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La palabra pintor, el concepto artista plástico en la República Dominicana tiene referentes concretos. Una de esas representaciones tangibles, que le da sentido a ese concepto en la población dominicana, la encarnó indudablemente el Maestro Cándido Bidó.
Decir Cándido Bidó en cualquier lugar de nuestro país es sinónimo de pintor Maestro, nombre que construyó con talento y dedicación realizando una propuesta artística inconfundible, en la que recoge temas diversos de nuestra realidad cotidiana.
De forma oportuna nos llega la frase de Juan Bosch, que todos conocemos, de que “Nadie se muere de verdad si queda en el mundo quien respete su memoria”.
De manera, que despedimos hoy, con tristeza y con pesar, con profunda pena, sólo la imagen visible que hizo posible la existencia del Maestro Bidó en esta tierra. Es sólo un adiós a la condición natural, un adiós al ser físico de ese gran hombre sensible; pero se queda con nosotros, el ser humano, su condición metafísica, y lo hace de muchas maneras. Porque la vida de los grandes hombres no se mide por los años vividos, sino por la dimensión de sus realizaciones.
Se queda imperecedera con nosotros su gran labor altruista como gestor cultural, que creó espacios para que niños y jóvenes desarrollarán sus talentos artísticos. Ahí está el Centro Cultural que lleva su nombre en la Ciudad de Bonao, una obra titánica, que constituye un legado fruto de su compromiso social, tanto en el área de la formación como en el incentivo a la creación fomentado mediante la Bienal Paleta de Níquel.
Ese hijo distinguido de esta institución, de la que fue egresado y luego profesor, se queda para siempre con nosotros como artista, que aportó al patrimonio cultural tangible del país y del mundo, su original forma de crear y de hacer sensible su mundo interior.
Con sus obras se queda la manifestación sensible de sus ideas, de artista comprometido con unos ideales.
Hasta siempre amigo, hasta siempre colega, hasta siempre Maestro.
Marzo 9, 2011
