El negro y el protagonista tratan de imponer el orden que debió darse de manera por el simple hecho de que todos encarcelados están provistos de una razón. Pero se dan cuenta que si no existe una fuerza que imponga el bien, este no llegara a ser.
Recordemos las ingenuas teorías religiosas y socráticas que afirman que aquel que conoce el bien jamás se apartaría de su camino.
Platón afirma “que el que conoce el bien nunca haría el mal” piensa que las personas hacen el mal por ignorancia.
La visión cristiana por su parte dice que quienes conocen a Dios o su palabra nunca se apartan de su camino.
Lamentablemente estas expresiones son carentes de contenido en la realidad, solo en un mundo utópico como el ideado por Tomas Moros o por Marx en la sociedad comunista podrían darse.
Lenin comprendió mejor que nadie la realidad social de los seres humanos. Por eso inicio un proceso revolucionario violento que pretendía eliminar el hombre viejo y sobre sus cenizas construir un hombre nuevo. Él tenía claro que para hacer tortillas era necesario romper algunos huevos.
Como se puede apreciar en un tramo de la película los dos héroes deciden imponer un orden racional llevando comida hasta las cerdas inferiores, pero sabían que encentrarían todo tipo de resistencias, por eso bajaron acompañado de un tubo y de una espada.
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