Lengua y filosofía

FILOSOFÍA Y VIDA ||
William Gregorio Mejía Chalas
William Gregorio Mejía Chalas

En el libro de Raúl Ávila, titulado la lengua y los hablantes, publicado por la editorial Trillas, en la ciudad de México en agosto de 1977, el autor nos presenta un análisis enjundioso del signo, la lengua y el habla. En la presentación de dicho texto no esboza algunas ideas valorativas. Donde nos indica muy certeramente que la comunicación mediante una lengua es una característica específica del hombre.

Gracias al idioma el hombre ha podido formar sociedades complejas e incluso organizar otros sistemas de comunicación. De hecho, ¿podríamos denominarnos ser-humano, si no fuera por el habla? Por supuesto que no. Mediante la jerga expresamos nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestras actitudes y también nuestros prejuicios acerca de la manera de hablar de los demás; la lengua permite asimismo la creación de poesía.

No obstante, su importancia, pocas veces nos detenemos a reflexionar sobre las características de este instrumento de comunicación. Por ejemplo, cuantos podremos hablar con propiedad sobre los tiempos verbales tales como presente, pretérito, pretérito imperfecto o copretérito, futuro, pretérito perfecto compuesto, pretérito pluscuamperfecto, pretérito anterior o futuro perfecto o compuesto. Como aprendemos a hablar sin darnos cuenta, nos parece que la lengua es un hecho natural y nos desentendemos de ella.

Ávila nos señala que los signos nos llevan a encontrar un valor superior en ellos, que no está en ellos y que sobre todo los trasciende Pensemos en un joven vestido de traje, nos lleva a especular que es culto, de buena posición económica, etc… A esto el autor lo llama signo; lo cual es: “un hecho perceptible que nos da información sobre algo distinto de sí mismo”. En el ejemplo anterior, el traje del joven es el hecho perceptible y que es culto, de buena posición económica es lo que no está en el traje y que nosotros interpretamos, y que el autor lo denomina ‘información’.

El joven nos comunicó con el traje algo posiblemente involuntario, ya que él quizás usó dicha prenda de vestir porque la ocasión lo ameritaba, y no para darnos ninguna información. Esto desencadena en lo que el autor denomina signo secundario, puesto que su intención básica no era comunicar. Pero supongamos que al llegar el joven al lugar donde iba, y saludó, y dijo: ¡hola!, en este caso el signo recibe el nombre de primario puesto que él, quería establecer intencionalmente una comunicación.

Esto que hemos visto anteriormente, tiene una ciencia que los estudia, la ‘Semiología’. La cual analiza los signos producidos por el hombre, cuando trabaja los signos primarios y secundarios se le denomina campo extenso de la semiología y se le etiqueta como semiología de la significación; y si solo estudia los signos primarios, se le llama campo limitado de la semiología y recibe el nombre de semiología de la comunicación.

Además, a los signos que utilizamos para hablar como el ¡hola!, del joven, y para escribir, representan por así decirlo, la lengua. Por esto se le llama sistema lingüístico y a la disciplina que la estudia, se le nombra como Lingüística, la cual es una rama de la semiología. Ávila nos habla, de una doble articulación que tiene la lengua, la primera, está formada por los signos, que son elementos con significados que se articulan con otros signos en la cadena hablada; y la segunda, por los fonemas, elementos que se articulan entre sí para formar signos. De aquí se desprende que la lengua frente a otros sistemas de comunicación, es un régimen de signos para transmitir mensajes y un sistema de fonemas para formar signos.

Esta doble articulación de la que hablamos antes, le da a la lengua una gran economía; porque con pocos sonidos o fonemas podemos formar un número infinito de signos.  Y eficaz: a) porque con los signos podemos transmitir un número infinito de mensajes, de acuerdo con la manera en que decidamos combinarlos y con la complejidad de los enunciados que utilicemos; b) es eficaz porque si el hablante y el oyente comparten el mismo código, es decir, utilizan la misma lengua, los mensajes que se transmiten serán preciso, incluso, intencionalmente imprecisos; c) eficaz, porque con ella podemos comunicar nuestras ideas, deseos, y nuestras emociones, lo pasado, lo presente o lo futuro, etc… sin más límites que nuestra audacia, nuestra capacidad o voluntad para utilizarla como instrumento de comunicación.

