Filosofía, exposición e intimidad

(A propósito de las 24 Horas de Filosofía y Psicología 2017)
imaen obtenida de internet para fines pedagógicos
Prof. Alejandro Arvelo

La intimidad está herida de exposición.  Voluntaria en gran medida, dirigida en la mayoría de los casos.  La vida hoy subsiste y se valida frente a la pantalla del celular, la tableta o la computadora. La divisa Esse est percipi, existir es ser percibido, ha devenido principio activo de la mentalidad ambiente. Con la renuncia in fact a hacer de la propia existencia la más admirable de las obras y a la recompensa transterrena de la eternidad, una cierta sensación de irrelevancia se ha apoderado de individuos y colectivos completos.  La desesperación se ha erigido en uno de los signos por excelencia de nuestra época.

         La inviolabilidad de la zona personal fue, en su momento, una conquista en recaudo de la parte menos favorecida en unas relaciones de poder caracterizadas por la preeminencia de lo institucional sobre el componente estrictamente humano.  En la actualidad, los medios tecnológicos han colocado al Estado, desde el más frágil y desorganizado hasta la tecnocracia mejor estructurada, e incluso a particulares y a múltiples empresas, en condiciones de saltarse las vallas simbólicas que separan lo privado de lo público. La proliferación de cámaras en los espacios públicos, los satélites y los drones espías permiten cartografiar con asombrosa precisión los desplazamientos de cualquier individuo durante las veinticuatro horas del día.imagen obtenida de internet para fines pedagógicos

         El Leviatán ha subsumido y pulverizado al propio tiempo el acuerdo primordial que le dio origen. No asume a los ciudadanos como socios.  Antes bien, los percibe como sospechosos o potenciales delincuentes. Este es un motivo bastante para hablar de crisis de representatividad. El Estado ya no expresa las búsquedas y necesidades generales, sino las suyas, las utilidades de la industria armamentista, las rentas del capital financiero internacional y, las más de las veces, de los intereses de fracción de los partidos políticos, o más propiamente de sus cúpulas, pues son éstas las que trazan la orientación del voto en los parlamentos.  

         Los ciudadanos, lejos de oponer resistencia a lo uno y a lo otro, se solazan en la inocencia, la apatía o la indiferencia, ocupados como están en pugnar, cada uno por su lado, cada día un poco más, en convertirse en reporteros de sí mismos, cuando no en una caricatura amable, domesticada de sus desenvolvimientos cotidianos. Indicio de que, antes de haber identificado nuestro punto en el horizonte o el argumento de nuestra vida, hemos vuelto a perdernos de manera irremediable. Si definitivamente en esta ocasión, ya se verá. Las razones para preguntar, aventurar hipótesis e investigar son inagotables. Siempre es posible, pues, ir un poco más allá, sin prisas y sin esperanzas.

   Informaciones, secretos de toda laya, imágenes personales y familiares que en otra época costaban esfuerzos y recursos a los gobiernos, per natura interesados en inmiscuirse en las vidas de las personas para controlarlas o encauzarlas, hoy les son servidas en bandeja de plata, y a cambio de nada, chats, por todos, a todas horas, mediante el rastro que vamos dejando mediante las compras con tarjetas bancarias, los selfies, correos electrónicos, likes, las llamadas telefónicas, los twits, las actualizaciones de estado. Lo más banal asume una importancia capital para quienes se sienten llamados a mandar, dirigir o seducir a colectivos e individuos, pero también a quienes ven en la exposición una solución infalible al anonimato y a la banalidad.  

        

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