Saberes necesarios para la práctica educativa de Paulo Freire (Reseña)

 

Darwin Leonardo Vásquez Pérez

Introducción

El libro “Saberes necesarios para la práctica educativa, cuyo título original es pedagogía da autonomía”, es un documento escrito por el pedagogo brasileño Paulo Freire, el mismo, escrito en Sao Paulo y publicado en el año 2004 por la editorial Paz y Tierra.  Se presentará una reseña de todo el contenido del libro, sobre los saberes necesario para la práctica educativa o  pedagogía da autonomía, según la editora Paz y Tierra Freire, nos ofrece un marco conceptual relacionado con la práctica de los profesionales de la educación, quienes para este autor estarán comprometidos tanto con la enseñanza como con el aprendizaje. Articula un total de veinte «saberes» o principios a tener en cuenta, vinculados a tres capítulos principales, los cuales a su vez son los pilares conceptuales de esta obra: No hay enseñanza sin aprendizaje; enseñar no es transferir conocimientos y el proceso de educar es sólo una empresa humana.

La presente reseña tiene como finalidad mostrar cuales son esos saberes que según Freire son necesarios para la práctica educativa.

Desarrollo

Freire señala que la educación basada en la interacción entre educar y aprender requiere seguir los siguientes pasos: observa un rigor metodológico; desarrolla la investigación; respeto por el conocimiento particular de cada estudiante; ejercita el pensamiento crítico; respeta la ética y estética; haz lo que dices y arriésgate aceptando lo nuevo, al tiempo que rechazas cualquier forma de discriminación; reflexiona críticamente acerca de las prácticas educacionales; y asume tu identidad cultural.

Según la editorial Paz y Tierra, en el libro Pedagogía de la autonomía, Freire nos convoca a pensar acerca de lo que los maestros deben saber, y de lo que deben hacer, en el proceso de la enseñanza y el aprendizaje, sobre todo cuando el énfasis está puesto en educar para lograr la igualdad, la transformación y la inclusión de todos los individuos en la sociedad. El pedagogo no va a justificar el analfabetismo o la no asistencia a las escuelas por la irresponsabilidad de los padres o por el resultado de sus bajos ingresos, porque para él la educación y las posibilidades que ella brinda de mejoramiento de la humanidad son fundamentales en su concepción sobre la liberación de los individuos y su inclusión en las sociedades.

Paulo Freire, São Paulo, septiembre de 1996 expresa: “Debo enfatizar también que éste es un libro esperanzado, un libro optimista, pero no construido ingenuamente de optimismo falso y de esperanza vana.

En el primer capítulo del presente libro sobre el cual realizamos esta reseña, cuyo tema es: NO HAY DOCENCIA SIN DISCENCIA– su autor Freire expone: “Debo dejar claro que, aunque mi interés central en este texto sea el de considerar saberes que me parecen indispensables a la práctica docente de educadoras o educadores críticos, progresistas, algunos de ellos son igualmente necesarios para los educadores conservadores. Son saberes demandados por la práctica educativa en sí misma, cualquiera que sea la opción política del educador o educadora.”

Como una forma de ilustración sobre el tema del libro, saberes necesarios en la educación, Freire relata de manera ejemplificada que: El acto de cocinar, por ejemplo, supone algunos saberes concernientes al uso de la estufa, cómo encenderla, cómo graduar para más o para menos la flama, cómo lidiar con ciertos riesgos aun remotos de incendio, cómo armonizar los diferentes condimentos en una síntesis sabrosa y atractiva. La práctica de cocinar va preparando al novato, ratificando algunos de aquellos saberes, rectificando otros, y posibilitando que se convierta en cocinero. La práctica de navegar implica la necesidad de saberes fundamentales como el del dominio del barco, de las partes que lo componen y de la función de cada una de ellas, como el conocimiento de los vientos, de su fuerza, de su dirección, los vientos y las velas, la posición de las velas, el papel del motor y de la combinación entre motor y velas. En la práctica de navegar se confirman, se modifican o se amplían esos saberes.

El objetivo de Freire en este texto y lo que más le interesa según sus planteamientos es “enumerar y discutir algunos saberes fundamentales para la práctica educativo-crítica o progresista y que, por eso mismo, deben ser contenidos obligatorios de la organización programática docente. Contenidos cuya comprensión, tan clara y tan lúcida como sea posible, debe ser elaborada en la práctica formadora. Es preciso, sobre todo, y aquí va ya uno de esos saberes indispensables, que quien se está formando, desde el principio mismo de su experiencia formadora, al asumirse también como sujeto de la producción del saber, se convenza definitivamente de que enseñar no es transferir conocimiento, sino crear las posibilidades de su producción o de su construcción.

