La falacia del mérito personal

Prof. Leonardo Díaz, Filósofo y ensayista

La idea de percibir nuestros logros como hazañas personales puede ser satisfactoria, pero no es realista.

Una tradición del pensamiento occidental sostiene que el éxito es producto del mérito personal y que la carencia de éste es la causa del fracaso.

El supuesto del referido paradigma es que somos dueños absolutos de nuestro destino, que basta con nuestras decisiones y acciones para hilar el destino de nuestras vidas.

El referido supuesto es falaz. Somos el producto de un conjunto de circunstancias que no hemos creado, que nos anteceden y condicionan.

Pensemos en el ejemplo de un escritor que ha obtenido un importante galardón literario. Puede decirse que la obtención del premio es un mérito exclusivo suyo, el producto de su esfuerzo y de sus destrezas.

Pero el asunto no es tan simple. El talento tiene un primer cimiento en los genes, producto de una herencia que no se debe a ningún merecimiento de nuestro escritor. Luego, sus potenciales capacidades se han desarrollado en un entorno.

Por tanto, su talento es el resultado de la interacción entre sus genes y el proceso de experiencias que tuvo la oportunidad de vivir: el ambiente familiar, el entorno escolar, las lecturas a las que tuvo acceso, las conversaciones que escuchó, así como los apoyos económicos, emocionales e intelectuales que recibió.

Y por supuesto, aún habiendo contado de manera favorable con todos los factores señalados, nuestro escritor galardonado ha necesitado de otros factores que han proyectado su carrera y que tampoco son un mérito personal: escribir en un lugar donde ha existido una cultura editorial, vivir en una ciudad donde han habitado muchos lectores, la existencia de una atmósfera cultural propicia para su estilo y contenido, entre otras condicionantes.

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One comment

  1. Excelente reflexión Leonardo.
    La conclusión a la que llega sobre este tema aporta claridad al tema, sobre todo porque tú tiene la autoridad para decirlo. Cuando leía tur artículo, recordaba algunas conversaciones con tu madre, que nos contaba lo orgullosa que se sentía con el hecho de que tú te dedicara a la docencia y a la escritura, porque ella siempre deseo ser maestra y sentía que lo había logrado a través de ti.

    Resulta casi imposible negar la expresión de Sartre de que el ser humano es lo que hace, con lo que hicieron de él. ¿Somos libres de elegir?, «claro que sí», pero nuestra elección siempre estará enmarcada dentro del conjunto de límites que tenemos en nuestro medio.

    Por otra parte tu discurso reconoce la deuda que tenemos con el legado de todos aquellos pensadores e intelectuales que nos prestaron sus ideas y pensamientos a través de siglos y siglos de literatura guardada en los libros.

    Aunque pocos reconocen este hecho, pero en realidad nuestra cultura intelectual está formada de los retazos de las ideas de otros pensadores, aunque no tampoco es correcto subvalorar el aporte personal que cada intelectual hace en la construcción de sí mismo, al poner su voluntad al servicio de metas superiores a las de su medio social y cultural. Se podría decir, en favor del talento personal, que muchos otros tuvieron las mismas oportunidades y no lograron lo que ha logrado determinado sujeto.

    Aquí entra otro componente importante, pues cada ser humano, encuentra el sentido de su vida en quehaceres distintos. Unos se sienten realizados sembrando yuca en su campo, tener una familia, otros todo lo que querían era ser parte del ejército, otros son bachateros y k.

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