Ayer cuando bajada en el ascensor de la Torre Administrativa de la UASD escuché una amena conversación entre dos jóvenes, sobre la necesidad de gozar esta vida porque es una sola. Un poco por joder la paciencia y entretenerme hasta que terminara el viaje exclamé, como es eso de que la vida es una sola, ustedes son ateos que no dan crédito a la Santa palabra de Dios que ha prometido la vida eterna para todo aquel que lo acepte y cumpla sus mandamientos.
Su reacción no se hizo esperar, de inmediato respondieron que ellos son fieles creyentes en Dios, pero que esta vida carnal en la que podemos disfrutar es una sola y que debemos aprovecharla, puesto que en el paraíso todo será quietud.
En vano intenté hacerle comprender las contradicciones existentes entre su discurso y su verdadera creencia. Quien afirma que existe el paraíso prometido por Dios, no puede decir que la vida es una sola.
Como ustedes podrán imaginar el ascensor se volvió un Pandæmonium, todos de repente se convirtieron en “sabios” llenos de autoridad para explicar e imponer sus verdades a su interlocutor.
Al leer este fragmento del libro 21 lecciones para el siglo XXI de Yuval Harari recordé la conversación del ascensor “…los cruzados esperaban conquistar el valle del Nilo y convertir Egipto en un bastión cristiano. Sin embargo, fueron derrotados en la batalla de Mansura, y la mayoría de los cruzados acabaron prisioneros. Un caballero cruzado, Jean de Joinville, escribió en sus memorias que cuando la batalla estaba perdida y decidieron rendirse, uno de sus hombres dijo: «No puedo estar de acuerdo con esta decisión. Lo que aconsejo es que dejemos que nos maten, porque así iremos al paraíso». Joinville comenta escuetamente que «ninguno hicimos caso de su consejo»”
El éxito de los distintos relatos religiosos está en su valor como posverdad, no por lo bien estructuradas que están sus ideas. Por ejemplo “…el 13 de noviembre de 2015, Estado Islámico organizó varios ataques suicidas en París que costaron la vida a 130 personas. El grupo extremista explicó que lo hicieron en venganza por el bombardeo a activistas de Estado Islámico en Siria e Irak por parte de la aviación francesa, y con la esperanza de disuadir a Francia de seguir llevando a cabo esos bombardeos en el futuro.”En ese mismo comunicado Estado Islámico “…declaró que todos los musulmanes que habían muerto por causa de la aviación francesa eran mártires que ahora gozaban de felicidad eterna en el cielo.”
Evidentemente que estas expresiones resultan contradictorias en sí mismas o Estado Islámico no cree realmente que sus muertos en la lucha están en el paraíso, ¿por qué alguien en su sano juicio buscaría venganza porque contra aquel que te ha hecho un bien?, ¿Por qué quería yo vengarme de alguien que envió a un ser querido al cielo, a menos que yo esté convencido que el cielo es una patraña?
Muchos religiosos actúan como decía Mamamelia de las gallinas, hacen aquello y no lo sienten, pues afirman que hay un paraíso al que desean ir, pero actúan como si estuvieran convencidos que lo peor que les puede pasar es llegar a ese sitio. Pues ninguna mente racional se le ocurriría una vez enterado de que nuestra madre se sacó 100 millones en el loto, empezar a tirarle bombas a la lotería en venganza por hacerle este bien a nuestra madre.