Quien enseña aprende al enseñar y quien aprende enseña al aprender, por eso es que, desde el punto de vista gramatical, el verbo enseñar es un verbo transitivo-relativo. Verbo que pide un objeto directo -alguna cosa- y un objeto indirecto -a alguien. De igual forma Freire hace la aclaración de que “enseñar no existe sin aprender y viceversa y fue aprendiendo socialmente como, históricamente, mujeres y hombres descubrieron que era posible enseñar. Fue así, aprendiendo socialmente, como en el transcurso de los tiempos mujeres y hombres percibieron que era posible-después, preciso- trabajar maneras, caminos, métodos de enseñar. Aprender precedió a enseñar o, en otras palabras, enseñar se diluía en la experiencia realmente fundadora de aprender. No temo decir que carece de validez la enseñanza que no resulta en un aprendizaje en que el aprendiz no se volvió capaz de recrear o de rehacer lo enseñado, en que lo enseñado que no fue aprehendido no pudo ser realmente aprendido por el aprendiz.

La composición de saberes prácticos que plantea Freire es extensa, en el primer capítulo titulado no hay docencia sin discencia, de los tres con que consta su libro, los saberes necesarios para la práctica educativa que dicho autor explica son:

  1. Enseñar exige rigor metódico. 2. Enseñar exige investigación. 3. Enseñar exige respeto a los saberes de los educandos. 4. Enseñar exige critica. 5. Enseñar exige estética y ética. 6. Enseñar exige la corporificación de las palabras por el ejemplo. 7. Enseñar exige riesgo, asunción de lo nuevo y rechazo de cualquier forma de discriminación. 8. Enseñar exige reflexión crítica sobre la práctica. 9. Enseñar exige el reconocimiento y la asunción de la identidad cultural.

Sobre cada uno de estos principios educativos que Freire considera saberes prácticos, plantea un argumento que sería la implicación de lo que significa, sobre estos saberes para la práctica educativa el expresa lo siguiente:

  1. Enseñar exige rigor metódico: El educador democrático no puede negarse el deber de reforzar, en su práctica docente, la capacidad crítica del educando, su curiosidad, su insumisión. Una de sus tareas primordiales es trabajar con los educandos el rigor metódico con que deben «aproximarse» a los objetos cognoscibles.
  2. Enseñar exige investigación: No hay enseñanza sin investigación ni investigación sin enseñanza. Esos quehaceres se encuentran cada uno en el cuerpo del otro.
  3. Enseñar exige respeto a los saberes de los educandos: Por eso mismo pensar acertadamente impone al profesor o, en términos más amplios, a la escuela, el deber de respetar no sólo los saberes con que llegan los educandos, sobre todo los de las clases populares -saberes socialmente construidos en la práctica comunitaria-, sino también, como lo vengo sugiriendo hace más de treinta años, discutir con los alumnos la razón de ser de esos saberes en relación con la enseñanza de los contenidos.
  4. Enseñar exige crítica: La superación y no la ruptura se da en la medida en que la curiosidad ingenua, sin dejar de ser curiosidad, al contrario, al continuar siendo curiosidad, se hace crítica.
  5. Enseñar exige estética y ética: La necesaria promoción de la ingenuidad a la crítica no puede o no debe ser hecha a distancia de una rigurosa formación ética siempre al lado de la estética.
  6. Enseñar exige la corporificación de las palabras en el ejemplo: El profesor que realmente enseña, es decir, que trabaja los contenidos en el marco del rigor del pensar acertado, niega, por falsa, la fórmula farisaica, del “haga lo que mando y no lo que hago».
  7. Enseñar exige riesgo, asunción de lo nuevo y rechazo de cualquier forma de discriminación: Es propio del pensar acertado la disponibilidad al riesgo, la asunción de lo nuevo que no puede ser negado o recibido sólo porque es nuevo, así como el criterio de rechazo a lo viejo no es solamente cronológico. Lo viejo que preserva su validez o que encarna una tradición o marca una presencia en el tiempo continúa nuevo.
  8. Enseñar exige reflexión crítica sobre la práctica: El pensar acertadamente sabe, por ejemplo, que no es a partir de él, como un dato dado, como se conforma la práctica docente crítica, sino que sabe también que sin él ésta no se funda.
  9. Enseñar exige el reconocimiento y la asunción de la identidad cultural: Es interesante extender un poco más la reflexión sobre la asunción. El verbo asumir es un verbo transitivo y puede tener como objeto el propio sujeto que así se asume.

