La justicia constituye un ideal perseguido por la humanidad a lo largo de la historia. Este término, que se vincula al derecho, las leyes, la igualdad, equidad y otros conceptos, ha evolucionado a lo largo de la historia como resultado de las transformaciones sociales.
Tal como se plantea en El origen del concepto Justicia y la aparición del término Justicia Social, las primeras reflexiones sobre la justicia han sido rastreadas hasta los filósofos antiguos. Entre los escritos antiguos destaca La República, de Platón, texto en que se presenta la justicia como estrategia necesaria para mantener la armonía en los pueblos (Aranda, 2015).
Una concepción base de justicia se corresponde con el planteamiento de Aristóteles quien la define como dar a cada uno lo que le corresponde en proporción a su contribución, necesidades y méritos personales, y propone como tipologías la justicia distributiva y la justicia correctiva (Murillo y Hernández, 2011). La primera orienta a la asignación de bienes y de cargas a los ciudadanos por parte del Estado; la segunda, a restaurar, por medio de una retribución, la igualdad perdida o violada.
La concepción que se maneja en la actualidad del concepto de justicia parece estar más vinculada a la distribución de bienes comunes para mantener la armonía del colectivo. De modo que, desde la perspectiva común actual, la justicia refiere a conductas y acciones emprendidas para asegurar que las personas obtengan lo que les corresponde por derecho.
Sobre el concepto de derecho existe un hito importante desde el cual se puede entrever la concepción que subyace a su acepción actual, y es la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la cual parte de la premisa de que todos los seres humanos poseen un valor intrínseco que debe ser respetado y protegido. Es decir, que todo ser humano, en principio, debe ser considerado con iguales privilegios sin importar su origen étnico, género, acumulación de riquezas, o cualquier otro atributo o característica biológica o física.
Esta igualdad supuesta implica que cada persona debe tener las mismas posibilidades de satisfacer sus necesidades -al menos aquellas que sean vinculables a los derechos humanos–. No obstante, dado el hecho de que las personas nacen y se desenvuelven en contextos diversos, no todos tendrán las mismas oportunidades para satisfacer sus derechos, ni necesitarán de los mismos recursos. De ahí que, para tener justicia, no siempre será suficiente con la igualdad, sino que necesitaremos recurrir, en algunos casos, a la equidad, y esto evidencia que el concepto de equidad está, pues, estrechamente vinculado al de justicia, en especial a la justicia social.
Al pensar en la justicia podemos orientar nuestras reflexiones hacia la justicia legal (cumplimiento de las leyes), justicia distributiva (repartición de bienes comunes), justicia social (igual de oportunidades y de participación es los espacios sociales); pero en cualquiera de los casos, debemos considerar las implicaciones globales (sociedad en general), particulares (grupos sociales) e individuales (personas) que puedan resultar de las acciones emprendidas bajo la etiqueta de justicia.
Referencias
Aranda, F. (2015). Debates actuales sobre la justicia: historia y desarrollo. DavarLogos XIV, 2 (2015): 71-100.
Carneros, S. (2018). El origen del concepto Justicia y la aparición del término Justicia Social. Universidad Autónoma de Madrid.
Murillo, F. y Hernández R.(2011). Hacia un Concepto de Justicia Social. Revista Iberoamericana sobre Calidad, Eficacia y Cambio en Educación. 9 (4). pp. 7-23.