Las ciencias, en plural

METACIENCIA
Edwin Santana, M.A.
  Edwin Santana, M.A.

Las ciencias, atendiendo al tipo de objeto que estudien, pueden clasificarse en formales y factuales.

Las ciencias formales son aquellas cuyo objeto de estudio es formal. En este grupo encontramos a las matemáticas, que tratan de números -que a su vez son conceptos formales con los que designamos cantidades- y otros artefactos conceptuales, así como de sus posibles relaciones y operaciones entre ellos; y también está la lógica entre estas ciencias formales, porque la lógica trata de formas del razonamiento, de la inferencia válida, y de operaciones entre juicios, proposiciones, variables, predicados, etc., inmersos siempre en sistemas de lenguajes formales.

Por ello es que se le suele llamar “formalismos” a las expresiones matemáticas o notaciones que provienen del campo de la lógica y que nos encontramos en algunos textos científicos y filosóficos, cuando se intenta un acercamiento de rigor matemático o lógico a algún elemento del texto en cuestión. Esto así porque las ciencias formales hacen uso de lenguajes exactos, y es por esa razón que se suele recurrir a ellas en las ciencias factuales y en la filosofía, cuando se quiere minimizar la vaguedad o ambigüedades en lo que se expresa para formular y comunicar el conocimiento lo más precisa y cuantitativamente posible.

Puede decirse también que todo conocimiento científico o filosófico guarda una relación fundamental con la lógica, ya que lo mínimo que se requiere para que un razonamiento sea correcto y comunicable, es que sea lógico.

Por el otro lado están las ciencias factuales, también llamadas ciencias fácticas. Estas son las ciencias que se encargan de objetos concretos, materiales -no formales-. Entre ellas encontramos las ciencias físicas, la química, las ciencias biológicas y las ciencias sociales. Y aquí viene algo de aquella filosofía que mencionábamos en la entrega anterior [que puede verse haciendo clic aquí].

Cada una de las ciencias mencionadas aquí se corresponde con un nivel ontológico de la realidad. Esto quiere decir que las cosas que existen en el mundo real convergen y resultan en distintos niveles de complejidad. Estos son los distintos niveles a los que puede ser estudiada la realidad. Pero esto lo veremos más adelante y con más detalles en las entregas dedicadas a ello.

Volviendo finalmente con la clasificación de las ciencias, atendiendo al objetivo que se persigue, una investigación científica puede clasificarse como ciencia básica o ciencia aplicada.

Cuando la investigación científica lo que busca es conocer únicamente (así como se dice comúnmente de la filosofía: que busca conocer sólo por conocer), se trata de una investigación básica. A esto se le llama ciencia básica – y también se le conoce como ciencia pura-.

Cuando la investigación científica busca un conocimiento con una finalidad clara de utilización de ese conocimiento en la manipulación de la realidad, se trata de una investigación en ciencia aplicada. La ciencia aplicada, producto de este tipo de investigación enfocada, es la que trae como resultado a lo que se conoce como tecnología, y a esta le dedicaremos la siguiente entrega.

En los tiempos actuales, en los que generalmente se gestionan las cosas siempre con la vista puesta en un objetivo utilitario (es decir, sólo se buscan beneficios), resulta algo difícil entender que una persona, un equipo, y más aún, una organización como una empresa o universidad, se dedique/n a buscar conocimiento sólo por el gusto de conocer. No obstante, eso sucede en la realidad y, si alguna utilidad tienen estas investigaciones, es que, primero y en sentido general, enriquecen la cultura humana por medio del conocimiento de la realidad en la que vivimos y, en términos individuales, un científico puede sentirse motivado a trabajar en ciencia pura o básica por un lado por la satisfacción de su curiosidad, porque quiere saber -que es un motivo intrínseco- y por otro lado, por el reconocimiento que pueda tener su trabajo por parte de sus pares o incluso por la sociedad en su totalidad. Este último es un motivador extrínseco, y ambos tipos de motivaciones pueden -y suelen- combinarse en las personas.

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