En el segundo capítulo de este libro cuyo título es: Enseñar no es transferir Conocimiento, al respecto Freire empresa que, “Es preciso insistir: este saber necesario al profesor -que enseñar no es transferir conocimiento- no sólo requiere ser aprehendido por él y por los educandos en sus razones de ser -ontológica, política. Ética, epistemológica, pedagógica, sino que también requiere ser constantemente testimoniado, vivido.” En este capítulo los saberes necesarios para la práctica educativa que Freire destaca son:

1.Enseñar exige conciencia del inacabamiento. 2. Enseñar exige el reconocimiento de ser condicionado. 3. Enseñar exige respeto a la autonomía del ser del educando.  4. Enseñar exige buen juicio. 5. Enseñar exige humildad, tolerancia y lucha en defensa de los derechos de los educadores. 6. Enseñar exige la aprehensión de la realidad. 7. Enseñar exige alegría y esperanza. 8. Enseñar exige la convicción de que el cambio es posible. 9. Enseñar exige curiosidad.

Sobre estos saberes para la práctica educativa, paulo Freire plantea lo siguiente:

  1. Enseñar exige conciencia del inacabamiento: Mi inmunidad ante los otros y ante el mundo mismo es la manera radical en que me experimento como ser cultural, histórico, inacabado y consciente del inacabamiento.
  2. Enseñar exige el reconocimiento de ser condicionado: Me gusta ser persona porque, inacabado, sé que soy un ser condicionado, pero, consciente del inacabamiento, sé que puedo superarlo. Ésta es la diferencia profunda entre el ser condicionado y el ser determinado. La diferencia entre el inacabado que no se sabe cómo tal y el inacabado que histórica y socialmente logró la posibilidad de saberse inacabado. Éste es un saber fundador de nuestra práctica educativa, de la formación docente, y de nuestra inconclusión asumida. Lo ideal es que, en la experiencia educativa educandos, educadoras y educadores, juntos, “convivan» con este y con otros saberes de los que hablaré de tal manera que se vayan volviendo sabiduría. En este saber Freire citando a François Jacob, expresa que los alumnos estánprogramados” pero, para aprender”.
  3. Enseñar exige respeto a la autonomía del ser del educando:  Otro saber necesario a la práctica educativa, y que se apoya en la misma raíz que acabo de discutir -la de la inconclusión del ser que se sabe inconcluso, es el que se refiere al respeto debido a la autonomía del ser del educando. Del educando niño, joven o adulto. Como educador, debo estar constantemente alerta con relación a este respeto, que implica igualmente el que debo tener por mí mismo.
  4. Enseñar exige buen juicio: La vigilancia de mi buen juicio tiene una importancia enorme en la evaluación que, a cada instante, debo hacer de mi práctica. Antes, por ejemplo, de cualquier reflexión más detenida y rigurosa, es mi buen juicio el que me indica ser tan negativo, desde el punto de vista de mi tarea docente, el formalismo insensible que me hace rechazar el trabajo de un alumno porque está fuera de plazo, a pesar de las explicaciones convincentes del alumno, como el menosprecio pleno por los principios reguladores de la entrega de los trabajos.
  5. Enseñar exige humildad, tolerancia y lucha en defensa de los derechos de los educadores: Una de las formas de lucha contra la falta de respeto de los poderes públicos hacia la educación es, por un lado, nuestro rechazo a transformar nuestra actividad docente en una pura «chamba», y, por el otro, nuestra negativa a entenderla y a ejercerla como práctica afectiva de «tíos y tías”. *
  6. Enseñar exige la aprehensión de la realidad: Otro saber fundamental para la práctica educativa es el que se refiere a su naturaleza. Como profesor necesito moverme con claridad en mi práctica. Necesito conocer las diferentes dimensiones que caracterizan la esencia de la práctica, lo que me puede hacer más seguro de mi propio desempeño.
  7. Enseñar exige alegría y esperanza: Mi involucramiento con la práctica educativa, sabidamente política, moral, gnoseológica, nunca dejó de realizarse con alegría, lo que no quiere decir que haya podido fomentarla siempre en los educandos. Pero, en cuanto clima o atmósfera del espacio pedagógico, nunca dejé de estar preocupado por ella.
  8. Enseñar exige la convicción de que el cambio es posible: Uno de los saberes primeros, indispensables para quien al llegar a favelas o a realidades marcadas por la traición a nuestro derecho de ser pretende que su presencia se vaya convirtiendo en convivencia, que su estar en el contexto se vaya volviendo estar con él, es el saber del futuro como problema y no como inexorabilidad. Es el saber de la Historia como posibilidad y no como determinación.
  9. Enseñar exige curiosidad: Si existe una práctica ejemplar como negación de la experiencia formadora es la que dificulta o inhibe la curiosidad del educando y, en consecuencia, la del educador. Es que el educador que sigue procedimientos autoritarios o paternalistas que impiden o dificultan el ejercicio de la curiosidad del educando, termina por entorpecer su propia curiosidad. Ninguna curiosidad se sustenta éticamente en el ejercicio de la negación de la otra curiosidad. La curiosidad de los padres que sólo se experimenta en el sentido de saber cómo y dónde anda la curiosidad de los hijos se burocratiza y perece. La curiosidad que silencia a otra también se niega a sí misma.