Para Ferdinand de Saussure, quien es el creador de la teoría del signo lingüístico lo define: como una asociación de una imagen acústica o significante y una imagen mental o significado, es decir; si escucho casa lo que percibo es el signo casa, y me trae a la memoria características como ventana, puertas, etc… esto es el significado y el signo es el significante. Como se puede ver la imagen acústica y la mental están unidas y no se pueden separar.

Ahora bien, para Saussure el signo lingüístico es arbitrario puesto que el signo casa y la realidad a la que hace referencia no hay relación natural y esto es claro porque si ponemos casa en inglés HOME no dice lo mismo; sino que el signo es puesto arbitrario. Esto sucede también con las onomatopeyas que tienen cierta relación con la cosa o el fenómeno que designan y vemos en cada idioma se designan con distintos signos.

Otro elemento que no se forma por la referencia que hace a la realidad son las derivaciones que son producidas por la posibilidad de combinación de ciertas lenguas. Por otra parte, está, la etimología popular que es una muestra de los hablantes en su búsqueda de una motivación de los signos, es decir, buscar etimologías o motivaciones en las palabras en sentido popular.

Ahora bien, toda lengua es un código, y cuando hablamos producimos mensajes apoyados en las reglas y los elementos del idioma. Aunque para hablar, no es necesario que tengamos conciencia plena del lenguaje que utilizamos, pero tener un conocimiento inconsciente de la gramática solo significa que no podemos dar explicaciones sobre determinadas reglas gramaticales si nos las piden.

El único requisito es que respetemos el código del que somos inconscientes y que, sin embargo, utilizamos al igual que nuestra comunidad lingüística. En el habla también tenemos los paradigmas que son la unión de fonemas que forman una palabra, y la combinación de las palabras que forman un sintagma; que son los mensajes que producimos al seleccionar del código los elementos que necesitamos para nuestras finalidades comunicativas. Y esto sujeto al conjunto de reglas que nos indican como se combinan.

Al estar situados en los elementos que usamos para hablar, y que es el objetivo de Ávila en dicho texto. Es cuando entra el rol protagónico de la Filosofía. Porque en el ejemplo que presentamos anteriormente de la vestimenta del joven. Las múltiples interpretaciones que realicemos de una u otra manera vienen supeditadas a dos condiciones, la primera, a la formación y la carga cultural que poseamos, y segundo, al dominio de algunas ramas de la filosofía. Por ejemplo: ¿podemos interpretar correctamente sin el dominio de la hermenéutica? ¿nuestras conclusiones a las que llegamos en nuestros análisis, pueden ser debidamente consistentes, sin el dominio mínimo de la lógica? La ponderación de la vestimenta de un individuo de acuerdo al lugar y las reglas establecidas ¿podrían ser estudiadas de manera pertinente sin el estudio de la moral como rama de la Filosofía?

Podríamos poner una lista interminable de ejemplos donde se muestra como prueba intraocular, el hecho de que filosofamos con el uso de la lengua, y que la filosofía enriquece la lengua. Por eso, no ha de extrañar que algunos pensadores del índice histórico de la filosofía, inconforme con el vocabulario de su idioma, hayan sido capaces de crear palabras, conceptos y hasta otorgar significados diferentes a palabras ya existentes. De manera que no hay forma de separar lengua de Filosofía.

Bibliografía sugerida

ÁVILA, Raúl; La lengua y los hablantes. México 1977.

BERTUCCELLI PAPI, Marcela; Qué es la Pragmática. Barcelona 1996.

GAY BOCHACA, José; Curso de Filosofía Fundamental. 19934.

GUIRAUD, Pierre; La Semiología. México 199521.

HUDSON, W.D.; La filosofía moral contemporánea. Madrid 1987.

SAUSSURE, Ferdinand De; Curso de Lingüística General (Traducción, prólogo y notas de Amado Alonso). Argentina 194524.

SERRANO, Sebastià; La Semiótica (una introducción a la teoría de los signos). Barcelona 19924.

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