A modo de introducción
En el caso que nos ocupa, puede hablarse del Contexto Histórico, Social y Político de la República Dominicana a partir de la Independencia Nacional en 1844. Es en este momento cuando se instituyó oficialmente la república y se forja nuestro concepto de nación. Desde la época de la colonia, y de manera definitiva con la independencia, es cuando se constituyó la separación de la Isla Española en dos naciones; las sociedades dominicana y haitiana han tenido una relación de intereses comunes y encontrados.
Es difícil, por no decir imposible, conocer en toda su significación los hechos del pasado si nos empeñamos en ver los personajes de la historia aislados de la sociedad en que vivieron o actuaron, o sea, si pretendemos analizar su vida y sus actos partiendo de la creencia de que ellos hicieron la historia, y por tanto organizaron la sociedad, cuando lo verdadero es lo contrario: que la sociedad es la que hace personajes históricos a través de las luchas que llevan a cabo en su seno las clases y las capas de clases que la componen.
Tanto la naturaleza de las pugnas, como de los resultados deben ser comprendidas a la luz de la especificidad de la estructura social y de las características de las tendencias políticas. La clase superior de origen colonial se encontraba en un proceso avanzado de descomposición. Había quedado diezmada a raíz de las emigraciones que provocó el Tratado de Basilea, en 1795, y de las aboliciones de la esclavitud en 1801 y 1822. Estaba desconectada de las palancas básicas de ejercicio del poder, pese a que quienes permanecieron en el país se plegaron al dominio haitiano. La sustitución de los terratenientes coloniales por nuevas clases fue un proceso lento y tortuoso. Finalmente, la clase de los hateros, los productores ganaderos de pequeña o mediana escala no desaparecía, pese a no contar más con esclavos.
En un contexto de predominio de la economía campesina, por efecto de herencias ancestrales y de las medidas del Gobierno haitiano, desde 1822, la emergencia de las clases burguesas en las zonas urbanas fue en extremo débil. La escala superior de los terratenientes se focalizó en tareas administrativas como medio de supervivencia en aquellas condiciones tan particulares, en las que desapareció lo que podía equivaler al concepto de una oligarquía.
Los residuos de este antiguo sector dirigente se habían recompuesto en torno a los cortes de maderas preciosas, la principal actividad comercial en la región sur, las grandes y pequeños hatos en la región este, y en las vegas del Cibao, donde se cultivaba la aromática hoja de tabaco, desde el despuntar del siglo, con lo que se conectaban con las emergentes medias y burguesas.
El alto comercio estaba compuesto mayoritariamente por extranjeros, lo que contribuía a difuminar fronteras entre los integrantes de la clase media y la superior. Pero se debe enfatizar que ambas clases urbanas eran diminutas y de condición modesta. Lo anterior contribuye a explicar que no se plantean normalmente rupturas ideológicas tajantes. Por una parte, el conservadurismo estaba penetrado de preceptos liberales, pues tomaba nota de realidades incontrovertibles, empezando por el hecho de que el régimen haitiano había ejecutado aspectos de la reforma liberal mediante la nacionalización de los bienes de la Iglesia y otras medidas que se verán adelante.
El liberalismo, al mismo tiempo, estaba penetrado de componentes ideológicos, por lo menos tradicionalistas. La Constitución de noviembre de 1844, aprobada por el bando conservador, se inspiraba en la de Estados Unidos, la de Cádiz y la haitiana del año anterior, entonces vigente, todas de orientación liberal. Pero, en la práctica, conservadores y en buena medida también muchos considerados liberales, negaban los preceptos doctrinarios del liberalismo al acudir a procedimientos autocráticos en la conducción del Estado.
Esta ausencia de fronteras, sin embargo, no operó plenamente en 1844 a causa de la exacerbada contraposición entre el anexionismo-proteccionismo de los conservadores y el nacionalismo de los liberales. Duarte encarnó el límite nacional democrático del liberalismo, mientras Santana representaba con exactitud lo contrario. Resulta sintomático que, hasta avanzado el siglo, lo que marcó la diferencia entre conservadores y liberales fuese la cuestión nacional.
