Mi tercera Navidad en la cárcel, Rosa Luxemburgo

“Mi TERCERA NAVIDAD TRÁS las REJAS, PERO NO ES UNA TRAGEDIA».

Rosa Luxemburgo en 1893, a los 22 años.

Breslau, a la víspera del 24 de diciembre de 1917

Es mi tercera navidad tras las rejas, pero no lo tome usted como tragedia. Yo estoy tan tranquila y serena como siempre.

Ayer me quedé mucho tiempo despierta en cama –en estos tiempos no puedo dormirme nunca antes de la una, aunque ya a las diez debo irme a la cama–, entonces sueño diferentes cosas en la oscuridad. Y entonces estaba pensando ayer: qué curioso es que continuamente vivo en una embriaguez de alegría –sin motivo alguno–. Así, estoy acostada por ejemplo aquí, en mi celda oscura, en un colchón duro como una roca, a mi alrededor domina el silencio habitual de un cementerio, una se siente como en el sepulcro; desde la ventana se dibuja en el techo el reflejo de la linterna que arde en la prisión toda la noche. De vez en cuando se escucha solamente el sordo rechinar lejano de un tren que va pasando; o muy cerca, bajo las ventanas, el carraspeo de la guardia, que en sus pesadas botas hace un par de pasos lentamente para mover las piernas entumecidas. La arena cruje vacía de esperanza bajo esos pasos, y todo el abandono y la imposibilidad de encontrarle solución a la existencia resuena así en la oscura noche húmeda. Ahí estoy yo acostada, quieta y sola, envuelta en estos múltiples paños negros de las tinieblas, del aburrimiento, del cautiverio en invierno –y en ese momento late mi corazón con una felicidad interna indefinible y desconocida, como si estuviera caminando bajo los rayos de un sol brillante por una pradera en flor.

Y le sonrío en la oscuridad a la vida, como si supiera algún secreto mágico que pudiera desmentir todo lo malo y lo triste, y lo convirtiera en mucha luz y felicidad. Y ahí busco yo misma, cuál es mi razón para tener una alegría tal, no encuentro nada y tengo que reírme otra vez de mí misma. Yo creo que el secreto no es otra cosa más que la vida misma; la profunda penumbra de la noche es tan bella y suave como el terciopelo, si una sabe mirarla.

Y en este crujir de la arena húmeda, bajo los pasos lentos y pesados de la guardia, canta también una pequeña linda canción sobre la vida –si una sabe escuchar bien–. En estos momentos pienso en usted y tengo tantas ganas de compartirle esta llave mágica, para que usted, siempre y bajo cualquier circunstancia, perciba lo bello y la felicidad de la vida, para que usted también viva en la embriaguez de la vida, y principalmente vaya como caminando sobre una colorida pradera. No tengo intención alguna de llenarla de ascetismo con alegrías imaginarias. Le concedo todas las alegrías sensoriales reales. Solo quisiera darle además mi inagotable serenidad interna, para poder quedarme tranquila sobre usted, que vaya por la vida en un abrigo bordado de estrellas que la cuide de todo lo pequeño, lo trivial, de lo que le atemorice.

Así es la vida, y así hay que tomarla, valientemente, la frente en alto y sonriendo, a pesar de los pesares. ¡Feliz navidad!

(*) Sophie Ryss fue una socialista amiga de Rosa.

Transcripción de F.S.

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One comment

  1. Esta lectura fue la más adecuada de la noche. Personalmente se la envié a varios amigos y amigas que de algún modo me habían manifestado que sus vacaciones de navidad no eran muy buena porque era rutinaria.
    Trate de decirle que muchas personas en el mundo serían inmensamente felices con el 10% de los que ellos poseen, formación profesional, ingresos estables, famila sana, casa, carro y lo mas Importante LIBERTAD.
    Cuando le envié esta lectura pidiendo su opinión comprendieron que ciertamente nuestras vidas rutinarias debería calificar como vida feliz.

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