El medioevo criollo y el Pensamiento Hostosiano

Apolinar García Henríquez

Al analizar cualquier obra sobre la Historia de las Ciencias el lector puede percatarse de que una de las consecuencias del desarrollo del pensamiento científico ha sido el abandono, por parte de los hombres, de ciertos mitos y creencias religiosas, productos de la imaginación, la fantasía y la incapacidad de dar explicación racional a determinadas interrogantes de la vida y del mundo circundante. En ese sentido, el desarrollo del pensamiento científico permitía al hombre tener un dominio más amplio de la realidad, pero bajo la lucha a muerte con la ideología religiosa, ya que los fenómenos de la materia fueron desprovistos de toda vinculación con lo trascendente. Dicho de otra manera, la ciencia pasaría a ser la verdad de lo real y la religión la verdad de lo imaginario.

Bien es sabido que la Iglesia católica instauró su dominio ideológico desde el mismo momento del descubrimiento. No podía ser de otra manera, ya que, España dominaba por un régimen confesional hubo de crear las condiciones propicias para la difusión del credo católico. Así, el Estado español y la iglesia formaron un bloque monopolítico en los territorios conquistados. Tal realidad se mantuvo inalterable durante todo el periodo colonial, pues, las propias condiciones económicas contribuyeron a crear una sociedad de carácter rural donde la religión se convirtió en uno de sus principales elementos, lo que significa que la religión se asocia más íntimamente a las formas de economía y de vida de tipo rural-agrario que a las de tipo urbano- industrial. El espíritu ilustrado, característico del medio urbano industrial, apenas si deja espacio a la religiosidad ingenua y a la fe en la existencia de poderes sobrenaturales, por lo tanto, la vida rural agraria favorecería con su proximidad a la naturaleza y su orientación tradicional al desarrollo de la fuerza religiosa.

Los lineamientos del medioevo criollo impuestos por la Iglesia llegaron a tales niveles que la enseñanza universitaria se enfatizaba en producir más doctores en teología que hombres de ciencias de aplicación.  Esta notoriedad de la Iglesia en el orden ideológico supuso que nuestra constitución la estatuyera como religión oficial del Estado, por lo tanto, no es de extrañar que los principios escolásticos y medievales guiaran la educación en su contenidos y métodos. Esta situación fue campo propio para el desarrollo de la religión y facilitó a la Iglesia Católica el dominio absoluto en el medio cultural. Ella mantuvo un seguimiento monolítico a tenor de un constante rechazo a todos los que intentasen combatir o distorsionar el dogma y la tradición— pilares básicos de su doctrina. Es más, fueron casi nulas las voces que se levantaron para poner en tela de juicio el papel hegemónico de su doctrina.

A consecuencias del dominio religioso en los estratos más humildes de la sociedad dominicana, el analfabetismo y la ignorancia predominaban en el medio, pues, apenas los centros más poblados poseían una que otra escuelita con un reducido número de alumnos. Cabe destacar que estas escuelas eran financiadas por los ayuntamientos. Ahora bien, esas ayudas no se reflejaban en las zonas rurales, pues estas iban directamente a los lugares más poblados y económicamente progresistas.

