Prácticas y estrategias pedagógicas que favorecen la cultura de la lectura y alfabetización académica

Lic. Juan Thomás Castillo

Los docentes deben asumir desde sus prácticas pedagógicas la inmersión de sus estudiantes en la cultura de la lectura académica en tanto que es una de las vías más auténticas y certeras para el logro del éxito académico y la producción de conocimientos.

De forma específica y puntual a los fines de este ensayo haremos un énfasis especial en el nivel universitario por ser este el que requiere de mayores niveles de complejidad y abstracción, lo que implica la utilización de más y mejores estrategias docentes.

Un desafío como el que se ha descrito anteriormente implica que el Docente maneje a la perfección una amplia gama de prácticas y estrategias que le conducirán a la consecución y logro de tal labor. En este sentido Yuber, Caride y Larragaña (2008), dimensionan el problema de la alfabetización a una escala institucional, pues, afirman que: Son varias las organizaciones y asociaciones públicas y privadas de ámbito supranacional y nacional que se proponen impulsar planes de alfabetización y de fomento de la lectura en Iberoamérica”.

A partir de estos planteamientos, se puede deducir que la alfabetización académica preocupa no solo a las instituciones educativas sino, más aun, a organizaciones de la sociedad que abogan por el desarrollo y capacitación de los ciudadanos, verbigracia, la labor que llevan a cabo la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) a través del Plan Iberoamericano de Alfabetización (PIA).

Un nuevo concepto emerge en nuestras sociedades que se caracterizan por las altas tasas de analfabetismo y faltas de prácticas de lectura son las llamadas sociedades de la “informacionabilidad”, una categoría social emergente pero contentiva de graves falencias en la formación lectora de quienes componen tales sociedades. Ahora bien, lo ideal es entonces ante esta realidad articular programas que sean marca país de tal forma, que tales debilidades y falencias sean superadas con éxito y de forma genuina.

Los diversos estudios socioculturales sobre la práctica del lenguaje demuestran con gran énfasis que la lectura y la escritura son constructos sociales en tanto que son vías de aprehender el mundo, la cultura y sus manifestaciones y como tales experimentan cambios a medida que pasa el tiempo y según surgen nuevas necesidades en la sociedad; por vía de consecuencia un abordaje de la lectura académica o epistémica no puede soslayar los escenarios en los que interactúa el sujeto lector. En este sentido Amaya (2006) explica de forma contundente que:

“La tradición educativa de nuestro país nos ha llevado a emparentar el concepto de lectura con el de codificación de signos lingüísticos, es decir, con el conocimiento y reconocimiento del poder fonético, morfológico, sintáctico y semántico de esos signos. Al asignar una mera consideración de instrumento para el aprendizaje de la lengua la hemos alejado de la función que verdaderamente tiene, puesto que la lectura es todo un proceso mental que faculta al individuo para apropiarse del saber cultural propio y del universal”. (p. 101)

La propia escuela en sus tradiciones ha limitado la función intrínseca de la lectura que es la construcción de conocimiento, así como el desarrollo de habilidades y competencias.

Ante tal panorama un tanto abrumador y poco esperanzador las aulas de las academias, así como los docentes y todos los actores institucionales del sistema educativo tienen un llamado especial y una tarea impostergable en aras de revolucionar la concepción de las prácticas de lectura ya que García (2017) precisa que:

La lectura es uno de los temas más recurridos y recurrentes de las últimas décadas, tanto en el ámbito educativo como fuera de este. Es un tema que nos convoca y nos concita. Nos convoca a todos los actores del sistema educativo a reflexionar sobre el tema y actuar en la búsqueda de creativa de métodos que promuevan la interacción con el texto escrito. (pág. 21)

En ese orden de ideas, además, el mismo lingüista García (2017) sostiene que “solo el desarrollo de una competencia lectora óptima hará posible a los sujetos desenvolverse con éxito en el laberinto de informaciones, contrainformaciones y deformaciones en que discurre la interacción discursiva, que es como decir la interacción social. Este planteamiento conduce de forma irrevocable a reconsiderar y evaluar la forma en que los sujetos leen y a partir de ahí entonces articular o aplicar estrategias y métodos que permitan el desarrollo y construcción de conocimientos, de forma específica apuntar al logro de una lectura epistémica y/o académica.

Como ya se ha apuntado en los párrafos anteriores la lectura académica es aquella que no solo decodifica signos lingüísticos o aquella que persigue meros logros escolares o por igual no se trata solo de leer meramente sino mas aún de saber leer, saber interpretar y establecer relaciones de intertextualidad entre textos diversos mediados por esquemas lingüísticos y epistemológicos diversos pero que encuentran un punto común a través de estas relaciones.

Con el devenir del tiempo la lectura ha cobrado una importancia capital e insoslayable posicionándose como interés de comprensión y estudio a escalas superiores, precisamente por ser este la forma en cómo se aprende el mundo y las ciencias. Por ejemplo, García (2017) destaca que:

La lectura ha sido estudiada fundamentalmente por la didáctica de la lengua. Sin embargo, en las últimas décadas ha sido objeto de interés de estudio por otras ciencias, tales como la psicología cognitiva, la epistemología, la filosofía, la ingeniería informática y los estudios discursivos. (p. 56)

De forma puntual, la lectura académica implica un proceso complejo entre enunciados y unidades textuales y la interrelación que se puede establecer con otros discursos o formas discursivas. Adyacente a este concepto está el concepto de alfabetización académica.

