Vacunación y paradoja de la libertad humana

Jose Tavarez
Prof. José Tavárez Henríquez

La cuestión de la libertad humana ha sido uno de los temas más debatidos en el ámbito de la filosofía y en el de la ética ¿Hasta qué punto se puede hablar de libertad humana? La respuesta fácil es decir que no hay libertad humana, porque a cada paso tropezamos con limitaciones en nuestro accionar. En este punto recuerdo a uno de mis profesores, el padre Mateo Andrés, a quien le oí hablar por primera vez de “el hombre intradistante”, que él explicaba diciendo que siempre vamos a encontrar distancia entre lo que aspiramos y lo que logramos.

Desde la Antropología Filosófica, al enfocar el tema de la libertad humana, debemos considerar los llamados involuntarios absolutos que condicionan al sujeto humano: “Somos libres, pero no escogemos ni el sexo, ni el tiempo o lugar para nacer”; “somos libres, pero no elegimos los padres, hermanos o vecinos, salud o enfermedad”. Más allá de estos y otros limitantes absolutos, se nos imponen las convenciones sociales: “Transitamos por la derecha, nos detenemos en la luz roja, respetamos el orden de la fila en el banco, evitamos insultar al policía que nos detiene, nos vestimos de cierta manera para ocasiones especiales, etc.”.

Después de estas consideraciones, ¿qué podemos responder a la pregunta sobre la libertad humana? En lo personal me inclino hacia la perspectiva que considera al ser humano como “libre, a la manera que le es dado según su naturaleza”. Algunos de los que niegan la libertad humana parten de un supuesto equivocado, nos comparan con el ser absoluto, Dios, a quien le suponemos ausencia de límites, es todopoderoso. Un carro Mercedes-Benz de Alta Gama no nos puede transportar a Puerto Rico, no porque esté defectuoso, sino porque su naturaleza le impide circular por medios propios en el mar abierto.

Somos seres completos, no nos falta libertad ni ninguna otra cosa ajena a la naturaleza humana. Somos libres para ser y para elegir en las condiciones que nos imponen los involuntarios absolutos y las convenciones que históricamente nos hemos dado, incluyendo el sistema normativo pautado por las leyes, usos y costumbres de que nos valemos cada día para convivir en sociedad. Sí, porque además de lo hasta aquí dicho, también somos seres sociales, es decir, en contacto con otros humanos cuyos derechos debemos respetar.

Con esta reflexión en mente, podemos considerar la cuestión de la obligatoriedad o no de vacunarnos contra el covid-19. Yo soy libre de vacunarme o no, incluso más, puedo exponerme voluntariamente al contagio, como han hecho algunos. Constitucionalmente no se puede obligar a la persona a vacunarse, sólo que el derecho a la salud de los demás también está protegido por nuestra Constitución. ¿Cómo resolver la situación cuando hay derechos en conflicto? La Carta Magna, en su art. 74, ofrece algunas orientaciones al respecto.

En lo personal respeto el derecho de las personas que se resisten a la vacunación, sin embargo, mi formación humana, científica y filosófica me inclina a seguir las orientaciones de organismos internacionales de reconocida solvencia científica, como el de la Organización Mundial de la Salud, la FDA norteamericana y la de reputados científicos de la medicina. En el ámbito local doy crédito a las autoridades del Ministerio de Salud Pública. Confieso además mi desconfianza hacia las teorías de conspiración porque, con mucha frecuencia, conectan con supersticiones que suelen florecer entre personas más emotivas que racionales.

Muchos saben que padecí una forma grave de la covid-19 que requirió internamiento, asistencia respiratoria y más de un mes en recuperación, para entonces las vacunas no estaban disponibles. Recientemente me volví a contagiar con coronavirus, esta vez los síntomas fueron mucho menores y en una semana estuve de vuelta a la vida normal. Esta vez ya estaba debidamente vacunado, lo que pudo influir en la menor severidad de los síntomas. Es muy posible que las vacunas no impidan el contagio, pero las estadísticas muestran una menor severidad de los síntomas en vacunados que en no vacunados. Somos libres para escoger si vacunarnos o no, pero vale la pena pensarlo por nosotros y por los demás.

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