¿Qué opinión tiene usted sobre el suicidio desde el punto de vista moral y ético?
Roberto es una pregunta muy interesante. La respuesta no es tan sencilla como podría dar impresión a las personas de escasa formación en el ámbito filosófico.
Antes de intentar dar respuesta a esta pregunta, tenemos que dejar establecido que existen distintos motivos para el suicidio. Y que dependiendo del tipo, las distintas sociedades y culturas valoraran de manera distintas este acto.
De entrada te digo que cada comunidad moral valorará el suicidio según sus normas y lo sancionará como un acto de locura, como acto de heroísmo en algunos casos y como acto de cobardía en otros.
Émile Durkheim en su libro “El suicidio” distingue cuatro tipos de suicidios fácilmente inidentificables:
Suicidio maniático. Se produce como consecuencia de alucinaciones o de concepciones delirantes. El enfermo se mata para escapar a un peligro o a una vergüenza imaginarios o para obedecer a una orden misteriosa que ha recibido de lo alto, etc. Los motivos de este suicidio y su modo de evolucionar reflejan los caracteres generales de la enfermedad de que deriva: la manía.
Las ideas, los sentimientos más diversos y contradictorios se suceden, con una extraordinaria ligereza, en el espíritu de los monomaníacos; se trata de un perpetuo torbellino; apenas nace un estado de conciencia, otro lo reemplaza; lo mismo ocurre con los móviles que determinan el suicidio maniático: nacen, desaparecen o se transforman con una asombrosa rapidez. De repente la alucinación o el delirio, que deciden al sujeto a suicidarse, aparecen: resulta de esta aparición la tentativa del suicidio; luego, en un instante, cambia la escena y si el ensayo aborta, no comienza de nuevo, al menos de momento.
Suicidio melancólico. Se relaciona con un estado general de extrema depresión, de exagerada tristeza, que hace que el enfermo no aprecie seriamente los vínculos que tiene con las personas y cosas que le rodean; los placeres carecen para él de atractivo, lo ve todo negro; la vida le parece fastidiosa y dolorida. Como estas disposiciones son constantes, ocurre lo mismo con la idea del suicidio; están dotadas de una gran fijeza y los motivos generales que los determinan son siempre los mismos.
Suicidio obsesivo. En este caso el suicidio no se causa por motivo alguno real ni imaginario, sino sólo por la idea fija de la muerte que, sin razón sólida alguna, se ha apoderado subversivamente del espíritu del enfermo
Este está obsesionado por el deseo de matarse, aunque sepa perfectamente que no tiene ningún motivo racional para hacerlo. Se trata de una necesidad instintiva, sobre la que la reflexión y el razonamiento carecen de imperio, análoga a esas necesidades de robar, de matar, de incendiar, de las que se han querido hacer otras tantas monomanías. Como el sujeto se da cuenta del carácter absurdo de su deseo, trata, por lo pronto, de luchar con él. Pero todo el tiempo que dura esta resistencia está triste, oprimido, y siente en la cavidad gástrica una ansiedad, que aumenta por días; por esta razón se ha dado algunas veces a esta clase de suicidios el nombre de suicidio ansioso.
Suicidio impulsivo o automático. No es más motivado que el precedente; carece de razón de ser en la realidad y en la imaginación del enfermo. Sólo que en lugar de producirse por una idea fija, que atormenta el espíritu durante un tiempo más o menos largo y que domina progresivamente a la voluntad, resulta de una impulsión brusca e inmediatamente irresistible. En un abrir y cerrar de ojos surge la idea en su plenitud y suscita el acto o, al menos, un comienzo de ejecución.
El suicidio automático contrario al maniático no tiene razones racionales o irracionales, en este caso “la inclinación al suicidio estalla y produce sus efectos con un verdadero automatismo, sin que le preceda antecedente alguno intelectual. La vista de un cuchillo, el pasar sobre el borde de un precipicio, por ejemplo, hacen nacer instantáneamente la idea del suicidio, y el acto le sigue con tal rapidez que frecuentemente los enfermos no tienen conciencia de lo que pasa. Un hombre charla tranquilamente con sus amigos; de repente echa a correr, franquea un precipicio y cae en el agua. Retirado de allí inmediatamente, se le preguntan los motivos de su conducta; no sabe nada, ha cedido a una fuerza que le ha arrastrado a su pesar”
Como se puede observar de los cuatro tipo de suicidios descrito anteriormente no se puede hacer valoración moral, por cuanto el sujeto que se quita la vida, aunque posee conciencia del acto que va a realizar, no tiene la libertad para elegir hacerlo o no. Sin embargo, tal y como señala Durkheim en el texto supra indicado, existen muchos suicidios llevados a cabo por personas sanas, que poseen plena conciencia sobre las consecuencias del acto que piensan realizar y con la libertad suficiente para detenerse en el momento que lo estimen preciso.
Sobre el suicidio llevado a cabo por personas sanas, si estamos en capacidad de hacer algún juicio moral. Como todos sabemos, las distintas morales son constructo social y una de las grandes ficciones humanas elaboradas a través de los tiempos por los distintos grupos, sociedades y culturas. Como dato curioso debemos decir que la mayoría de los mandatos, reglas y normas de comportamientos carecen de un fundamento histórico, material, objetivo o racional que le de sustento. Tal y como expresa el psicólogo norteamericano Jonathan Haidt en el perro emocional y cola racional la mayoría de nuestras decisiones morales están basadas en cuestiones psicológicas, sentimentales, emocionales.
Al decir que las distintas morales son compañía están solicitando tu apoyo para dirigir pero que no tienen una base el suicidio es valorado de moralmente correcto por muchas culturas dependiendo de lo código morales de esa sociedad. Por ejemplo la oficialidad Japonesa cuando fracasaba en una misión que entendía vital para los bienes estratégicos de nación en la mayoría de los casos se suicidaba por medio al Seppuku.
En estos casos la comunidad entendía y valoraba positivamente el suicidio, era un acto honorable.
También tenemos el suicidio realizado por monjes budistas, que se prendían fuego, frente a embajadas norteamericana como un acto de inmolación y protesta contra la guerra. También este suicidio es moralmente bien valorado por su comunidad.
Si usted observa los suicidios de los musulmanes a través de coches bombas, bomba humana o el acto de estallar un avión en las torres gemelas son actos de guerra, pero son actos suicidas muy bien visto por la moral de los grupos que cultivan estos valores.