Estas son las concepciones que Freire sostiene en su libro sobre esto principios que convergen al capítulo número dos.

De la misa manera en que Freire en plantea los demás sabes en los demás capítulos, también lo hace en este capítulo cuyo título es: enseñar es una especificidad humana, que es el número tres con el que finaliza su trabajo sobre los saberes para la práctica educativa, entre esos saberes que destacan aquí están:

  1. Enseñar exige seguridad, competencia profesional y generosidad. 2. Enseñar exige compromiso. 3. Enseñar exige comprender que la educación es una forma de intervención en el mundo. 4. Enseñar exige libertad y autoridad. 5. Enseñar exige una toma consciente de decisiones.  6. Enseñar exige saber escuchar.  7. Enseñar exige reconocer que la educación es ideológica.  8. Enseñar exige disponibilidad para el diálogo.  9. Enseñar exige querer bien a los educandos.

con relación a estos saberes, Freire expresa lo siguiente:

  1. Enseñar exige seguridad, competencia profesional y generosidad: La seguridad con que la autoridad docente se mueve implica otra, la que se funda en su competencia profesional. Ninguna autoridad docente se ejerce sin esa competencia. El profesor que no lleve en serio su formación, que no estudie, que no se esfuerce por estar a la altura de su tarea no tiene fuerza moral para coordinar las actividades de su clase.
  2. Enseñar exige compromiso: Otro saber que debo traer conmigo y que tiene que ver con casi todos a los que me he referido es el de que no es posible ejercer la actividad del magisterio como si nada ocurriera con nosotros. Como sería imposible que saliéramos a la lluvia expuestos totalmente a ella, sin defensas, y no nos mojáramos. No puedo ser maestro sin ponerme ante los alumnos, sin revelar con facilidad o resistencia mi manera de ser, de pensar políticamente.
  3. Enseñar exige comprender que la educación es una forma de intervención en el mundo: Otro saber del que no puedo ni siquiera dudar un momento en mi práctica educativo-crítica es el de que, como experiencia específicamente humana, la educación es una forma de intervención en el mundo. Intervención que más allá del conocimiento de los contenidos bien o mal enseñados y/o aprendidos implica tanto el esfuerzo de reproducción de la ideología dominante como su desenmascaramiento. La educación, dialéctica y contradictoria, no podría ser sólo una u otra de esas cosas. Ni mera reproductora ni mera desenmascaradora de la ideología dominante.
  4. Enseñar exige libertad y autoridad: En otro momento de este texto me referí al hecho de que no hemos resuelto aún el problema de la tensión entre la autoridad y la libertad. Inclinados como estamos a superar la tradición autoritaria, tan presente entre nosotros, nos deslizamos hacia formas libertinas de comportamiento y descubrimos autoritarismo donde sólo hubo ejercicio legítimo de la autoridad.
  5. Enseñar exige una toma consciente de decisiones: La educación, especificidad humana, como un acto de intervención en el mundo. Es preciso dejar claro que el concepto de intervención se está usando sin ninguna restricción semántica. Cuando hablo de la educación como intervención me refiero tanto a la que procura cambios radicales en la sociedad, en el campo de la economía, de las relaciones humanas, de la propiedad, del derecho al trabajo, a la tierra, a la educación, a la salud, cuanto a la que, por el contrario, pretende reaccionariamente inmovilizar la Historia y mantener el orden injusto.
  6. Enseñar exige saber escuchar: Lo que nunca hace quien aprende a escuchar para poder hablar con es hablar impositivamente. Incluso cuando, por necesidad, habla contra posiciones o concepciones del otro, habla con él como sujeto de la escucha de su habla crítica y no como objeto de su discurso. El educador que escucha aprende la difícil lección de transformar su discurso al alumno, a veces necesario, en un habla con él.
  7. Enseñar exige reconocer que la educación es ideológica: El saber que se refiere a la fuerza, a veces mayor de lo que pensamos, de la ideología, es igualmente indispensable para la práctica educativa del profesor o de la profesora. Es el que nos advierte de sus mañas, de las trampas en que nos hace caer. Es que la ideología tiene que ver directamente con el encubrimiento de la verdad de los hechos, con el uso del lenguaje para ofuscar u opacar la realidad al mismo tiempo que nos vuelve «miopes».
  8. Enseñar exige disponibilidad para el diálogo: Como profesor no debo escatimar ninguna oportunidad para manifestar a los alumnos la seguridad con que me comporto al discutir un tema, al analizar un hecho, al exponer mi posición frente a una decisión gubernamental. Mi seguridad no reposa en la falsa suposición de que lo sé todo, de que soy lo «máximo». Mi seguridad se funda en la convicción de que algo sé y de que ignoro algo, a lo que se junta la certeza de que puedo saber mejor lo que ya sé y conocer lo que aún ignoro. Mi seguridad se afirma en el saber confirmado por la propia experiencia de que, si mi inconclusión, de la que soy consciente, atestigua, de un lado, mi ignorancia, me abre, del otro, el camino para conocer.
  9. Educar exige querer bien a los educandos: Qué decir, pero sobre todo qué esperar de mí, si, como profesor, no me ocupo por ese otro saber, el de que es necesario estar abierto al gusto de querer bien, a veces, al desafío de querer bien a los educandos y a la propia práctica educativa de la cual participo. Esta apertura al querer bien no significa, en verdad, que, por ser profesor, me obligo a querer bien a todos los alumnos de manera semejante. Significa, de hecho, que la afectividad no me asusta, que no tengo miedo de expresarla.

