Ser y Tiempo de Heidegger. Una posible base teórica para la lectura de El amor en los tiempos del cólera de Gabriel García Márquez

El tiempo es la imagen de la eternidad en movimiento. Platón (427-347 a.C.)

¿Qué es el tiempo?, ¿Lo recibimos por herencia o es una entidad superior a nosotros que siempre ha estado ahí? Tratar de escribir una historia del tiempo es una empresa que no emprenderemos en este ensayo. Aquí intentaremos explicar la concepción del tiempo que plantea uno de los pensadores alemanes más enjundiosos del Siglo XX: Martin Heidegger. Veremos además como esta percepción del tiempo puede vincularse a la idea del tiempo que plantea Gabriel García Márquez en una de sus novelas más influyentes: El amor en los tiempos del cólera. Estos dos aspectos unidos por un procedimiento que los comunica y enriquece: la Hermenéutica.

Gabriel García Márquez

Explicarnos el tiempo es tratar de expresar la finalidad de la existencia. El porqué de la muerte y la misma vida. Porque el tiempo, en su sentido verdadero, es eterno e infinito. Dos categorías  que los seres humanos nos hemos inventado para reconocer que a lo único que tenemos acceso es a ese filamento vulgar del tiempo, que es su temporalidad.

Aunque el mismo Quesada argumenta que “la ruptura con Husserl va a hacer de Heidegger un filósofo sin espacio para la novela moderna basada, fundamentalmente, en la heterología y heterofonía de la misma existencia humana” encontramos en García Márquez una percepción del tiempo que se origina en los planteamientos de Heidegger en su libro Ser y Tiempo (Heidgger, 1926) esa necesaria fusión entre el tiempo y la existencia: “Había dicho: ´Ya me sobrará tiempo para descansar cuando me muera pero esta eventualidad no está todavía en mis proyectos´”. (Márquez, 2002, pág. 24) En este personaje hay un reconocimiento de que el tiempo del mundo existirá cuando ya su cuerpo no esté. Además de que habrá una continuidad de sí mismo en un tiempo que supera el cronómetro del tiempo vulgar.

En García Márquez el resto del tiempo importa solo como excusa para que el tiempo se manifieste en su pureza más noble: el amor.

Pero además de este, podemos citar otros fragmentos de la novela El amor en los tiempos del cólera donde coexisten ambos tiempos heideggerianos: “Pero con el tiempo terminó por suponer que su desorden obedecía tal vez a una determinación cifrada de la Divina Providencia” (Márquez, 2002, pág. 17). El tiempo cifrado, medido, cuantificable, es el tiempo vulgar, pero la determinación de ese tiempo vulgar por una entidad suprema, indica la presencia de un tiempo también por encima de la materialidad temporal del universo.

Otra forma de plantear el tiempo histórico y su relación con el ser, se aprecia en estas líneas de la novela en cuestión: “No era una calificación gratuita. Pues la ciudad, la suya, seguía siendo igual al margen del tiempo: la misma ciudad ardiente y árida de sus terrores nocturnos y los placeres solitarios de la pubertad, donde se oxidaban las flores y se corrompía la sal, y a la cual no le había ocurrido nada en cuatro siglos, salvo el envejecer despacio entre laureles marchitos y ciénagas podridas” (Márquez, 2002, pág. 40). En este párrafo hay una extraña coexistencia temporal. Un tiempo medible que transcurre al margen de las cosas, junto con una consecuencia de ese tiempo sobre esas mismas cosas. Heidegger explica este hecho en su fenomenología del ser.

2-Si fuéramos a atisbar un aprendizaje de esta novela y la comunión de su autor con el pensamiento Heideggeriano sería el pronunciamiento de la máxima: “El amor vale la pena”, aun en los tiempos del cólera, y aun en los tiempos donde el tiempo no nos alcanza, como ahora, y el egoísmo nos circula por las venas más que la propia sangre. Porque el tiempo no lo determina un reloj, el tiempo es solo el que nos permite ser y vivir instantes de incomparable felicidad.

El tiempo vulgar de Heidegger se define a la perfección en esta frase de uno de los personajes de la novela: “Sin embargo, logró saber que Fermina Daza había sido invitada a un baile de sábado unos días después de su llegada, y que el padre no le había permitido asistir con una frase terminante: “Cada cosa se hará a su debido tiempo”, (Márquez, 2002, pág. 54) Pura y simple homofonía conceptual.

