El desvío de las aguas del río Masacre es un acto de provocación imperdonable, propia de una horda depredadora que no tienen la más mínima idea de cómo es la vida civilizada
El desvío de las aguas del río Masacre, a la altura de Dajabón, por parte del gobierno haitiano, sin previamente haberlo consensuado con el gobierno dominicano es un acto de provocación torpe e irreflexivo. Comprensible únicamente por las grandes muestras de genuflexión que tradicionalmente han mostrado los distintos gobiernos dominicanos posteriores al del Prof. Juan Bosch.
Si los dominicanos tuviéramos gobiernos que defendieran el interés nacional, los haitianos no se atreverían a pensar siquiera en una acción como esta, porque el río masacre nace en territorio dominicano y para nosotros sería muy fácil represar el río a la altura de Loma de Cabrera y desviar sus aguas hacia nuestros territorios exclusivamente y dejarlos a ellos seco para toda la vida.
Pero a nosotros no se nos ocurre algo así, porque somos personas racionales y entendemos que la poblaciones haitianas que viven cerca de ese río tienen derecho al uso de sus aguas.
De modo que la iniciativa que ha iniciado el gobierno haitiano es un acto de provocación a nuestro pueblo, propia de esa horda explotadora que mal gobierna ese territorio que no ha hecho más que empobrecerlos y arrojar sobre nosotros los problemas de pobreza extrema, falta de salud, de educación y de instituciones.
Dudo mucho que el gobierno de Abinader asuma las acciones que demandan los tiempos y imponiéndoles un stop a este nuevo acto de insolencia por parte de los haitianos.