A pesar de la virulencia con que se enfrentaban ambos bandos, en coyunturas como la de 1844, estaba abierta la factibilidad de acuerdos y alianzas, precisamente cómo se produjo en torno al Manifiesto del 16 de enero de ese año. La resolución del conato de guerra civil, entre junio y julio, fue resultado de un entendimiento forzado entre los conservadores en su conjunto y una porción mayoritaria de liberales, que se atuvieron a la realidad existente.
No obstante, ese panorama y el resultado de lo acontecido, los compañeros de Duarte representaban el sentido progresista, marcado por la eclosión del sentimiento nacional. De otra manera no hubiera surgido el Estado dominicano. Los conservadores accedieron a propiciar su creación condicionados por un contexto que incluía la aparición de la conciencia nacional, aun fuera en franjas minoritarias de la reducida población citadina.
En concordancia con el avance de la economía mercantil y el surgimiento de capas urbanas, se iban gestando los fundamentos para ese avance histórico. En el caso dominicano esto conlleva un proceso prolongado e irregular que tomó décadas, pero al final no dejó de primar. Duarte se adelantó a su época y pudo accionar en los contornos de la realidad para impulsar la aspiración al orden nacional. Los patriotas encarnaban una realidad llamada a prevalecer, aunque en las condiciones de 1838-1844 estuvieran aquejados de una acusada debilidad. Pese a ella, fueron los ejecutores de la creación del Estado dominicano y de que con él se implantaran realidades que no pudieron ser soslayadas. El 27 de febrero, a pesar de todo, quedó como un paradigma incontrovertible.
Otra perspectiva del presente texto radica en la incorporación de determinantes del lado haitiano en el resultado del proceso. Haití pudo ocupar Santo Domingo en 1822 a causa de un vacío de poder entre los círculos dirigentes criollos y metropolitanos, resultante de las secuelas a largo plazo del Tratado de Basilea. Dos décadas después, los dominicanos estuvieron en condiciones de romper con Haití en virtud de una crisis de hegemonía que mermó la capacidad de una política consistente de parte del Estado. Aunque no se pretende historiar lo sucedido en Haití, se establecen algunos de los componentes que contribuyeron a que en 1844 se tornara realidad el derecho de autodeterminación
A modo de conclusión
Haití pudo ocupar Santo Domingo en 1822 a causa de un vacío de poder entre los círculos dirigentes criollos y metropolitanos, resultante de las secuelas en el largo plazo del Tratado de Basilea. Dos décadas después, los dominicanos estuvieron en condiciones de romper con Haití en virtud de una crisis de hegemonía que mermó la capacidad de una política consistente de parte del Estado. Aunque no se pretende historiar lo sucedido en Haití, se establecen algunos de los componentes que contribuyeron a que en 1844 se tornara realidad el derecho de autodeterminación. Los sectores involucrados en la caída del régimen de Boyer y en el proceso de separación fueron: los revolucionarios, los liberales y los trinitarios.
Los movimientos separatistas fueron los siguientes:
∙ Pro Español la cual pidieron tropas para derrocar a los haitianos.
∙ El segundo movimiento separatista se inclinaba a buscar la protección de Inglaterra.
∙ El tercer movimiento separatista era el que encabezaba Juan Pablo Duarte buscando una independencia pura y simple.
∙ El cuarto lo componía un grupo de hombres maduros, la mayor parte de los cuales había ocupado puestos administrativos dentro del gobierno haitiano.
-Duarte encarnó el sentimiento nacional democrático del liberalismo, mientras Santana representaba con exactitud lo contrario.
Resulta sintomático que, hasta avanzado el siglo, lo que marcó la diferencia entre conservadores y liberales fuese la cuestión nacional.
– La alianza de la pequeña burguesía trinitaria y los hateros que no fue producto de un acuerdo sino imposición de la realidad social dominicana, quedó rota por el peso de esa misma realidad social, pero a pesar del rompimiento esa alianza había dado origen a un hecho histórico que estaba llamado a desatar una lucha larga entre los antiguos aliados. Ese hecho fue la aparición en la República, lo que significó la formación del estado dominicano; como consecuencia de la formación del Estado tuvimos una larga guerra con Haití, y esa guerra fue un semillero para la pequeña burguesía, especialmente en sus capas más bajas y sobre todo de origen campesino.
Bibliografía
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