Desde sus inicios, el ser humano ha llevado una lucha constante consigo mismo para mantener su huella como legado, poniendo a prueba su creatividad para cambiar el entorno que lo rodea y su capacidad para adaptarse. Estos logros han sido los responsables de que la especie humana no se haya extinguido con el pasar del tiempo. Con el transcurrir de los años, nos hemos convertido en amos y señores, conquistando y dominando los recursos que el planeta Tierra nos brinda. Dejando de lado las noches ancestrales, pretendiendo así convertirnos en conquistadores del universo.
Son estas las razones por la que en los últimos años hemos visto como el desarrollo de la tecnología ha alcanzado niveles de vanguardia nunca antes imaginados por el hombre, lo que nos ha permitido ver las maravillas creadas por el ingenio humano y tantear su capacidad para darle sentido a las mismas. Hace varias semanas, el mundo se sorprendió cuando se puso en escena a un robot conduciendo un programa de noticias en China: el primer presentador virtual pestañea, se mueve ligeramente y tiene apariencia casi humana. Todo esto a partir de la inteligencia artificial desarrollada por el hombre.
Utilizando la historia como arma, este evento me transportó directamente a la revolución industrial cuando ésta impactó a la sociedad y modificó el comportamiento de las masas. Esta revolución provocó que muchos obreros fueran reemplazados por las máquinas, que hacían el trabajo más rápido, aportaban mayor producción y a un costo mas bajo. La reacción de la sociedad no se hizo esperar cuando muchos obreros vieron el peligro que significaba la industrialización de las fábricas, pues este desarrollo los estaba dejando sin empleos, provocando lo que hoy se conoce como el ‘Ludismo’, movimiento obrero que estalló en el mismo proceso de desarrollo de la revolución industrial en contra de la misma revolución, ya que afectaba los intereses de una gran masa proletaria que necesitaba ingresos. Estos avances que hoy nos envuelven, que moldean nuestra sociedad, que narcotizan deliberadamente a las gentes y que nos convierten en menos humanos, han sido responsables de que el hombre deje de existir, es decir, la inexistencia humana: hemos perdido la esencia, pues les brindamos mas importancia a un aparato tecnológico que a nuestra propia vida. De seguir sumergiéndonos en esta falsa realidad, de seguir el hombre con su afán y egoísmo por demostrarle al mundo que es capaz de crear vida, de destruirla y de alcanzar la perfección humana estaremos construyendo poco a poco el camino a la deshumanización y no habrá espacio para realizar el neoludismo. Al menos, ese que luche para que seamos más humanos y menos máquinas y así desintoxicar a las personas del espectáculo mediático que el hombre ha creado para su propia destrucción. Esta atmósfera tecnológica ha creado las bases para construir un mundo más deshumanizado en donde solo imperen las máquinas.