Para Carlino (2003) la alfabetización académica supone y amerita de ingreso en una nueva cultura escrita al mismo tiempo de aprendizajes que requieren ser promovidos por acciones institucionales, así como de responsabilidad de hacer lugar en el currículum a las prácticas discursivas con las que cada disciplina elabora el conocimiento y finalmente precisa de un compromiso de toda la comunidad universitaria.

La alfabetización académica encarna consigo percepciones muy particulares, modos de ver la ciencia (lo académico) y sus discursos de una forma convexa y heterogénea, de ahí que la investigadora y educadora Carlino (2003) puntualice categóricamente que: “La fuerza del concepto de alfabetización académica radica en que pone de manifiesto que los modos de leer y escribir -de buscar, adquirir, elaborar y comunicar conocimiento- no son iguales en todos los ámbitos”.

Ante tales consideraciones es menester subrayar los retos e implicaturas que conlleva para la práctica áulica o pedagógica la lectura académica y en esa misma medida requiere entonces de la puesta en ejecución de estrategias y métodos de enseñanza efectivos. Así también el lingüista y pedagogo dominicano García (2017) manifiesta que “en el ámbito educativo, la evaluación de la actividad docente tiene relación directa con los métodos docentes (didáctica) que se apliquen, los objetivos que se persigan, los contenidos y los fines de la evaluación misma”.

Tal y como fue expresado por Carlino “El factor principal del problema de la lectura académica es que el docente solicita leer un determinado texto, pero no orienta tampoco establece la integralidad del texto con otras disciplinas. Resalta además que en los espacios curriculares exigimos, pero no enseñamos a leer y/o escribir de forma epistémica. Finalmente, sostiene que a veces desde las prácticas pedagógicas se mutila el proceso de enseñanza aprendizaje; se obstaculiza el proceso de los alumnos. Motiva además a los docentes a implementar estrategias innovadoras”. (Canal Universidad CLAECH, 2015, 1hora, 56m, 48s)

Vista esta realidad abordada dese una óptica didáctica es preciso seguir las estrategias pedagógicas que propone García (2017) para promover lectura epistémica en las aulas universitarias:

  • Estrategia de señalización se produce cuando el lector interactúa con el texto y siente el impulso de señalar o marcar. Las modalidades más comunes son: el resaltado, el sombreado, el subrayado, la transcripción (copy), el scanner, la paráfrasis parcial, la marca de cotejo y la glosa. En estas modalidades se busca señalar un segmento del texto sin tener que escribir en el mismo.
  • Estrategia de focalización implica leer con un objetivo determinado lo que permite entonces descartar lo pertinente y no pertinente en un texto. Se trata mas bien entonces de enfatizar en los datos, ideas, opiniones o elementos paratextuales que en esa lectura interesan al lector. Esta estrategia coadyuva a que el lector cree sus propios criterios.
  • Estrategia de paráfrasis parcial implica reorganizar el texto o una parte de este de acuerdo con el estilo del lector. Cuando la organización del texto primario no se corresponde con los intereses del lector este procede a reorganizarlo según sus intereses académicos.
  • Estrategia de metacomprensión parcial esta estrategia permite contrastar el proceso de lectura y verificar los resultados. Es un estado en el que el lector realiza metacomprensión de su propio proceso de aprendizaje. Esta estrategia previene la lectura prejuiciada, superficial y distorsionada.

Estas estrategias didácticas resultan ser muy rentables si se articulan con espacios curriculares apropiados a los fines de incentivar la lectura académica en los discentes.

Esta forma de lectura debe preocupar a todos los actores del proceso educativo, pero ese papel protagonista le corresponde al docente en tanto que es quien diseña a través de su planificación curricular las actividades y estrategias que mejor favorezcan a los estudiantes.

También es importante seleccionar las estrategias adecuadas que se relacionen directamente con el contexto e intereses profesionales de cada estudiante para que así la lectura deje de ser concebida como una exigencia curricular y, por el contrario, se le valore como una forma de conquistar y aprender el mundo.

Existe una tendencia muy marcada de considerar la lectura como una competencia o habilidad adquirida en años tempranos de la vida escolar y que una vez el sujeto alcanza a descifrar ciertos signos lingüísticos ya se es un lector acabado cuando, verdaderamente, no es así.

La sociedad de hoy día exige más que nunca lectores epistémicos que busquen nuevas relaciones y dimensiones de textos (intertextualidad) y discursos con nuevos ambientes y saberes que emergen de los avances de la ciencia, así como de las tecnologías; amerita por igual de lectores que consideren la lectura como una fuente imperecedera e inagotable. Desde la cual emanen continuamente las aguas de la ciencia y el conocimiento para ello es menester una influencia y acción docente que promueva y ofrezca a través de la enseñanza estrategias efectivas y de gran rentabilidad epistémica y discursiva.

Culmino esta pieza con la siguiente frase de Umberto Eco: “Interpretar significa reaccionar ante el texto del mundo o ante el mundo de un texto produciendo otros textos”.

Referencias bibliográficas

Amaya, J. (2006). El docente del lenguaje. Limusa. Colombia.

Carlino, Paula Alfabetización Académica: Un Cambio Necesario, algunas Alternativas Posibles. Educere [en linea]. 2003, 6(20), 409-420[fecha de Consulta 1 de octubre de 2020]. ISSN: 1316-4910. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=35662008

García, M. (2017). Lectura y construcción de conocimiento. Surco. Santo Domingo.

Yubero S., Caride J.  y Larrañaga E., (3-5 de septiembre del 2008). Sociedad lectora en Iberoamérica (Planes de alfabetización y de fomento de la lectura). En J. Núñez (Moderador). XXII Seminario Interuniversitario de Pedagogía Social. Universidad de Castilla La Mancha, Ciudad Real, España.

 

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