INVESTIGACIÓN
Se ha visto que los métodos de análisis literario favorecen la comprensión y la valoración de las producciones porque se centran en diferentes posturas para encarar el fenómeno artístico. En una primera entrega, se pudo abordar sobre aquellas metodologías que priorizan el estudio de la forma, el estilo y la estructura de las obras literarias porque consideran que en ellas radica la literariedad. Ahora, en esta oportunidad, se darán a conocer otras propuestas que implican la exploración de elementos relacionados a la sociedad, el autor y a los lectores, porque estos también aportan a la hora de analizar los textos literarios.
En las líneas siguientes se presentan algunas perspectivas de estudios no inmanentistas, como lo son: la Sociología de la literatura, el Marxismo literario, la Estética de la recepción, el Psicoanálisis literario y la Crítica literaria feminista. Además, se resaltarán sus bondades y la importancia que tienen estas para los profesionales del área de Literatura.
1. Sociología de la literatura
Bajo el nombre de Sociología de la literatura se conoce a una forma de análisis que tiene su gestación en la segunda mitad del siglo XX. Esta tiene como propósito abordar los aspectos e implicaciones sociales de las obras literarias, ya que estas nacen y se producen en el seno de una sociedad y una determinada época. Además, arriban consigo una serie de influencias, valores y visiones del mundo que han sido configuradas, de forma intencional o no, por sus autores.
Lo anterior supone que esta forma de estudio se auxilia de informaciones que le permitan abordar las representaciones sociales. Algunos de los elementos a los que este puede recurrir, están: el contexto histórico, la vida del autor, sus influencias, la situación económica del mismo, el proceso de publicación de la obra, el formato en que ha sido publicado el texto, las ideas que han contribuido a la creación de este, entre otras.
En ese mismo orden, hay que destacar que esta propuesta tiene dos grandes clasificaciones de acuerdo con sus métodos empleados. Según Rivas (2005) citando a Wahnón (1991), existe una sociología de la literatura que aplica un método empírico y una sociología literaria que aplica uno dialéctico. La primera realiza encuestas estadísticas, recuento de bibliotecas, se interesa por el consumo literario, las preferencias de libros, cantidad de libros que se publican, etc. La segunda, por su parte, se enfoca en establecer relaciones entre la producción literaria y los grupos sociales en las que se evidencian igualdades estructurales.
Respecto a la Sociología de la literatura empirista, es importante mencionar a Robert Escarpit, que con su texto Sociología de la Literatura (1964), hace una muestra de manera fehaciente de la aplicabilidad de este tipo de metodología. Cuando el estudioso de la literatura se adentra en estas páginas es capaz de aproximarse a los factores que inciden en el hecho literario desde la mirada de la sociedad, el autor, el público, los lectores y sus circuitos. Además, los estudios presentados como ejemplos ayudan a comprender factores incidentes en la selección de las obras por el sexo de los lectores, qué hace que una obra literaria determinada sea elegida por encima de otra, por qué una producción se inserta en un circuito, etc.
La aplicación del método sociológico empirista puede traer muchas bondades en las clases de literatura. Puede, por ejemplo, ayudar a los profesores a realizar investigaciones exploratorias sobre los gustos literarios de sus alumnos, sus temáticas de preferencias y sus autores. También, el hacer levantamientos a las librerías del entorno y clasificar los textos que se venden por circuitos, puede aportar información sobre dónde localizar las producciones que se necesitarían y cuáles de ellas tienen las obras más asequibles.
Por otra parte, en cuanto a la sociología de la literatura dialéctica, la figura de Lucien Goldman no puede quedarse de lado, porque fue quien trató de señalar la existencia de homologías entre las producciones literarias y los sectores de la sociedad. Dicho de otra manera, la aplicación de esta metodología trataría de establecer una igualdad estructural entre las ideas y pensamientos de un texto con la de un grupo social o político.
Un autor que podría haberse basado en alguno de los planteamientos de Goldman para instaurar un método de análisis sociológico, es Juan Ignacio Ferreras. Si se revisa su propuesta en el libro Fundamentos de Sociología de la Literatura (1980), puede inferirse como en la parte de la génesis, en el momento autor-sociedad se denota la procuración por aquellas ideas políticas, sociales e ideológicas que posteriormente serán dilucidadas para marcar un camino regresivo que culmina en el texto. También, en las estructuras estructurantes y estructuradas, se analizan aquellas temáticas y problemáticas configuradas que viven los personajes de la producción y que pudieran tener relación con las del propio autor. De igual forma, en el apartado de la función social, se establecen homologías de pensamiento del autor con la época y si hay correspondencia de esas ideas con el público. También, esto ayuda a que el analista pueda inferir una especie de lector modelo y circuito al que se ha dirigido la obra.
