John Austin y Cómo hacer cosas con palabras

William Gregorio Mejía Chalas

John Austin, para hacer su análisis del lenguaje, se basa en la proposición: ‘en cuántos sentidos puede entenderse que “decir algo es hacer algo”, o que al decir algo hacemos algo, e incluso, que porque decimos algo hacemos algo’. Entonces, lo primero que Austin hace es distinguir entre un grupo de “hacer algo”, donde dice que todos quedan incluidos en la afirmación de que decir algo es hacer algo, donde incluye la emisión de ciertos ruidos, la de ciertas palabras en una determinada construcción y con un cierto “significado”, es decir con una referencia y un sentido determinado. Llama Austin al acto “decir algo”, realizar un acto locucionario, este es el acto que se realiza por el hecho de decir algo, o aquello que ejecutamos cuando proferimos oraciones con sentido y referencia, es decir, con significado en sentido tradicional. Y se trata de proposiciones mediante los cuales se propone algo. Es el acto de decir y responde a la forma “dijo que…”, Ej. : “el libro está sobre la mesa”. En cualquier producción lingüística Austin distingue tres actos: 1- acto fonético, que consiste en la producción de determinados sonidos; 2- acto fático, que consiste en la producción de determinados vocablos con una determinada construcción gramatical y entonación, considerados como pertenecientes a un vocabulario. Ej. : “x dijo El gato está sobre la mesa” y 3- acto rético, que consiste en el uso de cierta construcción con un significado determinado, constituido por el sentido y la referencia de los componentes de la construcción utilizada. Ej. : “x dijo que el gato estaba sobre la mesa”.

Observaciones: 1- Para realizar un acto “Fáctico” es necesario hacer un acto “Fonético”. 2- Al definir el acto “Fáctico” agrupamos: vocabulario, gramática y entonación. Y 3- El acto “fáctico” y el “fonético” se pueden imitar, como reproducir. Así como también la entonación. Ej. Las novelas. Pero en el caso del acto “Rético” es el que registramos, en el caso de aserciones, diciendo “él dijo que el gato estaba sobre la mesa”, “dijo que se iría”, “dijo que me tenía que ir”  es decir, es el “discurso indirecto”. Y cuando el sentido o la referencia no han sido entendidos con claridad, entonces, toda la expresión, o parte de ella tiene que ir entre comillas. Agrega Austin que al acto “Rético” el sentido y la referencia (nombrar y referirse), son en sí accesorios realizados al realizar el acto “Rético”. Podemos realizar un acto “Fáctico” que no sea “Rético” aunque no podemos realizar un acto “Rético” que no sea “Fáctico”. Aquí no le interesa a Austin cuando un Pheme o un rheme es el mismo, sea en el sentido del “tipo” o del “caso concreto” (token) ni si hay uno o más phemes o rhemes, etc. Cuando usamos phemes distintos con el mismo sentido y referencia, podríamos hablar de actos “réticamente” equivalentes ( en cierto sentido el mismo enunciado) pero no del mismo rheme o de los mismos actos “réticos” (que son el mismo enunciado en otro sentido, que importa el uso de las mismas palabras)

