Josué Leger y su libro de relatos «Acorralados».

«La negra pujaba sin hacer mucho ruido, el miedo los enmudeció. Era tanto el miedo que se nacía con miedo. El muchacho al salir no lloró. Parecía un pedazo de sombra en los brazos de la vieja».

Con la cita anterior, extraída del primer relato «EL NIÑO DE LA NOCHE», del libro Acorralados, de la autoría del maestro Josué Leger, iniciamos nuestro comentario de ese importante texto literario. Sin embargo, y aunque el Dr. Josué Leger es una prestigiosa figura académica de la UASD y de nuestro país, es necesario dar a conocer algunos datos que nos permitan conocer al autor del libro comentado.

El Dr. Josué Leger Peña nació en Barahona, República Dominicana. Estudió la carrera de Odontología en la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD) . Realizó una Maestría en Educación Superior en Cuba-UASD. Tiene una Especialidad en Implantología Oral. Ha sido maestro en primaria, secundaria, universitaria, tanto en el pregrado como en el postgrado. En la UASD ha sido Coordinador de Cátedra de la Escuela de Odontología de la Facultad de Ciencias de la Salud. También ha publicado textos de poesía y de relatos. Es miembro del taller literario Juan Sánchez Lamouth. En lo académico, lo científico, y lo social, es una de las figuras más trascendentes en nuestra Academia.

En lo personal, puedo y debo decir que he tenido el privilegio de presentar varias de sus publicaciones, porque tengo la dicha de contarlo entre mis buenos amigos; Josué Leger es del equipo de académicos en cuyo seno compartimos sueños y esperanzas para el país y la UASD.

Comentarios de la obra:

El libro «Acorralados» es un texto de relatos en cuyas narraciones encontramos una gran diversidad de elementos sociológicos que constituyen aspectos relevantes y distintivos que nos caracterizan como sociedad en el marco de nuestra multiculturalidad. Cada narración va pintando con palabras las escenas de las realidades de los habitantes de estas tierras nuestras, donde el drama humano de nuestros ciudadanos se desnuda como una cinta cinematográfica en la que sus imágenes tocan nuestros sentidos para producir impresiones en lo más profundo de nuestros sentimientos. Creencias, miseria, abandono social, anhelos y esperanza de la gente, se reflejan en la obra, como una forma de reafirmar la justeza de su título.

Sus relatos, además de llevar en sus narraciones o descripciones los elementos identitarios del país, reflejan en su bella prosa todo lo que somos como nación:

«Sus pasos eran casi imperceptibles por el callejón que dejaban las hileras de chozas. A su derecha, sombras lánguidas se movían dejando un sonido de roces en el aire. El cañaveral en las noches era casi intransitable. Giró hacia la izquierda y caminó más rápído, quería llegar lo más pronto posible a donde iba. Sentía miedo del carro sin luz. Mientras caminaba, recordó que en la noche del domingo, en uno de los bateyes, se escuchó el ruido del carro sin luz y desapreció el hijo de Librada Remberto. No apareció por ninguna parte. Se lo tragó la tierra; se dijo en voz baja, como si hablara con alguien».

En los relatos del libro del maestro Josué Leger, la noche se mece en la penumbra y la luz aguarda cada oportunidad para abrirse paso entre la oscuridad como antítesis de su propia existencia. En este contraste nos encontramos con dos contravalores, en el que uno existe gracias a la presencia de su contrario. La noche es una realidad que se repite en varios de sus relatos, pues en ella mitos y leyendas se abrazan en la subjetividad de los habitantes de muchos de nuestros lugares rurales donde los elementos mágico-religiosos encuentran el ambiente o escenario propicio para el desarrollo de la obra literaria.

Nuestros locos o enfermos mentales son partes de los elementos temáticos del autor, que, narrados desde la fantasía de la ficción, nos producen la sensación de ver, como si fuera una realidad, ese drama de aquellos seres humanos abandonados por un sistema social irresponsable e injusto que los desprecia, tratándolos como cosas u objetos desechables. Lo que afirmamos podemos verlo en los relatos «Esquizofrenia» y «Susy la loca». Veamos:

«La noche se metía en la casita por las hendijas que dejaban los pedazos de madera con que estaba hecha la casa, dibujando figuras fantasmagóricas con las lámparas de kerosén.

-Fuego, fuego, corran se quema la casa de Susy!

El humo subía y la desgracia crepitaba en forma de fogata. Fue cuando escuchó el griterío mientras la asesinaban entre las piernas para poder vivir y llevarle a su hijo un poco desecho. Dejó al hombre en el momento que más la necesitaba, llegó corriendo, casi desnuda, y con un grito tan prolongado como la esclavitud. Se abalanzó hacia el fuego llamando a su hijo; los vecinos la agarraron y la sentaron».

El relato Esquizofrenia es la historia de un hombre que, cercado por problemas psiquiátricos que lo agobian, escucha una voz que le ordena quemar su oficina como forma de salir de la situación por la que atraviesa y que le angustia. Consumado el hecho, toma la decisión, por el aumento de la crisis emocional, de tomar un auto con fines suicidas, y emprende bajo la noche una carrera a toda velocidad por la carretera de aquella comunidad rural, con tan poco horizonte que su visión llegaba solo a los objetos reflejados hasta el alcance de la luz de su auto veloz. Veamos:

«Entró en su carro negro BMW, último modelo, y salió del edifico en llamas. La oscuridad llenaba la carretera y solo se alcanzaba a ver lo que la luz del carro alumbraba.

A lo lejos, luces centelleantes anunciaban la presencia de un retén de la policía de tránsito. Los indicadores para que disminuyera la velocidad se lo advertían a 500 metros antes del bloqueo. Cruza las luces, le dijo la voz. Miró por el espejo retrovisor un instante antes de cruzar las luces, y se vio a sí mismo con un rostro ambiguo y una mirada solitaria, tratando de escapar.

Al verse sin la voz, dirigió el carro contra el camión blindado que bloqueaba la carretera a su máxima velocidad. El estruendo de hierros retorcidos y una explosión que se escuchó a kilómetros de distancia, llenó de terror a la patrulla. Él no se dio cuenta del accidente, su cuerpo se integró equitativamente al carro negro hecho chatarras.

Allá, a lo lejos, en dirección al pueblo, el cielo se veía pintado de un rojizo parpadeante entre nubes negras».

¡Felicitaciones al maestro Josué Leger!


Santo Domingo, D. N. 
8 de octubre de 2018

 

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