Una de las posibles bondades de hacer sociología literaria desde el punto de vista dialéctico, sería que ayuda a los profesores y estudiantes a encontrar ideas y pensamientos políticos, económicos y sociales de los autores en las producciones literarias. Por ejemplo, un posible estudio socioliterario de este corte podría ser que en una clase se investigaran los datos biográficos, se observaran entrevistas y se leyeran o escucharan los discursos de la escritora canadiense Margareth Atwood, con la intención de conocer sus visiones del mundo, el grupo social donde se mueve, las ideas políticas que tiene y sus valoraciones sobre diversos temas, para luego leer su novela El cuento de la criada y tratar de encontrar estas ideas en la misma.
En otro orden, otra forma de sociología de la literatura podría hacerse partiendo de algunos planteamientos del marxismo literario. Como se sabe, este tipo de crítica parte de la premisa de que cuando una manifestación literaria surge en una época o sociedad es porque se han dado una serie de elementos que ha provocado ese desencadenamiento. Además, conciben que los textos reflejan la realidad de las sociedades. Partiendo de esto, pudiera decirse que su aporte al abordaje del hecho literario está vinculado a dejar en evidencia aquellos aspectos de una época que se ven impregnados en la producción, sin importar que se relacionen a factores económicos y políticos.
2. Estética de la recepción
Con el nacimiento de la Estética de la recepción se aporta una mirada interesante al texto literario. Esta tiene su génesis en Alemania, en los años 60 y concibe al lector, su experiencia con la obra y sus interpretaciones como ejes de valoración. Esto supone una forma diferente de estudio porque se toma en cuenta la subjetividad del interpretante. Además, la recepción literaria entiende que los lectores van a interpretar los textos de acuerdo con las circunstancias y las posturas que adopten.
Para ejemplificar este último aspecto puede señalarse a una persona que, en las diferentes etapas de su desarrollo humano, leyera El Principito de Antoine de Saint Exupery. Esta, en su niñez, adolescencia, juventud, adultez o vejez tendrá diferentes interpretaciones y valoraciones porque la ha encarado desde momentos de su vida diferentes y esto le ha brindado experiencias lectoras diversas. También, los juicios de valor pudieran variar en base a otras lecturas y encuentro con situaciones cotidianas que relacionaran con las ideas impregnadas en la obra.
En la Estética de la recepción hay que destacar el trabajo de Hans Robert Jauss y Wolfgang Iser. El primero aportó a esta corriente el llamado horizonte de expectativas, que, según Rivas (2005), vendría siendo un conjunto de criterios que utilizan los lectores para valorar o juzgar las obras literarias en cualquier época y que han sido identificados como una serie de preguntas. Es decir, que la propuesta de Iser ayuda a conocer qué cosas son valoradas en determinados textos en sus contextos.
La aplicación del horizonte de expectativas resultaría muy rentable si se tiene por interés realizar un diagnóstico sobre por qué una producción tiene mayor recepción que otras, por un grupo de lectores. En este sentido, estaría relacionada con una de las clasificaciones de la sociología de la literatura (la empírica), lo que revela que estas podrían emplearse concatenadas y se tendrían maravillosos resultados.
Respecto al segundo, es conocido por instaurar la figura del lector implícito, una imagen que se forma la persona que lee como resultado ideal. Esto vendría siendo como la forma por excelencia de esa lectura. Además, este teórico de la recepción otorga un papel importante al proceso lector porque entiende que esta sería una actividad compleja.
No obstante, el tipo de lector que propone este autor ha sido criticado por no tener una fundamentación tangible. Maestro (2015), un teórico literario español, ya ha hablado de la naturaleza inmaterial de esta figura. A pesar de esto, no debería ser encasillado porque podría haber una manera (o no) en el que este aporte pueda adquirir una corporeidad. Debería continuarse la tarea de investigar sobre la materialidad del lector implícito.
La estética de la recepción podría considerarse como una propuesta de estudio que viene a hacerle justicia a los lectores. En los salones de clase, los profesores de literatura deberían aprovechar sus postulados para orientar el proceso enseñanza-aprendizaje de la literatura.
3. Psicoanálisis literario
La piscocrítica literaria es otra perspectiva para abordar los textos. Para esta es de gran relevancia el escritor, los personajes y los lectores. El autor juega un papel significativo porque en las producciones puede transmitir sentimientos, emociones e ideas que no puede expresar por un medio distinto a este. Los personajes, por su parte, son las figuras materializadas que muestran conductas de acuerdo con los tipos de situaciones en las que se ven inmersos. Y los lectores, por supuesto, aquellos sujetos que se encuentran susceptibles a ser afectados por los efectos psicológicos que traen consigo las manifestaciones literarias.
Esta forma de abordar las producciones tiene su origen en los postulados de Sidmund Freud, que, como se ha estudiado en esta unidad, utilizó ejemplos literarios para hacer denominaciones de actitudes y conductas de los seres humanos. Además, realizó análisis aplicando procedimientos psicoanalíticos a los textos literarios, cosa que mostró su aplicabilidad.
