SEMIÓTICA de la cultura y MARCA PAÍS

POR: ODALIS G.PÉREZ                                    Dr. en Filología Semiótica, por la Universidad de Bucarest, Rumanía.                           Miembro de número de la Academia Dominicana de la Lengua                       Miembro de número de la Academia de Ciencias de República Dominicana

¿Cómo habla la semiótica de la cultura de los signos? ¿De qué manera un dominio especializado e interdisciplinario abordaría un concepto como Marca País? ¿Cuáles serían los límites y alcances de esta disciplina que trata de signos, códigos, objetos y sistemas comunicativos y culturales?

Es importante apreciar lo que puede explorar la semiótica como teoría y práctica de los signos y también como dinámica de la producción de sentido que involucra lo social, lo simbólico y por lo mismo los demás sistemas culturales. La teoría general de los signos puede alcanzar un rango de conocimiento dialógico, técnico, educativo, iconográfico y otros que cobran valor en los distintos niveles de uso y necesidad en las relaciones de intercambio social.

El concepto mismo de Marca País denota y connota hoy un valor especial de objetos socioculturales en una extensión identitaria representativa, comunicativa y significante,  precisamente por sus implicaciones en los procesos de generación de valores e intercambios en un mundo globalizado, pero también “glocalizado” desde el punto de vista de las relaciones internacionales, los acercamientos económicos, presencias formales, medios de cooperación, lugares estratégicos y posicionales en los modos de acceso a las diversas fuentes de producción y reconocimiento social.

Ligado dicho concepto al marketing, la comunicación y la publicidad, tal denominación es una representación de un país, su Estado, ciudadanos, economía, sector turismo, deportes y otros signos que como imagen y sentido construyen el concepto y su función semiótica.

En la actualidad, el concepto Marca País se impone desde la economía y las funciones interactivas de las imágenes que reflejan, resignifican y producen la diferencia de bienes y valores que intercambian dos o más países.

En efecto, como lo que denota y connota la Marca País está ligado a su ícono  que representa su identidad en contexto nacional, esto es, lo propio, lo que presenta un producto como valor y poder social adquiriente. En la práctica cotidiana existen, a través de la TV, Publicidad y Marketing un universo de formas que se va transformando y argumentando, lo más inteligible de un objeto y una función de marca, se reconocen y suponen un trayecto socioinformativo y sociosignificante.

En la actualidad, los acuerdos y compromi sos conducen al intercontacto comercial, de bienes culturales y sus alcances económicos, culturales  y productivos. Las líneas definidas de la Marca País se construyen siempre y se orientan a la competencia comunicativa, productora y contextual.

Los esquemas culturales de presencia, distribución y publicidad de la marca país, se explican estratégicamente como ejes de ofrecimiento e imágenes de valor identitario ligadas  a la incidencia del producto ubicado en un determinado ecosistema sociocomunicativo. El sujeto agente y promotor de una marca país construye su propio objeto como forma-sentido, espacio y significación, oferta y demanda extendidas en variados posicionamientos que validan y a las vez reproponen los usos, valores, adquisisiones, miradas de agenciación y ejemplos o paradigmas de acción, vínculo de forma y categorización montados sobre una visión de programa, efecto sociocultural y propósito respaldado por una maquinaria estatal debidamente construida como campo de acción cultural, nacional o internacional.

De ahí que la marca país como concepto, acción y evento cultural encuentre su productividad en lo que ofrece como diferencia y e n m a r q u e o p e r a t i v o . E n e l sentido propiamente semiótico la productividad significante “marca país” se lleva a cabo cuando el sujeto cultural fortalece el intercontacto en los mercados locales e internacional, siendo así que las imágenes se establecen en el centro mismo de las áreas de producción que representan el país en sus determinaciones económicas, culturales, educativas, mercadologicas, publicitarias, y posicionales en las diversas orientaciones de la productividad objetiva.

En el caso de la Marca País República Dominicana que respalda el Estado Dominicano como imagen de una identidad dominicana y que como política se diferencia, se afirma y se justifica como todo un cuerpo significante; la comprensión de sus signos valores y signos objetos sugiere y dinamiza no solo productos, sino también productividades, esto es, modos de integración y colocación de signos-objetos en redes constituidas como formas de la semiosis social.

Aunque el concepto de Marca País no es un concepto científico estricto, el mismo se abre a fluencias cualitativas y cuantitativas en el orden social, político, turístico, deportivo, mercadológico, artístico, literario, educativo y otras manifestaciones, modos y en relaciones que inciden en el desarrollo del país  y su posicionamiento en los mercados globales . L a s igni f i cac ión que adquiere este bloque de acciones, saberes, estatutos productivos, formas vinculares del país de agenciamiento propiciado por un Estado que ofrece sus valores y funciones públicas y privadas en el marco de un nivel de progreso también pronunciado en un ecosistema empresarial libre y conjuntivo de valores culturalmente reales, formales y representativos a nivel comercial y comprensivo.

Así pues, el concepto Marca País se compromete como un programa con visibilidad cultural, esto es, identitaria y socioproductiva. Dicho programa se estructura como una semiótica de mundos posibles que se proyecta como un mundo de signos, objetos y sentidos orientacionales en un espacio-tiempo de concentración de valores inmateriales, materiales, relacionales, comunicativos, territoriales, imaginarios, dimensionales y proyectuales.