El pheme es una unidad de lenguaje cuya deficiencia es carecer de sentido. En cambio el rheme es una unidad del habla (speech); su deficiencia es ser vago o vacuo u oscuro. Pero según Austin el analizar cuestiones de saber cuando un rheme o un pheme es el mismo no arroja luz sobre el problema que se ha dispuesto a analizar que es la de distinguir, como cosas opuestas, la expresión constatativa que se caracterizan porque dicen o hacen constar algo determinado, por ejemplo, “me disculpé” o “lo prometí”, que son verdaderas o falsas según lo sea aquello que se quiere hacer constar; Y la expresión realizativa, que se caracterizan porque las personas que las usan hacen o ejecutan algo al usarlas, por ejemplo, “ me disculpo” o “lo prometo”, que pueden ser acertadas o no según las circunstancias y convenciones que las rigen. Son expresiones ejecutivas  igualmente aquellas que de un modo impersonal anuncian o prohíben algo, por ejemplo, “se prohíbe fumar”. Realizar un acto locucionario es, en general, y por si mismo, realizar un acto ilocucionario, que es aquello que ejecutamos cuando informamos, ordenamos, advertimos, emprendemos, etc. Se trata de proferencias que tienen una cierta fuerza convencional. Es lo que hacemos al decir y responde a la forma “arguyo que…”, por ejemplo, “busca el libro”.  Es así como Austin propone denominarlo. Y esto se determina cuando estamos usando la locución, es decir, preguntando, admirándonos, haciendo diferencias, etc. La dificultad radica más; bien en el número de sentidos distintos de una expresión tan vaga como “de que manera estamos usando” la locución. Cuando hacemos un acto locucionario usamos el habla. (Pero en qué modo lo usamos) Porque es muy distinto que estemos preguntando, sugiriendo, aconsejando, etc. Ilocucionario es llevar a cabo un acto al decir algo, como cosa diferente de realizar  el acto de decir algo. Pero Agrega Austin que es posible que al decir algo lo hagamos con el propósito, intención o designio de producir tales efectos. Podemos decir afirma Austin que pensando en esto, que quien emite la expresión ha realizado un acto que puede ser descripto haciendo referencia meramente oblicua, o bien no haciendo referencia alguna, a la realización del acto locucionario o ilocucionario. Llama Austin a la realización de un acto de este tipo de realización acto perlocucionario o perlocución. El acto perlocucionario es aquello que sucede cuando ejecutamos actos lingüísticos de convencer, persuadir, confundir, etc. Se trata de aquello que logramos al decir y responde a la forma “me convenció de que…”. por ejemplo, “he encontrado el libro”

Un ejemplo de Austin que agrupa estos actos es: Hay locución cuando alguien me dice “¡Mátala!” Y cuando por “matar” quiere decir matar y por el acusativo del pronombre personal “la” quiere decir ella; hay ilocución cuando alguien me ordena matarla, y hay perlocución cuando alguien me persuade que la mate. Las palabras deben ser explicadas por el contexto en que van a ser usadas o fueron usadas en un intercambio lingüístico. “Significado de las palabras”; es la fuerza ilocucionaria. Ej. : Sus palabras tuvieron el significado de una orden”. 1- En estas conferencias el interés de Austin consiste en aprehender  el acto ilocucionario y contrastarlo con los otros dos. 2- El uso del lenguaje puede abarcar otras cosas diferentes a los actos ilocucionario y perlocucionario. Se puede usar el lenguaje para bromear, podemos hablar de un acto poético, etc. 3- Podemos hacer cosas con el lenguaje que estén fuera de las mencionada, podemos insultar, insinuar. O podemos insultar e insinuar con motivo interior de dar rienda suelta a nuestro sentimiento. 4- Tenemos que tomar en cuenta que de acuerdo al uso del lenguaje podemos provocar males. Donde tener claro que existe una diferencia entre: “el acto de hacer x”, esto es el acto de lograr x, y “el acto de intentar hacer x”. 5- Cuando hacemos uso del lenguaje buscamos algo que no necesariamente puede ocurrir; que aunque quiera producir o quiera no producir algo, puede sin embargo producir; usamos nuestros recursos lingüísticos normales para rechazar nuestra responsabilidad,  disponibles para uso personal en todos los casos de realización  de acciones. 6- Debemos admitir, que nuestros actos, pueden ser cosas que en realidad no hemos hecho, en el sentido de que las hemos realizado por la fuerza. 7- Objeciones acerca de nuestros actos ilocucionarios y perlocucionario. A) el acto ilocucionario y el locucionario suponen convenciones. (Tener puntería para una competencia y puntería para matar a alguien. B) el acto perlocucionario puede incluir en cierto modo consecuencias: “por qué cuando hice x hice y” (en el sentido de que como consecuencia de hacer x hice y.)

Por tanto, lo que Austin busca es analizar el lenguaje, es complementar lo que los filósofos no han podido hacer al momento de embarcarse en los problemas filosóficos tradicionales. En el sentido de que se ha preocupado más por si tal o cual proposición es verdadera o falsa, sin reparar el lenguaje, es decir, si lo que describían era  o no pertinente. La importancia del análisis de los modos del habla radica en que nos evita de las confusiones. Y de esta manera lo elucubrado filosóficamente tendrá mayor fuerza de contenido y de veracidad.

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