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Los resultados de la Prueba Pisa han arrojado una luz a la cual ningún dominicano debe ser indiferente. El informe del 2022 posiciona a este año como el de mejor desempeño histórico del país en todas las áreas evaluadas: Lectura, Matemáticas y Ciencias.
Los puntajes alcanzados por República Dominicana en 2022 fueron de 351 puntos en Lectura, 360 puntos en Ciencias y 339 puntos en Matemáticas. En tanto, la puntuación global se elevó hasta 350 puntos, tras obtener 339 en 2015 y descender a 334 puntos en 2018.
PISA es el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos de La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). El objetivo del programa es medir la capacidad de los alumnos de 15 años para utilizar sus conocimientos y habilidades de lectura, matemáticas y ciencias para afrontar los retos de la vida real.
La noticia debe servir para detenernos a analizar cuáles acciones o estrategias se pusieron en práctica que impactaron a este segmento estudiantil y se reflejaron tan positivamente en estos resultados.
Esta sociedad impregnada del fatalismo catastrófico, cultivada por las ideologías apocalípticas, y por demás, irrigada por instituciones, personalidades o grupos motivados por intereses económicos o políticos debe celebrar estas ´´buenas nuevas´´ y exigir la implementación y/o potencialización de las iniciativas que permitieron tal hazaña. Recordemos que el hecho tiene mayor relevancia por la realidad pandémica en la que estaba el país.
Es lamentable que mientras instituciones internacionales como El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), y el Consejo Asesor de la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) felicitaba y reconocía el esfuerzo realizado por el Ministerio de Educación de la República Dominicana (MINERD) para mantener y garantizar una educación de calidad a los estudiantes durante el periodo de la pandemia del COVID-19, aquí en el país se haya gastado tantos recursos y armado todo un entramado para enlodar y enterrar la gestión encabezada por el entonces ministro, doctor Roberto Fulcar.
Recordemos que el año escolar 2020-2021 fue el año en el que nos tocó vivir con el Covid19 y fue el tránsito de la educación a distancia hacia el Plan para el Año Escolar 2021 – 2022 dentro del nuevo modelo “Educación para Vivir Mejor”. En este proceso se destacó la transformación de los liceos en politécnicos, las Cátedras Ciudadanas, la digitalización de la educación, la inclusión y la equidad. Además, el impulso del inglés como segunda lengua.
Todas las buenas prácticas en el Estado deben mantenerse y fortalecerse, independiente de quien sea el mérito y quién o quiénes se lleven el crédito. En el sistema educativo preuniversitario dominicano una de sus retrancas es que no se maduran los planes, apenas se empieza a implementar una iniciativa, si hay cambios de autoridades, se cambia por otra sin importar su pertinencia.
Un sencillo levantamiento arrojará decenas de iniciativas en el MINERD, comprobadas de impacto positivo en el estudiantado, que deben retomarse sin importar la administración en que se elaboraron. Total, todas fueron trabajadas bajo el amparo del Presupuesto Nacional.
Celebremos esta importante noticia, retomemos y ejecutemos los planes que han demostrado ser eficaces, de la mano con los esfuerzos del gobierno central y poniendo por encima los intereses de la nación dominicana.