Es una novela que trata la historia de amor no consumado entre Fermina Daza y Florentino Ariza, y que llega a su feliz término cuando ya ambos pasan de los setenta años. Pues Fermina decide casarse en su juventud con el Dr. Juvenal Urbino, hombre rico y de semblante  decidido con quien procrea dos hijos a los cuales cría bajo los designios de las buenas costumbres de una sociedad conservadora.

Pero no, esta novela es más que eso, es un dardo justo en blanco del corazón. Es la historia de un hombre que ama a una mujer, por encima del Cólera, de las adversidades sociales, de las pretensiones del padre. Él se mantiene toda su vida, virgen, simbólicamente para cuando llegue el momento de entregarse a ella. Se trata de un  ser humano que se pasa alrededor de 50 años de su vida viviendo bajo la sombra de un recuerdo que lo acompaña desde sus decisiones más íntimas, hasta en la cama de sus amantes más ardientes. Ella se le convierte en el principio y fin de su vida. Tanto era su amor, que Fermina a los 20 años no lo comprendió, no entendió ese lirismo extremo con el que él se le derretía en cada carta. Lo confunde con un ser de otra vida, pues no le cabía en la cabeza que en la tierra alguien pudiera amar así de manera tan desmesurada.

Márquez, era un enamorado de las mujeres y en esta novela, Fermina Daza, quien representa el amor, más que una mujer es una deidad, como el mismo Florentino la describiera en las innúmeras cartas que le enviaba: “La diosa coronada”. Su devoción hacia ella iba más allá del cuerpo, pues cuando él logra consumar su amor a Fermina en un lecho, cuando ya sus cuerpos eran solo un  estigio y una añoranza de su identidad de antaño, y el olor de la vejez los embriagaba, aun ahí su entrega fue la encarnación de la felicidad. De esa felicidad que le describiera su secretario del amor.

Es en este punto donde comulgan Heidegger y Márquez. Ese tiempo medible, contable cronometrado de los protagonistas, es solo tiempo vulgar, solo existe para que llegue el otro tiempo, el de verdad. El tiempo en el que ambos serán en toda la plenitud de la palabra. El resto del tiempo importa solo como excusa para que el tiempo originario se manifieste en su pureza más noble: el amor.

Si fuéramos a atisbar un aprendizaje de esta novela y la comunión de su autor con el pensamiento Heideggeriano sería  el pronunciamiento de la máxima: “El amor vale la pena”, aun en los tiempos del cólera, y aun en los tiempos donde el tiempo no nos alcanza, como ahora, y el egoísmo nos circula por las venas más que la propia sangre. Porque el tiempo no lo determina un reloj, el tiempo es solo el que nos permite ser y vivir instantes de incomparable felicidad.


Bibliografía

Heidgger, M. (1926). Ser y Tiempo. Argentina: Edición digital de:http://www.philosophia.cl./articulos.html
Márquez, G. G. (2002). El amor en los tiempos del cólera. Bogotá: Norma.
Martin, J. Q. (2015). Martin Heidegger: De la tarea hermenéutica como “destrucción” (1922) a la “selección racial” como “metafísicamente necesaria” (1941-42). Observaciones filosóficas, 12-26.
Soto, H. N. (2012). Historia y tiempo en Heidegger. Revista de Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 1-12.

Nota Biográfica

Ibeth Guzmán es docente universitaria, narradora, ensayista e investigadora. Realizó una Maestría en la Enseñanza del Español en la Universidad de Alcalá de Henares, y completa un Doctorado en Estudios del Español, Lingüística y Literatura en la PUCMM. Ha publicado los libros de microrrelatos “Tierra de cocodrilos” y “Yerba mala” y, próximamente, su tercero “Tiempo de pecar”, bajo Isla Negra. Coautora de la antología Voces del valle y autora de la antología de mujeres microrrelatistas: Mujer en pocas palabras.
Publica la columna de comentarios críticos de literatura: Qué leer en el periódico Listín Diario. Textos suyos han sido antologados en Meter un gol, Short Stop, ambas antologías de microrrelatos.
Ha publicado artículos académicos en la revista Cuadrivium.
Foto: 7 días.com/ Alberto Rosario
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