Iconográfico Juan Gabriel Perboyre.

1990/1993 
ocho primer premio durante los años de estudios en la Escuela Nacional de Bellas Artes.

Distinciones y Reconocimientos

2009  Develizamiento  retrato de  Juan Bosch, en el Teatro Nacional durante la inauguración de la XII Feria Internacional del Libro.

2008 Invitado por Arts Quest y Banana Factory para presentar sus obras de arte en Banko Family Gallery, Pennsylvania, Estados Unidos de América.

2006 y 2007 Reconocido por la Secretaría de Estado de Cultura como Empleado Estrella.

2007, 2008 y 2009 Reconocido por la Secretaría de Estado de Cultura por la Coordinación de Artes Visuales de la Feria  Internacional del Libro.

2006 Reconocido por la Secretaría de Estado de la Juventud con el Premio Nacional de la Juventud en el renglón Desarrollo Cultural.

2004 Reconocido por JCI Jaycees’72 como Joven Sobresaliente de la República Dominicana.

2001 Graduado Magna Cum Laude en la Licenciatura de Filosofía de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD).

2000 Seleccionado por el Museo de las Américas de San Juan, Puerto Rico, para una exposición individual en una de sus salas.

2000 Invitado por la Casa Cultural Dominico-americana de Miami, Florida, para una exposición colectiva.

2000 Participa en la exposición “terso millennio – figure del futuro” Pontificio Consiglio  della Cultura, Roma.

1999 Realiza retrato de Fra Andrew Bertie, Principe de la Orden de Malta, que se exhibe en una de las sedes magistrales de esa Orden.

1998 Invitado por el Institut de Cooperation Franco Caraibe para exponer en el Centre des Arts et de la Culture de Pointe-à-Pitre, Guadalupe.

1996 Reconocimiento de la Secretaría de Estado de Educación con motivo del Día Nacional de la Juventud.

-Invitado por la Casa de Francia, para exposición individual en una de sus salas.

Ante todo y, sobre todo, la familia

Retrato de mis Padres Rafael de Jesús Muñoz -Fello-, 24×18 pulgs, óleo, 1991 y Ana Hilda, 40×30 pulgs, Dustin Muñoz,1993

Pero a pesar de esta extensa lista de premios, menciones y reconocimientos, Dustin no pierde el equilibrio. Se mantiene apegado al núcleo familiar. A ese nudo irrompible que le ha dotado de tangibles fibras humanas y que traspasa, con exquisita soltura, a cada una de sus obras. «Vengo de una familia tradicional, conservadora, con los valores que se cultivan en los pueblos, en las comunidades pequeñas y lejanas. Hijo de padres comprometidos con el desarrollo comunitario. Mi madre, comerciante; mi padre, dirigente del sector ganadero, por lo que he tenido que cargar, con mucho orgullo, con todo ese bien hacer.

«Conozco la responsabilidad desde pequeño. Comencé a viajar muy jovencito para la capital a vender mis cuadros, por recomendación de una señora que los vio colgados en el colmado de mi mamá. Venía los viernes y regresaba los sábados, para no perder clases. Tenía 14 ó 15 años. Visitaba galerías, espacios de exhibiciones, hasta que finalmente decidí quedarme para entrar a Bellas Artes, donde obtuve muchos premios y me gradué con honores.

A pesar de ser un adolescente siempre contó con el apoyo de sus padres, quienes estaban seguros que esas travesías (de Loma de Cabrera a la Capital y viceversa) no lo apartarían de los valores inculcados. «Estaban y aún están muy arraigados, muy metidos en mi esencia y, nada, ni los vaivenes de esta que para mi era una gran urbe, me iban a apartar de mis metas, tareas y responsabilidades. Pero, sobre todo, de mi crianza hogareña».

Hoy, al recordar ese trajinar, se ríe con cierta orgullo de sus dotes para los negocios, de sus  destrezas para las ventas (quizás herencia de su madre). Llegó a vender cuadros a 50 y 100 pesos, buen precio para la época, por el tamaño y de un muchacho. «Una vez un señor me encargó que le pintara el mar, sólo lo había visto por televisión, a blanco y negro. No hay mar en Loma de Cabrera. Me fuí con un primo, en una bicicleta, al puente Juan Carlos, en la avenida España (hoy Santo Domingo Este). La experiencia fue impresionante. Me impactó el color, la distancia y la profundidad del mar. Los paisajes del campo se pintaban con azul cobalto y amarillo. No, esos no son los matices del mar. Ese no es el azul del mar. (jajaja) habíamos acordado 50 pesos, el desconocido sólo me dio 25.

La búsqueda y la espera

Sencillamente Paloma
“Sencillamente Paloma”, 16×20 pulgs, Dustin Muñoz, 2014

Aun todo lo caminado, Dustin no se detiene. Al contrario, como buen filósofo, diariamente se deja seducir por la búsqueda incansable y por la espera expectante de lo que todavía tiene agendado como metas, objetivos, realizaciones, sueños y anhelos: seguir construyendo su trayectoria artística, montar más exposiciones individuales y colectivas, continuar intercambiando con sus estudiantes conocimientos, experiencias y técnicas, publicar dos libros que tiene en carpeta (en proceso de revisión/corrección), no parar de transitar sus diferentes «andares» con ética, honestidad, coherencia, puntualidad, sentido crítico y voluntad de hacerlo siempre mejor. Pero, más importante aún, jamás dejar de deleitarse, sin apuro y sin hastío, con las obras de su pequeña hija Paloma, quien, al igual que su padre, desde los seis años, asumió el arte de pintar. «Es la verdadera artista de la casa», expresa, mientras la observaba con la misma ternura y cobijo con que miró por primera vez el azul de nuestro mar.

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