El sentido de las relaciones sociales-humanas

ETHOS ||
Welington Galván Castillo, M.A.
Welington Galván Castillo, M.A.

«El ingrediente más importante en la fórmula del éxito es saber llevarse bien con las personas».– Theodore Roosevelt

Tengo el honor de presentar en este día la columma Ethos, a través de la cual estaremos presentando temas éticos fundamentales para las buenas prácticas humanas, en una sociedad tan demandante, exigente y a la vez contradictoria. Entendemos que las acciones humanas recobran sentido en la medida que asumimos con responsabilidad nuestros actos, poniendo de manifiesto los valores humanos, que nunca pasarán de moda. Es uno de los objetivos principales que nos proponemos, brindarte algunas herramientas, de manera que, ante los bombardeos emanados de la sociedad, que casi siempre van en contra de los valores humanos, puedas obtener cierto referente, encauzar tu vida por el buen sendero y descubras que no todo esta perdido, siempre habrá una luz al final del túnel. Hoy empezamos esta humilde tarea con el artículo que hemos titulado»El sentido de las relaciones sociales-humanas».

Soy de los que piensan que todo hombre y mujer, como dice el filósofo Martín Haidegger, “al ser arrojado al mundo”, nace con las condiciones, las herramientas necesarias para socializarse con los demás, para llevar a cabo relaciones adecuadas para su crecimiento psíquico-humano-espiritual y social. Es por ello, que el ser humano es un ser social por naturaleza; así lo manifiesta nuestro Creador en el libro del Génesis: “No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayuda idónea[1]«, denotando así que la compañía del otro/a es necesaria,  para así resaltar la importancia de la vida desarrollada en función del Yo, el tú y el nosotros.

En el devenir histórico de la filosofía, nos podemos dar cuenta que para comprender la importancia de las relaciones humanas, gran cantidad de filósofos antiguos, medievales, modernos y contemporáneos, luego de haber superado las cuestionantes  sobre la idea de Dios (ser supremo) y la naturaleza (todo lo que existe), desarrollaron ideas en donde la supremacía del yo salía a relucir, como es el caso de Descartes, quien a través la frase: “Yo pienso, luego exito”, exalta la importancia de valorarse a uno mismo, donde, si así podríamos decir, no recobra mucha importancia entender que la exaltación del Yo no depende únicamente de uno mismo, sino también del otro, es por ello que el Yo personal se confirma, se reconoce a través de las concepciones del/la otro/a sobre el Yo, es decir, el otro es determinante a la hora de reconocer el Yo.

Apegado a lo manifestado anteriormente, las relaciones sociales son una construcción que depende de dos o más fuerzas humanas, el Yo busca y el tú sale al encuentro del Yo. Entre el tú y el Yo brota el nosotros, donde imperan intereses comunes. Aquí  damos un salto de gran magnitud de la filosofía que importantiza el Yo (yoidad) y el tú (tuidad), brota la idea del nosotros (la notredad), para ello nos remitimos a las ideas que desarrolla Emmanuel Levinas, respecto a la alteridad, (“del latín alter: el «otro» de entre dos términos, considerado desde la posición del «uno», es decir, del yo) es el principio filosófico de «alternar» o cambiar la propia perspectiva por la del «otro», considerando y teniendo en cuenta el punto de vista”[2].

Apegados en las relaciones sociales en las que prevalece el nosotros, se da una nomenclatura interesante, el Yo que se hace tú y ambos se convierten en nosotros, es el valor fundamental. En este aspecto, todas las ideas planteadas en este tipo de relaciones son enriquecidas, tratadas, debatidas desde diferentes puntos de vista, generando así mayor debate y significativos resultados: crecimiento y madurez.

Por consiguiente, si las relaciones sociales, por su naturaleza, persiguen favorecer el crecimiento humano en todos los sentidos, haciendo de cada ser humano entes comunicativos (tu-yo=nosotros), responsables, activos y críticos, situados en el aquí y en el ahora, debemos poner de manifiesto sacar a flote nuestras capacidades, echando de lado nuestra timidez, empoderándonos de los dones que se nos han otorgado. Bien nos dice la Palabra de Dios, “porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado[3]”. Estoy más que seguro que todos hemos recibido talentos, dones, y éstos tienen sus fines, ponerlos en práctica para recibir la satisfacción del deber cumplido y si por el contrario, nos los guardamos, nos atenemos a las consecuencias manifestadas en la Palabra de Dios.

Sabemos de igual manera, que las relaciones sociales-humanas no se limitan a solo saber comunicarnos con los demás, es mucho más de lo que podemos pensar. Relacionarnos implica conocer y aceptar la realidad del otro/a aprendiendo de los demás y aportando a los demás de lo que humanamente hemos recibido y tenemos; es una acción de doble vía, en la que recibimos y damos, en la que damos y recibimos de manera natural desinteresadamente, es decir, sin que esta acción esté motivada por intereses personales egoístas.

Reitero, como ser humano soy actor activo, crítico y responsable, capacitado para llevar a cabo buenas relaciones humanas, en aras de ser punto de apoyo para los/as demás y permitir que los/as demás lo sean para mí, para juntos luchar y hacer que las cargas que se nos presentan en la vida, en el diario vivir, sean más ligeras y llevaderas.

[1] Gen. 2, 18.

[2] http://es.wikipedia.org/wiki/Alteridad

[3] Mt. 25, 29.

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