UNIVÉRSITAS
La capacidad de adaptarse a los entornos cambiantes es reconocida como una capacidad crucial para los organismos, ya que esta les permitirá mantenerse vivos en su entorno. Sin embargo, a pesar de que en este examen se toman en cuenta los cambios externos ajenos al ente, no presupone que el organismo mantenga su esencia. He aquí donde surge el concepto de resiliencia, para hacer referencia a la capacidad de los organismos de adaptarse a su entorno sin modificar aquello que lo identifica como tal.
Inicialmente, este concepto hacía referencia a la capacidad de las personas para adaptarse a las adversidades mientras mantenían su bienestar. Sin embargo, el creciente interés en el estudio de los organismos como sistemas que perciben los cambios y se adaptan a ellos, ha propiciado la extrapolación del constructo resiliencia para ser trabajado en diferentes ámbitos como en la biología, economía, política, gestión, sostenibilidad, emergencias y desastres, entre otros. Ergo, el término resiliencia se emplea para referir a la capacidad de una persona, grupo, organización, institución o estado, a desarrollar los cambios que le exige el ecosistema sin modificar su identidad, lo que lo distingue de otras personas, grupos, organizaciones, instituciones, estados, etc.
A pesar de que no existe un total consenso respecto a este concepto, de manera general, el término resiliencia es utilizado para referir una capacidad adaptativa de un ente específico, es decir, refiere a la forma en que un sistema responde a una perturbación y retorna a una situación previa de equilibrio, manteniendo una estructura y comportamiento conocido.
Ídem, la interacción entre sistemas supone un proceso de modificación paulatina y constante de los elementos que participan en la interacción. Estas modificaciones serán evidentes cuando el sistema original desarrolle nuevos elementos, procesos y formas de relación. Sin embargo, aún cuando no se perciban cambios drásticos en los elementos de un sistema a partir de una interacción específica, se estará desarrollando un proceso de transformación en el sistema que sólo podrá ser identificado a la luz de un análisis temporal, conceptual, eventual, de enfoque, etc. Es decir, todo sistema que interactúa con otro o con su ecosistema se mantiene en constante transformación.
Ante este planteamiento, en la que el ente se modifica constantemente, tal como propuso Heráclito hacia el 540 antes de Cristo, el concepto de resiliencia entra en un proceso de cuestionamiento acerca de su viabilidad puesto que se coloca en tela de juicio la posibilidad de la conservación de ciertas características claves que determinan a un sistema.
Evidentemente, cuando se considera a un ente E en un ecosistema en un momento histórico específico T, E en un momento T1 poseerá ciertas características C1 que le serán determinantes, sin embargo, en un momento T2, considerando los procesos de evolución del ecosistema de E, estas mismas características C1 resultarán en secundarias. Este hecho deja en evidencia la dificultad de analizar sistemas de larga temporalidad, como en es el caso de la Universidad como institución, en el que se hace necesario considerar ciertas características como determinantes, definir un período temporal y un enfoque específico para analizar el paso del tiempo y las trasformaciones del ecosistema y, además, del problema de la diacronía en el estudio.
A pesar de que el concepto de resiliencia continúa en proceso de construcción y robustecimiento, este constructo resulta de utilidad para comprender los cambios que están tomando lugar en diversos ámbitos de la sociedad, proyectar y dirigir su posible adaptación o el curso de acción necesario frente a esos cambios.