A mediados de 1870, la penetración de las ideas filosóficas y liberales del siglo se manifestaron con más fuerza en nuestro país dando origen a la formación de sectores que adoptaron posiciones contrarias a la Iglesia Católica en el campo de la educación, la política y la moral. El papel más significativo lo desempeñó Eugenio María de Hostos alrededor del cual giraron las más duras polémicas con la Iglesia Católica, sobre todo en lo que se refiere al laicismo en la educación. A raíz de esta oposición, Mons. Mariño es quién encarnará el papel principal del lado de la Iglesia frente al laicismo. Ahora bien, al afirmar que la sociedad dominicana era una sociedad de base agraria muy atrasada y que en esta base social era donde la iglesia tenía su mayor hegemonía y, por ende, el sector que prácticamente no tenía acceso a la educación, es evidente que sería la clase más afectada en términos de analfabetismo e ignorancia. A raíz de todo lo antes mencionado debemos formular la siguiente pregunta: ¿cuáles fueron las causas que impulsaron el pensamiento Hostosiano en la sociedad dominicana? La respuesta a esta interrogante la podemos encontrar en el plano económico y social. Los aspectos son los siguientes: Mediados de la década del 70, la economía dominicana inició un proceso, cuyas resultantes dieron lugar a cambios que podemos calificar de cuantitativos con respecto a la situación anterior. Con el auge que alcanzó el cultivo del tabaco en la región del Cibao, fue motorizada por el surgimiento de relaciones de producción capitalistas como producto del incentivo que se dio a la industria azucarera. La inmigración cubana que se produjo como consecuencia de la guerra de los diez años insertó la fuerza de vapor que dejó atrás al viejo trapiche de tracción animal y dio a la industria azucarera el dinamismo propio de una empresa capitalista. Como es lógico suponer, todo este movimiento económico produjo una respuesta en el orden social donde concomitamente se produjo una gran movilidad y, todo este engranaje económico les abrió las puertas a la conformación de la clase burguesa que se apoderó de los medios de producción más importantes. Hay que destacar que las personas que formaron esta nueva clase eran en su mayoría extranjeros, pero también había un grupo numeroso de criollos. Como es de suponer que la emergente burguesía recurriera a nuevas concepciones o al menos estuviese al tanto de lo que sucedía en Europa en ese orden. Además, muchos de sus hijos y allegados que frecuentaron centros de estudios metropolitanos regresaban al país imbuidos de nuevas ideas. Esto significa, que algunas ideas de la filosofía racionalista que fueron el arma de la burguesía contra el pensamiento teológico feudal entraban en vigencia en santo Domingo provocando un serio enfrentamiento con la iglesia católica. Que significa todo esto, que esos sectores fueron los que dieron apoyo a Hostos en el desarrollo de su obra con la que se expandieron las ideas modernas más rápidamente. Estos planteamientos revolucionarios en el campo de la educación buscaban romper con el escolasticismo religioso. Para ilustrar la idea sobre la educación, era indispensable formar un ejército de maestros que en toda la república militara contra la ignorancia, contra la superstición, contra el cretinismo y contra la barbarie. Frente a estas ideas entendemos que el pensamiento Hostosiano buscaba romper con la generación de esclavos voluntarios que vivían encadenados al poder humano y al poder divino.

Frente a esta situación, la Iglesia inició una recia ofensiva contra la filosofía que preconizaba el hostosianismo, ya que éste significaba revitalizar el laicismo que fue en Europa producto del avance de la ciencia y del gran desarrollo de la economía que propiciaron a su vez, un descreimiento en los propósitos religiosos y sobrenaturales. Esto reafirma lo que hemos venido planteando: “El crecimiento económico y el auge de la burguesía en las zonas progresistas fueron los principales incentivadores del desconocimiento de la religión”. ( pág- 32-33 Peralta Brito Rafael, Religión,  filosofía y política en F. A. de Meriño).

Es el mismo Meriño que veía en el hostosianismo la puerta abierta del ateísmo universal que con los avances de las ciencias había dado pasos firmes en el cuestionamiento de la verdad y dogmas religiosos, frente a esta realidad era imposible tratar de tapar el sol con un dedo pues la ciencia había despojado en realidad muchos mitos que se tenía como verdades de fe. Eso creó serios revuelos en los sectores religiosos, sobre todo, católico.

En definitiva los planes de Hostos no iban directamente a la problemática religiosa, al menos en lo que a materia educacional se trataba: “ Era absolutamente indispensable — dice Hostos— establecer un orden racional en los estudios, un método razonando en la enseñanza, la influencia de un principio armonizador en el profesorado, y el ideal de un sistema superior a todo otro, en el proceso mismo de la educación común” ( Rodríguez Demorizi, Emilio: Hostos en Santo Domingo” Tomo I, Pág. 149).

Por ultimo y a juicio de Hostos con relación a la educación afirma lo siguiente: “la enseñanza es “formar hombres para la humanidad concreta, que es la patria, y la patria abstracta, que es la humanidad, en cuanto formar razones y conciencias sanas”. La razón es para Hostos un organismo compuesto de organismos, de fuerzas que manifiestan su actividad por medio de las tres funciones básicas de la razón: sentir, querer y pensar. Como todo organismo, la razón, en cuanta función que llamamos pensar, tiene una necesidad y un propósito a cuya satisfacción apunta en su actividad: descubrir, conocer y poseer la verdad. Esto significa que la razón en cuanto pensar tiende al desarrollo de una representación conceptual sistemática de la realidad.

Apolinar García Henríquez es egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), de la carrera de educación Mención Ciencias Sociales. Actualmente funge como docente en el colegio Integral H&A. Contacto: Apolinargarciah@gmail.com

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