A medida he profundizado en los temas propios de la ciencia, cada vez se me hace más difícil entender qué está vivo y qué está muerto. Quizás, la principal característica que se atribuye a lo que está vivo es que se mueve, y si está muerto entonces tiene que estar quieto.
En la filosofía aprendemos que lo único absoluto es el movimiento. Y que todo lo que está en movimiento se desarrolla y cambia. De aquí queda claro que tanto la materia viva como la materia muerta se mueven, se desarrollan y cambian.
Desde la química es más sencillo de entender. Todo tipo de material está constituido por átomos. Los átomos a su vez están formados por un núcleo con protones y neutrones, y alrededor de este núcleo existen electrones que no se cansan de estar moviéndose dándoles la vuelta al núcleo. Así, es imposible que nada material que exista puede estar quieto y en consecuencia no podría estar muerto.
Existen otras características de la vida (materia animada) definidas en biología que podrían ser desmontadas utilizando una lógica científica parecida a lo que se ha comentado en el párrafo anterior.
De todos modos, vamos a aceptar la idea de que sí existe la materia viva y la materia muerta. Así, en lo adelante se tratará de contribuir con la creación de consciencia para que se entienda que lo que llamamos materia viva no existiría sin la materia muerta. Que ambas realmente son parte de un todo. Y que la materia viva depende más de la materia muerta, que la dependencia que tiene la materia muerta de la materia viva.
Veamos el caso que más nos interesa, la vida del ser humano. La máquina humana se mantiene funcionando gracias a la ingesta de compuestos químicos orgánicos (carbohidratos, proteínas, grasas, vitaminas); compuestos inorgánicos (óxido de hidrógeno-H2O-, Oxígeno -O2- y minerales -Na, K, Mg, Ca-). Y sobre todo, al motor de la vida física en el planeta, la influencia de la luz del sol.
Nótese que el óxido de hidrógeno y el oxígeno anteriormente mencionados son considerados materia muerta. Ambos son compuestos químicos que cubren todo nuestro planeta y no necesitan para nada de la presencia del ser humano para su existencia. Sin embargo, no existe ningún lugar en esta tierra donde pueda habitar el hombre sin oxígeno o sin óxido de hidrógeno.
En consecuencia, la vida del ser humano depende totalmente de la materia que consideramos muerta. Por tanto, cuidar nuestros océanos, mares, ríos, manantiales, pozos y todo tipo de fuentes que contengan óxido de hidrógeno debe ser una obligación voluntaria de cada ser humano. Asimismo, conviene saber dónde se produce el oxígeno que respiramos.
El oxígeno que respiramos lo producen los bosques terrestres y submarinos (fondo de océanos y mares). Estudios han reportado que más de 27,000 especies de algas que están distribuidas en todo el planeta son la principal fuente del oxígeno que respiramos. Sí, estas algas proporcionan más oxígeno que los bosques terrestres. Podríamos definir las algas como plantas que viven en el agua.
Del párrafo anterior se podrá entender por qué hay que proteger la flora (vida vegetal). Nótese como la materia muerta (oxígeno) surge a partir de la materia viva -la flora- gracias a la acción de la luz solar. Así que, lo único que le debe quedar claro al ser humano es que su vida en esta tierra es la consecuencia de la interacción entre la materia viva y la materia muerta, catalizada (promovida y acelerada) por la luz del sol.
¡Cuidemos nuestros recursos naturales (óxido de hidrógeno, toda clase de especies animales y plantas) si queremos seguir con vida!
¡Qué emocionante es vivir con la conciencia que te da los conocimientos básicos de la Química!