A parte del padre del Psicoanálisis, existieron otros representantes que vieron la necesidad de continuar teorizando, aportando conceptos y formulando propuestas para su abordaje. Si se revisan cada una de estas, se percibe un deseo de contribuir, de complementar y de precisar este campo de estudio. Dentro de los psicocríticos, puede mencionarse a Karl Jung, Jack Lakan, Charles Mauron, María Bonaparte, etc.
La aplicación de métodos psicocríticos puede resultar muy provechosos si quien analiza tiene en cuenta que, aunque los personajes de las obras literarias manifiesten una serie de conductas y actitudes, estas no necesariamente tienen que ver con su autor, porque, por ejemplo, un escritor puede tener el interés de dar a conocer a un personaje narcisista y esto no implica que el creador lo sea. Lo mismo que la presencia de una conducta homicida no significa que el autor lo sea.
Por otra parte, puede ser conveniente en clases de literatura si tanto el docente como los estudiantes se han percatado de repeticiones actitudinales en las obras, pueden centrar el estudio en la identificación de arquetipos.
4. Crítica literaria feminista
Esta corriente de estudio parte de la idea de que el canon literario ha silenciado las voces de las mujeres. Por eso, se halla la necesidad de plantear una forma de análisis que se base en las producciones femeninas, las cuales pueden aportar visiones y configuraciones distintas a las que han realizado los hombres durante toda la tradición literaria. Pero ¿Por qué diferente? Pues, sus seguidores consideran que las problemáticas y las realidades del sexo femenino pueden tener un mejor abordaje si se revisitan las ideas impregnadas por autoras.
En ese mismo orden, es importante resaltar que las ideas principales para instaurar esta propuesta se encuentran en los aportes de Virginia Woolf y Simon de Beauvoir, quienes han mostrado una preocupación por eliminar la cultura heteropatriarcal y machista. Esto ha sentado un precedente para instaurar una estética feminista.
No obstante, en la actualidad muchas escritoras han manifestado que el adjetivo de feminista en realidad solo etiqueta a la literatura escrita por mujeres, pero no soluciona el problema. La literatura, sin importar si la escribe un hombre o no, sigue siéndolo. El asunto en cuestión es darle visibilidad a esas obras que han escrito diferentes mujeres y que aportan una visión del mundo y una forma de pensamiento diferente al de los hombres.
Dentro de las propuestas de esta crítica literaria, pueden mencionarse: la interpretación de las obras literarias con la intención de encontrar estereotipos femeninos y aspectos negativos sobre la mujer, y la ginocrítica, que procura encontrar elementos temáticos y estructurales para instaurar una tradición literaria femenina.
La crítica literaria feminista, al igual que las perspectivas señalas con anterioridad, puede resultar muy provechosa a la hora de estudiar las producciones literarias. Si un maestro de literatura asignara a sus estudiantes, por ejemplo, analizar las novelas El Cuento de la criada y Los Testamentos de la autora anteriormente mencionada en este escrito, con la intención de hallar las situaciones de violencia y opresión que sufre el personaje femenino, se puede recurrir a este tipo de crítica.
Como se ha tratado de mostrar en estas líneas, las perspectivas trascendentes tienen muchos beneficios en los estudios literarios. Los profesionales del área de Literatura deben apropiarse de ellas porque les permitirá ampliar sus horizontes interpretativos y pueden utilizarlas para desarrollar la competencia lectora de sus alumnos. En adición, conocer cada una de ellas contribuye a que las personas interesadas en realizar investigaciones literarias puedan darse cuenta de si su metodología de análisis puede enmarcarse dentro de estas miradas al fenómeno literario.
Referencias bibliográficas
Atwood, M. (2017). El Cuento de la criada. Barcelona, España: Ediciones Salamandra.
Atwood, M. (2019). Los Testamentos. Barcelona, España: Ediciones Salamandra.
Escarpit, R. (1971). Sociología de la literatura. Barcelona, España: Oikos-Tau que se?
Exupéry, A. (2016). El Principito. Santiago, Chile: Editorial Actualidad Escolar.
Feria del Libro (2018, 10 de mayo). Diálogo de Escritores Latinoamericanos: ¿una literatura femenina y feminista [Vídeo]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=Ob78hFrzKMc
Ferreras, J. I. (1980). Fundamentos de sociología de la literatura. Madrid, España: Ediciones Cátedra.
Gómez, F. (2008). Manual de crítica literaria contemporánea. Madrid, España: Editorial Castalia.
Maestro, J, (2015, 27 de octubre). Sobre el Lector implícito y otras ficciones literarias de la estética de la recepción alemana. [Vídeo]. Youtube. https://www.youtube.com/watch?v=kG4GxYI57IU
Rivas, A. (2005). De la Poética a la Teoría de la literatura (una introducción). Salamanca, España: Ediciones Universidad Salamanca.