El profesor de filosofía español que invita a los chicos a pensar fuera de la caja: «Los niños deben ser críticos para que no sólo se conformen con lo que se ve»

Jordi Nomen es profesor de filosofía y ciencias sociales de la Escuela de Sadako en Barcelona, considerada en la actualidad como uno de los centros más innovadores de la educación actual. Desarrolló de manera sencilla y práctica el concepto de la inteligencia filosófica, una herramienta potente para que los más pequeños tanto en casa como en la escuela aprendan a pensar por sí mismos

El último libro del pedagogo y escritor español Jordi Nomen, “El niño filósofo”, coloca en el centro del debate el desarrollo del espíritu crítico de los niños a través de dos herramientas “innatas” como la curiosidad y la capacidad de asombro.

Si hay algo estimulante y que lo ocupó al profesor de filosofía y ciencias sociales español Jordi Nomen es impulsar a los niños a pensar «fuera de la caja», y a desarrollar un pensamiento innovador y disruptivo. Nomen no sólo enseña a los niños a pensar por sí mismos, sino también los invita a la feliz aventura de complejizar y confrontar con el mundo que les toca vivir.

Nomen es magister en filosofía en la Universidad de Gerona y también es jefe del departamento de Humanidades de la Escuela Sadako de Barcelona,  considerada en la actualidad como una de las más innovadoras y estimulantes del mundo por su propuesta educativa «fuera de la caja».

Jordi Nomen en su último libro «El niño filósofo» (Editorial arpa) plantea sin vueltas que el niño posee de manera innata cuestiones y miradas sobre el mundo real que lo rodean y que lo convierten -casi sin quererlo- en un filósofo natural, a través de dos de sus capacidades más genuinas: el  asombro y la curiosidad ilimitada. Por eso Nomen se empeñará en convertir esos atributos naturales, en una especie de espadas sagradas de la llamada «inteligencia filosófica», entendida como una herramienta que los ayudará  en la casa, en la escuela y en la vida a convertirlos en ciudadanos activos y comprometidos.

Nomen planteó el uso de la inteligencia filosófica como una poderosa herramienta para confrontar e indagar sobre el mundo actual, donde las cosas sobre todo para los más chicos ocurren en la inmediatez.Parece sencilla la interpelación que hace Jordi Nomen acerca del pensamiento crítico y los niños, pero no lo es: ¿Cómo enseñar a los niños a pensar por sí mismos? ¿Por qué necesitamos una niñez más filosófica?.

Una de las tantas cosas que se desprenden del libro de Nomen es que la visión sobre la infancia hoy, ha cambiado: dejó de ser solo la etapa de la desprotección y la dependencia para ser la etapa en la que se construye futuro. Y el futuro se construye en el presente.

“Los niños deben aprender a captar el mundo en su complejidad,  y la filosofía puede ser una herramienta extraordinaria de potenciación de sus capacidades”, escribió Jordi Nomen.

La tesis fundamental de Nomen es colocar a disposición de padres, niños y educadores algunas de las grandes preguntas que la filosofía occidental nos ha legado, y ponerla al servicio de un desarrollo personal y social . Y así llenar de sentido la potente idea de la inteligencia filosófica como herramienta de sentido crítico sobre la vida.

12 preguntas existenciales a 12 filósofos fundamentales de Occidente para “usar” la inteligencia emocional.

El «combustible» para desarrollar la inteligencia filosófica será a partir de  12 preguntas existenciales que Nomen seleccionó y jerarquizó sobre 12 filósofos occidentales. En el libro primero ofrece la respuesta original que el filósofo brindó y luego un cuento que articula la idea del diálogo, el juego y el arte.

Platón: ¿Debemos actuar con la cabeza o con el corazón?

Aristóteles: ¿Cómo podemos decidir lo que está bien?

Epicuro: ¿El placer debe ser el fin último de nuestros actos?

Séneca: ¿Debemos tener miedo a la muerte?

Spinoza: ¿Cómo se puede conseguir la alegría?

Montaigne: ¿Es importante tener buenos amigos?

Rousseau : ¿Para qué sirve la educación?

Kant: ¿Qué debemos hacer?

Nietzche: ¿Hay que ser creativo para vivir?

Wittgenstein : ¿Hay qué opinar sobre todo?

Arendt : ¿Qué es la maldad?

Fromm : ¿Es más importante tener o ser?

Consultado por Infobae, Nomen con claridad meridiana aclara por qué para él la filosofía no es una ciencia: «La filosofía no utiliza el método hipotético-deductivo del conocimiento. La considero más bien como un saber que utiliza la razón para cuestionar las creencias y opiniones, con un sentido crítico, para desmontar los prejuicios y estereotipos y aprender a pensar por uno mismo; también con un sentido creativo, para proponer soluciones alternativas; y un sentido cuidadoso, para tener en cuenta a los demás y construir una ciudadanía democrática. Durante muchos años la filosofía fue una disciplina de conocimiento vetada a los niños».

Frente a la pregunta central del libro ¿Para qué sirve la filosofía a los niños? Jordi Nomen apeló entre tantas citas de pensadores célebres e iluminados a una de Pitágoras: Educad a los niños y no será necesario castigar a los hombres. En diálogo con Infobae  desde España, Nomen compartió un listado y la interpretación de las 11 razones que explican por qué la filosofía puede servir a los niños de hoy:

1-Para que no los engañen. Vivimos en una sociedad de la información, y los niños deben saber entender que el argumento que les da la gente puede ser real o no.

