El meme digital como unidad discursiva

Todo acto que implica la participación consciente del hombre representa un acontecimiento social. Uno que tendrá o no éxito dependiendo de la efectividad con la se realice. En tal sentido, en un evento comunicativo, la construcción y transmisión efectiva de mensajes depende, en gran medida, de la habilitación de una situación de enunciación funcional.

Para establecer dicha situación, todo locutor debe observar, con cuidado, los elementos que la componen. Según Martínez (2002) cuando alguien habla utiliza un conjunto de recursos lingüísticos para, con ellos, apelar a un oyente. Partiendo de esta idea, todo enunciador debe considerar una serie de cuestiones antes y durante la producción de su discurso, a saber: ¿a quién se dirige?, ¿con qué fin?, ¿qué recursos lingüísticos y no lingüísticos necesita?, ¿cuál es el momento y lugar más adecuado para presentarlo?, entre otras. Volviendo a las ideas de la autora, todo productor de mensajes intenta establecer un acercamiento lingüístico reflejando sus características discursivas e imaginando las de sus potenciales receptores.

Una situación enunciativa se desarrolla en una dinámica discursiva que implica la participación de un enunciador y un enunciatario, es decir, un individuo que produce un mensaje y otro que lo consume. Según Ducrot (1984) estos sujetos discursivos se pueden denominar Ethos y Pathos, quienes representan, respectivamente, la imagen del Yo y del Tú dentro de toda actividad comunicativa. Claro que, como se anticipó más arriba, quien elabora el discurso toma muy en cuenta las características psíquicas, físicas y culturales de su receptor. Es por esto, por lo que tanto el enunciador como el enunciatario establecen, muchas veces de manera asincrónica, un conjunto de acuerdos. Estas convenciones, se sustentan en las normas comunicacionales del grupo al que pertenecen.

Estos planteamientos también se aplican a la producción de los memes digitales. Dichos textos requieren los procesos descritos en el párrafo anterior porque, como todo discurso, transmiten información. Sin embargo, en los memes, se deben considerar elementos paratextuales como las imágenes. Puesto que, en los entornos virtuales, estas han adquirido gran protagonismo. En tal sentido, la composición de este tipo de mensajes, regularmente, implica una parte gráfica y una lingüística. La brevedad de este segundo elemento es una de sus características principales.

La manera de decir lo que se dice en un meme garantiza o no su efectividad.  Por lo que la selección del registro debe realizarse con plena conciencia de los efectos que se esperan producir. Para Calsamiglia y Tusón (1999) el registro representa una unidad comunicativa de la lengua utilizada en un momento y lugar determinado, y con unos fines específicos. Esto es así porque, según las autoras, las personas utilizan un conjunto de principios textuales y socioculturales para la construcción de discursos coherentes y apropiados. En este punto, es imperante reconocer que si en un acto comunicativo lo que se dice es importante; más lo es, cómo se dice.

En este mismo orden, en la producción de un meme, también, se debe tomar en cuenta el principio de cooperación. Para Herbert Paul Grice en la tarea de la comunicación los interlocutores establecen acuerdos de cooperación que permiten una mejor comprensión de los mensajes propuestos. En tal sentido, toda persona que expresa un discurso debe considerar lo que Grice llama máximas de cooperación. El autor las sintetiza en cuatro tipos: a) máxima de cantidad: implica la cantidad de información que debe darse; b) máxima de calidad: sostiene que la información debe ser verdadera; c) máxima de relación: defiende la relevancia de los datos ofrecidos y d) máxima de manera: establece el modo de decir las cosas: breve, claro y organizado. Como se percibe, estos principios son los reguladores de un intercambio lingüístico efectivo. Aunque los mismos están pensados para conversaciones tradicionales se pueden aplicar a las prácticas discursivas establecidas en los entornos digitales por medio de los memes.

Siguiendo esta línea de pensamiento, Yus Ramos (2003) considera que en todo texto «los autores deben cooperar con los lectores, por ejemplo, eligiendo un registro o estilo de escritura que concuerde con lo que el escritor sabe o supone del conocimiento previo [background knowledge] y las expectativas de sus lectores». En esta parte, también es preciso considerar los planteamientos de Moreno Fernández (2005) para quien los integrantes de una comunidad de habla comparten, además de por lo menos una lengua, un conjunto de normas lingüísticas y extralingüísticas que regulan su coexistencia. En fin, es indiscutible que la producción e interpretación de todo tipo de mensajes, incluyendo a los memes, depende del conocimiento compartido de la lengua que poseen los interlocutores; y no solo de esto, sino, y, además, de la utilización de una gramática cultural común como se postula desde la sociolingüística.

También, se debe destacar que todas las actuaciones lingüísticas provocan alguna reacción. Estas, casi siempre, son verbales e indican la aceptación o rechazo de la misma. Dicho esto, no es descabellado pensar que cuando alguien habla trata de convencer a otro de que lo que dice es la versión más cercana a la verdad. En tal sentido, todo discurso, sin importar su propósito y secuenciación, contiene rasgos argumentativos.

Esto, no es diferente en los memes. Debido a que cuando un usuario publica este tipo de mensajes desea que sus amigos virtuales lo validen y compartan. Si esto último sucede, de algún modo, el locutor ha logrado domesticar a sus interlocutores con su discurso. En este mismo orden, Bassols y Torrent (2012) consideran que toda argumentación persigue, mediante unos enunciados, que unos receptores exhiban una conducta determinada. En otras palabras, con una argumentación se busca mover, por medio de la persuasión, la voluntad de los otros.

Referencias

Austin, J. L. (1982.): Cómo hacer cosas con palabras: palabras y acciones, Barcelona, Paidós.

Bassols, M. y Torrent, A. (2012). Modelos textuales. Teoría y práctica. 3era edición. España: Octaedro.

Blackmore, S. (2000). La máquina de los memes. Barcelona, España: Paidós.

Calsamiglia Blancáfort, H., & Tusón Valls, A. (1999). Las cosas del decir: manual de análisis del discurso. Barcelona: Ariel. Recuperado de https://universitas82.files.wordpress.com/2013/08/las-cosas-del-decir.pdf

Chango, K. (2018). Representaciones acerca del mundo indígena contemporáneo. Análisis discursivo de memes de dos páginas de Facebook: «Crudo Ecuador” y «Ecuatoriano hasta las huevas». Universidad Central del Ecuador, Ecuador.

Dawkins, R. (2000). El gen egoísta. Barcelona: Editorial Salvat.

Ducrot, O. (1984). El decir y lo dicho. Polifonía de la enunciación. Barcelona: Paidós.

García Barrientos, J. L. (2000). Las figuras retoricas. El lenguaje literario 2. 2da edición. España: Arcos libros.

Grice, H. P. (1975). «Logic and conversation». En P. Cole y J. L. Morgan (eds.). Syntax and Semantic. Speech Acts. Nueva York: Academic Press, pp. 41-58.

Martínez, MC. (2002). Estrategias de la lectura y escritura de textos: Perspectivas teóricas y talleres. Cátedra UNESCO para el Mejoramiento de la Calidad y Equidad de la Educación en América Latina en base a la Lectura y la Escritura. Unidad de Artes gráficas, Facultad de Humanidades. Universidad del Valle. Colombia.

Moreno Fernández, F. (2002). Producción, expresión e interacción oral. 2da edición. Madrid: Arco Libros.

Moreno Fernández, F. (2005). Principios de sociolingüística y sociología del lenguaje. 2da edición. Barcelona: Editorial Ariel.

Faustino Medina, profesor de la Escuela de Letras de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Contacto: faustinomedina2683@gmail.com

 

 

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