A medida que crece la humanidad, los actos de cada individuo aumentan su impacto sobre los demás de su especie y sobre el planeta de manera general. Cada decisión – acción que toma un solo ser humano tiene la potencialidad de repercutir en las vidas de los demás de forma directa o indirecta.
Podemos aseverar que, en la misma medida en que crece el desarrollo tecnológico, crecimiento poblacional, reducción de fronteras, así como otros factores que derivan del crecimiento de la humanidad, crece el nivel de interconexión entre las acciones realizadas por todos los seres humanos, lo que, en términos prácticos, se refleja como un mayor intercambio de artefactos y de conocimiento. De tal modo que, comparando la época actual con la realidad de hace 30 años, con facilidad relativa se puede propagar una enfermedad, como el COVID-19, la información de su letalidad, así como también cualquier otro tipo de información verdadera o no.
El desarrollo científico-tecnológico de la humanidad le ha colocado en una posición de poder respecto a las demás especies que habitan el planeta tierra. Un ejemplo de ello lo constituye la posibilidad del ser humano de destruir el planeta que le ha albergado durante siglos. Este poder construido supone un problema ético, a saber, la responsabilidad de los seres humanos sobre las decisiones que toman, en las que deben de considerar, además del beneficio/perjuicio propio, la repercusión sobre el resto de la humanidad actual, las demás especies y las generaciones venideras.
En esta línea, se ha construido el concepto de Responsabilidad Social, que alude, precisamente al nivel de responsabilidad sobre nuestros actos puesto que lo que hacemos siempre tendrá consecuencia, en mayor o menor medida, sobre los demás. Es una forma de llamar la atención sobre las posibles consecuencias de nuestros actos.
La responsabilidad social ha transcendido la individualidad y se ha colocado como una característica de las organizaciones fundamentado en que las organizaciones hacen uso de los recursos naturales, obtienen beneficios de estos y por ello, deben responder a las exigencias sociales que dicte el entorno en que inciden. De este modo, se habla de responsabilidad social individual, responsabilidad social empresarial, responsabilidad social universitaria, responsabilidad social gubernamental.
Respecto a la responsabilidad social individual, el primer paso consiste en hacer conciencia de que cada acción individual acarrea una consecuencia. Atendiendo al caso particular, las consecuencias serán positivas o negativas, de corto o de largo alcance. Como, por ejemplo, reducir los desechos que generamos, así como decidir caminar en lugar de emplear un transporte son acciones que reflejan la conciencia sobre las repercusiones de nuestras acciones.
Es importante resaltar que el abanico de decisiones y su impacto varía de persona a persona atendiendo a los recursos personales a que tiene acceso. Por ejemplo, un obrero tiene un rango de acción mucho menor que un dueño de una empresa productora de bebidas. Para ilustrar emplearemos el siguiente ejemplo: un obrero puede decidir reducir o aumentar sus desechos de plásticos personales, mientras que un propietario puede decidir sobre los desechos de plástico de su empresa cambiando el tipo de envase que utilizan. Evidentemente, el impacto de la decisión tomada por el obrero será mucho menor que el impacto del propietario de este ejemplo.
Por su parte, la responsabilidad social empresarial (RSE) dirige la atención hacia los mecanismos empleados por las empresas para lograr sus fines de maximización de ganancias, que típicamente se centran en aumentar sus beneficios a partir de la reducción de costos y/o generación de nuevos ingresos por encima de las posibles repercusiones al medio ambiente, la explotación del individuo o la violación de las instituciones sociales.
En este contexto, la ausencia de una figura personal que represente a la empresa facilita que las acciones que pueden ser clasificadas como irresponsables si las realizase un individuo, pasen por desapercibidas o sin ningún tipo de repercusión cuando son ejecutadas por una empresa, es decir, que no sean controladas ni juzgadas ni legal ni socialmente. La responsabilidad social empresarial expone esta situación y plantea que las empresas deben asumir la responsabilidad social de sus acciones.
La responsabilidad social universitaria (RSU) alude a la generación de conocimiento abierto, útil y en correspondencia con los principios sociales de igualdad y acceso al conocimiento. Es por esto que se espera que la universidad vele por desarrollar procesos internos y de vinculación éticos y se oriente a la formación de profesionales socialmente responsables.
Finalmente, la responsabilidad social gubernamental es aquella que corresponde a las organizaciones encargadas de diseñar y ejecutar políticas públicas. En este sentido, estas organizaciones deben velar por el cumplimiento de las regulaciones tanto a lo interno de ellas mismas (regular sus actividades de forma coherente con sus propósitos) como en las organizaciones dentro de su marco de acción.
En resumen, la responsabilidad social busca que las acciones que se emprenden de forma individual y colectiva estén apegados a principios éticos y que, en última instancia, apoyen los intereses sociales como el desarrollo sostenible y la reducción de la desigualdad. Debemos tener presente que cada ser humano debe hacer conciencia de su participación en la toma de decisiones de forma directa (como parte de un grupo), así como de forma indirecta con la aceptación o denuncia de las acciones ejecutadas por otros que considera inadecuadas. Es nuestro deber asumir nuestra responsabilidad como individuo y parte de un colectivo y expresar nuestra opinión por medio de acciones.