Conclusión

Sobre los siguiente saberes planteados Freire expresa que: “El educador progresista necesita estar convencido de que una de sus consecuencias es hacer de su trabajo una especificidad humana. Ya vimos que la condición humana fundadora de la educación es precisamente la inconclusión de nuestro ser histórico del cual nos tornamos conscientes. Nada de lo que diga respecto al ser humano, a la posibilidad de su perfeccionamiento físico y moral, a su inteligencia al ser producida y desafiada, a los obstáculos a su crecimiento, a lo que pueda hacer en favor del embellecimiento o del afeamiento del mundo, a la dominación a que esté sujeto, a la libertad por la que debe luchar, nada que diga respecto a los hombres y a las mujeres puede pasar inadvertido al educador progresista.

Las ideas retomadas en esta obra rescatan de forma actualizada, leve, creativa, provocativa, valerosa y esperanzadora, cuestiones que continúan día a día instigando el conflicto y el debate de educadores y educadoras. Lo cotidiano del profesor en el salón de clases y fuera de él, desde la educación elemental hasta el posgrado, es explorado como en una codificación, en cuanto espacio de reafirmación, negación, creación, resolución de saberes que constituyen los «contenidos obligatorios de la organización programática y el desarrollo de la formación docente». Son contenidos que sobrepasan los ya cristalizados por la práctica escolar y de los cuales el educador progresista, principalmente, no puede prescindir para el ejercicio de la pedagogía de la autonomía aquí propuesta. Una pedagogía fundada en la ética, en el respeto a la dignidad y a la propia autonomía del educando.

En cuanto a este libro la editorial paz y tierra en la cual se imprimió expresa que: Este libro entraña una tremenda contribución a la enseñanza como profesión mayor. Debe ser lectura obligada de todo maestro en este mundo y en especial en América Latina y el Caribe, porque sin dudas aporta nuevas ideas acerca de las maneras más efectivas de formar a los educadores, y acerca de las reformas que todavía los sistemas de enseñanza deberán emprender, para hacerlos formadores reales de individuos imbricados en sus sociedades.

Cada maestro debe tener y llevar presente cada uno de estos saberes, que son, más que importantes significativos para llevar una educación y un aprendizaje de calidad, siendo así debemos mantener el compromiso de responsabilizarnos con aplicar cada principio de los ya propuestos, de manera que hagamos de la escuela un lugar de paz y no una cárcel de cuatro paredes, siendo así, aremos jóvenes que serán el futuro de su nación, cada docente debe comprometerse con la lectura esforzada que le ayude de manera significativa a hacer de su profesión algo amado y que transmita esto mismo en sus exponencias, cada saber propuesto debe mantenerse como punto número uno a la hora de enseñar.

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