2-Porque la filosofía práctica aporta lucidez: no siempre sale todo bien, pero deben saber vivir el fracaso como un aprendizaje.

3-Para saborear el mundo. La filosofía va al fondo de las cuestiones, enseña la complejidad, y justo eso es lo que enriquece la vida; para que las criaturas no se queden sólo con la superficialidad.

4-Prepararlos para saber ser ciudadanos. No lo serán cuando tengan 18 años y puedan votar, sino que lo son desde que son pequeños. Denunciar lo que no está bien o intentar que no te vendan un discurso falso forma parte de la ciudadanía.

5-Para aprender a relacionarse con los demás. La práctica de la filosofía es el diálogo. Cuando se pueden intercambiar puntos de vista que generan actitudes democráticas es porque se acepta la diversidad.

Nomen entiende la filosofía como un saber que inquiere, que trata de aprovechar la curiosidad y la admiración y lidia con el desconcierto.

6-Para llegar a decisiones comunes y aprender a negociar. La práctica de la filosofía permite entender, desde el diálogo, que no se trata de vencer sino de convencer al otro, de aprender de él o ella también.

7-Para ser creativos. La filosofía se preocupa por encontrar soluciones ante los problemas. Por lo tanto, es un ejercicio de creatividad.

8-Para construir una escala de valores propia, para que distingan qué es importante y qué no según su criterio. Deberán compartir la sociedad con otras personas que tienen otros valores.

9-Para rechazar la violencia. La palabra se entroniza como forma de comprensión entre las personas. La filosofía siempre ha querido instaurar el diálogo, un diálogo que evite tener que recurrir al poder y la imposición.

10-Para ser críticos y autocríticos. Para que no se conformen con lo que se ve, para buscar las fortalezas y las debilidades de todo lo que les rodea.

11-Para ayudar a vivir y también a morir bien. La muerte es un proceso natural de la vida, y esto pone de manifiesto que hay que aprovecharla mucho para no tener que arrepentirse de nada cuando llegue el momento de la muerte.

– Para el ejercicio pleno de la inteligencia filosófica, usted eligió 12 preguntas existenciales -y de pura actualidad-  de 12 filósofos occidentales. ¿Podrá usted fundamentar la elección de esos 12 sabios?

-Nomen:  En su momento elegí estos filósofos y no otros, porque los había leído y habían contribuido a generar, en mí mismo, ese pensamiento crítico que me gustaría fomentar en los niños. Me proponía que sus ideas no fuesen una simple exposición de personas ya muertas , sino un diálogo con el lector. Yo concibo así la filosofía, como un saber que inquiere, que trata de aprovechar la curiosidad y la admiración y lidiar con el desconcierto que llevamos de serie, que nos hacen tan humanos. Por eso partí de las preguntas y no de las respuestas.

Por otro lado, me propuse demostrar que el ser humano ha cambiado tan poco que las preguntas que nos hemos hecho a lo largo de la historia tienen plena vigencia. Por eso escogí autores de épocas bien distintas y los invité a cuestionarnos. Entiendo que la filosofía no busca el progreso- como para mí la ciencia- sino la complejidad, el aporte de visiones distintas para conseguir el objetivo común de aunar puntos de vista, de comprender mejor.

Dedicar tiempo a los hijos para Nomen es la principal forma de educación, porque es una expresión verdadera de amor.Traté de sustituir el microscopio por el caleidoscopio si se me permite la analogía. A medida que avanzaba en la propuesta, me di cuenta que estaba escorando hacia temas de reflexión personal y decidí introducir autores con una marcada vocación social, porque la filosofía aspira a la acción, al actuar, pero no sólo a nivel individual, sino también a nivel social. Transformarse para transformar el mundo, también. Ahí añadí a Arendt – me permitía también introducir  una mujer filósofa- y a Fromm.

El niño junto a sus padres podrán explorar juntos y de manera crítica las cuestiones del mundo actual. ¿Cómo ve usted ese camino entre los que iluminan y los «mini – iluminados»?

Nomen: Debemos escuchar mucho más a los niños porque ellos no llevan la mochila de los adultos, de prejuicios y estereotipos. Sus preguntas nos ponen en cuestión y nos remiten a abandonar, en muchas ocasiones, la lógica, para adentrarnos en el pensamiento lateral, en la intuición.

Si podemos convertir el tiempo con los hijos en motivo para la reflexión y permitir que el niño o niña disponga de un contexto adecuado para reflexionar, para aprender a ser crítico, les estaremos regalando la libertad y la lucidez, dos cualidades esenciales, a mi modo de ver, para vivir el mundo con apego y plenitud.

Sin embargo, de lo dicho se deduce que no podemos otorgarnos la condición de iluminadores, reservándoles a ellos la de iluminados. En el diálogo, nadie se coloca por encima de nadie, porque un diálogo parte de la igualdad que nos hace humanos. La condescendencia y, como no, el poder, no permiten, a mi modo de ver, un auténtico diálogo.

Hay un tiempo para trabajar valores y normas con los hijos y hay un tiempo para dialogar con ellos. A ese segundo tiempo me remito y en ese tiempo, no podemos situarnos por encima de ellos, porque ahogaremos sus intentos de experimentar un pensamiento propio.

Fuente: www.infobae.com

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