El mito de los valores morales (3ra parte)

Las distintas morales mantienen hoy su vigencia por el valor que encierran como posverdad capaz de cohesionar a grandes grupos sociales, no porque puedan darnos una idea clara sobre el Bien y el Mal o porque los valores en que se sustentan posean algún fundamento objetivo como piensa la gran mayoría de manera ingenua.

Jonathan Haidt, en “El perro emocional y cola racional” sostiene que la mayoría de nuestros juicios morales no derivan de un razonamiento consciente y objetivo acerca de la realidad, sino que provienen de una respuesta mucho más afectiva que se llama “intuición moral”.

Si analizamos la realidad del Bien y del Mal y lo contextualizamos en la figura de uno de nuestros héroes restauradores, como Gregorio Luperón y comparamos las acciones que lo hacen héroe con las que convirtieron a Rafael Leónidas Trujillo en tirano y asesino, notaríamos las grandes contradicciones de nuestro discurso moral.

Luperón se destaca como una figura de primer orden en nuestra historia patria, en la Guerra Restauradora, donde su arrojo y valentía con la espada produjo cientos de bajas al ejército español y muchos traidores “dominicanos” encabezados por Pedro Santana.

Al margen de las justificaciones ideológicas que hemos inventado para presentar como héroe a Luperón, su heroísmo está ligado a la sangre que su espada sacó del cuerpo de muchos hombres, que también eran seres humanos, pero que nosotros, para no dañar el perfil de nuestro héroe, les damos el apellido de enemigos, extranjeros y traidores.

Por otro lado tenemos la figura de Trujillo. Recordado entre los dominicanos como un sanguinario dictador que oprimió al pueblo por más de 30 años, dejando a su paso largos rastros de sangre de opositores políticos, militantes revolucionarios y personas del pueblo, a las que trató como esclavos a su servicios. Tan cruel resulta su impronta de violencia que 50 años después aún vive en nuestra memoria.

Si preguntamos al pueblo dominicano cómo valora moralmente a estos dos personajes, podemos estar seguros de que la gran mayoría calificaría a Luperón como héroe de la patria y a Trujillo como un criminal despiadado. Sin embargo, cuando analizamos los hechos que convierten al primero en héroe y al segundo en criminal, llegamos a la conclusión de que al margen de los argumentos ideológicos a los que recurrimos para justificar las actuaciones de uno y descalificar las del otro, el hecho cierto es que, ambos mataron personas con sus propias manos o sus órdenes las produjeron.

Si las acciones son las mismas, ¿por qué llamar héroe a uno y criminal al otro?

Imaginemos que un día pasamos por el lugar y nos acompaña nuestro hijo de cinco años y nos pregunta la razón por la cual existen dos cementerios tan cerca uno de otro. Le explicamos que en uno están los restos de los hombres que murieron por la espada del General Luperón o como consecuencia directa de sus acciones y, en el otro, están los cadáveres producto de las acciones criminales de Trujillo.

Naturalmente, el niño no entendería lo que el padre intenta explicar, pues en la casa, en la escuela, en la iglesia y en los medios les han dicho que matar es malo, sobre todo, si se trata de personas. El adulto al ver la turbación de este le diría, «Luperón fue un héroe de grandes ideales, que sacrificó su bienestar personal e integridad física en beneficio de la libertad del pueblo dominicano.» Estoy seguro, que la tierna visión del niño no le permitirá comprender el porqué un hombre como el general que fue capaz de producir tantas muertes y aun así continua siendo llamado bueno por los adultos.

Supongo que el padre al ver la confusión que ha generado en la mente de su muchacho se apresurará a tratar de explicar lo que no comprende del todo. Pero como buen agente del sistema reproduce de manera dogmática la ideología de su grupo y usa su autoridad frente al niño para hacerlo parte de nuestra ideología ofreciéndole como verdadera una explicación carente de fundamentos objetivos y racionales. “Mira hijo, Luperón es un héroe de la patria porque luchó y mató a nuestros enemigos para darnos la libertad que hoy disfrutamos. En cambio, Trujillo es un asesino porque mató y quitó la libertad a su propio pueblo en beneficio propio y de su grupo”.

Nuestro niño seguiría sin entender, en qué momento de la explicación fue que matar se convirtió en bueno, pero se quedaría callado, porque supone que su padre sabe lo que dice y que, además, no tiene razones para mentirle, como dijo en una ocasión mi padre, cuando discutíamos sobre un cuento de camino difundido ampliamente en los campos cibaeños en torno al supuesto nacimiento de las anguillas de agua dulce a partir de las yaguas de palmas que caen al río. Cuando le pregunté que si en algún momento había visto a una barriga de yagua convertirse en anguilla me argumentó de esta manera, “Bueno, a mí me lo dijo mi papá y mi papá no hablaba embustes…”

Relativismo moral.

Recientemente, analizábamos el debate que se ha generado en Francia sobre la situación de un hombre de 27 años encarcelado porque tuvo relaciones sexuales “consentidas” con una niña de 11 años y 7 meses.

La opinión generalizada que escuchamos de inmediato es que se trata de una violación sexual y podría serlo si el juicio es legal o si limitamos en juicio al contexto de la cultura dominicana del presente, pero si nuestro juicio es moral, tendríamos que observar otras cuestiones antes de responder. Deberíamos responder si las relaciones sexuales entre una niña de 12 años es inmoral en todas parte del mundo y si lo ha sido desde siempre en nuestra cultura. Si una niña de 11 años y 7 meses está o no en capacidad de elegir tener sexo de manera responsable. Si la respuesta es negativa, deberíamos preguntarnos si esta misma niña está en capacidad de elegir conscientemente hacerse una operación de reasignación de sexo.

De entrada, descubriríamos que existen sociedades enteras donde el matrimonio entre un adulto y una niña de siete, ocho, once, doce años es perfectamente legal, moralmente aprobado y bien visto por la religión. El caso más llamativo de todos los tiempos es el del matrimonio de Mahoma, de 54 años, con una niña de seis de nombre Aisha, aunque la tradición dice que este no consumó el matrimonio hasta que ella cumplió nueve.

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Nota biográfica

Eulogio Silverio: es egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) donde obtuvo el título de Licenciado en Filosofía. Realizó una Maestría en Metodología de la Investigación Científica (UASD), y un Máster en Filosofía en un Mundo Global ( Universidad del País Vasco). Además, es egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes donde también realizó una especialidad en Pintura (1996). Es profesor de las siguientes asignaturas: Introducción a la Filosofía, Ética General, Metodología de la Investigación Científica, Publicaciones: “El problema de la elección moral” y decenas de artículos en revistas impresas y revistas digitales.

 

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