En este sentido, la arquitectónica de la Marca País sugiere planes de acción, progresión, crecimiento, cardinal de producción, de medios, puntos de inserción y continuidad de una presencia continua de propuestas visibles y atendibles como estrategia y campo de ganancia sociocultural.

En efecto, el programa narrativo de una semiótica de la marca país se constituye como un programa accional de sujetos de Estado, objetos de valor y ritmos de constitución de fuerzas, relatos, instancias de poder, saber y planificación narrativa en el sentido extensivo de la palabra.

Si hablamos en tal caso de la producción paradigmática de sujetos, objetos, espacios simbólicos, sígnicos y relacionales, esta instrucciones semióticas produce y proyecta agendas de interés e importancia para materializar acciones ligadas al progreso y la prosperidad del país dominicano.

Las modalidades del hacer, crecer, vincular, divulgar y conocer sugieren muchas veces atención en la productividad real y subjetiva del país. En tal sentido, el programa de una exploración semiótica Marca País abarca o comprende geografías culturales de acceso a una experiencia dialógica establecida mediante acuerdos explícitos e implícitos en el movimiento de fórmulas interestatales establecidas. Los signos de la política cultural del Estado descansan, algunas veces, en la diversidad de los valores y sujetos que promueven desde diversas gestiones socioculturales soluciones pretendidamente consensuadas.

Sin embargo, los trazados, los interpretantes, símbolos, íconos que también se reconoce en él, o, los escenarios de la “Marca País”, adquiere un valor real y un valor definido en la práctica mercadológica y el productor de fórmulas de intercambio económico y sociocultural. Las cardinales de cambio/intercambio, imagen/objeto identitario, estrategia/sentido, marca país/huella, estructura/función, presencia/sujeto, capacidad orientacional/establecimiento de la marca, producto/forma, aspecto/programa narrativo, producción/relación significante, identidad-cultura/mercado “glocal”, conforman un programa de acción en contexto construyen la base misma de la semiótica Marca País.

Se podría, en este sentido, constituir una pragmática cultural sobre la base de las anteriores correspondencias o relaciones de interpretación, desde una perspectiva de progreso cultural atendible a partir de instancias de significación y modelo. Los ejemplos que presenta el sector turismo, el sector deporte, publicidad, imagen-identidad, venta-consumo, productos-presencia y espacio-intercambio, serían los cuerpos de una acción cultural visible en la narrativa de una economía cultural dinámica y representativa de la “Marca País” República Dominicana.

Los datos culturales y el factor política cultural del país, deben ser estudiados para establecer otras correspondencias propias de una cultura donde los sujetos operativos y cooperativos proponen el terreno de acciones y programas dirigidos a orientar y propiciar una publicidad inteligente que conforme un discurso narrativo de la acción cultural justificado en la idea de mercado, desarrollo y progreso económico-social del país y sus valores estratégicos de producción.

Es importante comprender en la cardinal de una Marca País República Dominicana los límites y alcances de la misma y no perder de vista las posibilidades tecnoculturales que presenta un programa semiótico-cultural Marca País República Dominicana. Los trazados de tal programa dialógico involucran la tecnología en todos sus sentidos de progreso, mercado, sujeto cultural, experiencia política y social. No se trata solamente de narrar lo “posible” como probable, sino atenerse a un programa bien planificado en sus fases, formas y criterios de operatividad.

La “Marca País” es también una suma de aspectos, cualidades, rasgos, líneas, sellos y cardinales que se piensan en una coyuntura y una incursión que al mismo tiempo supone cierto mapa de desarrollo social. Como ya hemos visto en el transcurso de este artículo todo lo que conforma el programa “Marca País” supone una visión agentiva, relacional y proyectual que tome en cuenta la educación, el arte, la cultura, la economía, los diversos mercados culturales y las estrategias de producción que abra o aperture, desde la diversidad productora, los valores y procesos de significación sociocultural.

¿Cómo incide semejante programa en la vida y el vivir dominicano cuando se sabe que sus llamadas industrias culturales y presencias identitarias se manifiestan a nivel “glocal” de manera precaria e interferida por crisis nacionales e internacionales?

Las implicaciones de esta pregunta involucra repensar el concepto mismo de Marca País República Dominicana, cuyo enmarque a veces no queda claro en sus políticas de interpretación y discurso. Analizar desde diversas propuestas solamente publicitarias y mercadológicas no es suficiente para activar los signos, sentidos, actores culturales y programas eficientes de una Marca País reconocida como parte de un proyecto de desarrollo y progreso fuera de las empresas e instituciones estatales. Los posibles acuerdos de cooperación deben partir de las correspondencias destacadas y señaladas en párrafos anteriores.

Encontramos que toda una experiencia de acción, cooperación y valoración de discursos socioculturales contextualizados supone un marco de acciones que propicie una economía política de producción de signos, estrategias, propuestas y agenciamientos socioculturales plausibles para un desarrollo cultural progresivo en productos, contextos y valores.

natera
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