La universidad y la innovación abierta

UNIVÉRSITAS||
Katherine Báez, M.A.
Katherine Báez, M.A.

En la misma medida en que crece el interés sobre el desarrollo de innovaciones, se diseñan nuevos modelos conceptuales para entender, desde diferentes ámbitos, los casos de éxito que no encajan en los modelos tradicionales de innovación. Uno de los objetivos del diseño de estos nuevos modelos, además de modelar y comprender nuevas relaciones, es la posibilidad de identificar variables que puedan ser manipuladas para replicar el caso de éxito inicial bajo análisis.

Tal como señalamos en la entrega anterior, uno de esos modelos empleados para explicar la dinámica inventiva se corresponde con la innovación abierta. Este tipo de innovación busca entender el proceso de innovación (exploración y explotación) a partir de las relaciones personales y organizacionales.

De forma específica, la innovación abierta plantea que la amplitud de las relaciones de una organización se corresponde con un factor determinante en la generación de ideas y, por lo tanto, en su potencial de innovación.

Al aplicar este modelo, de innovación abierta, en las universidades se pueden identificar relaciones de estas organizaciones con sus pares (una universidad con otra), con centros de investigación, con empresas (pymes y corporaciones), con el gobierno, etc.

Desde la perspectiva de la innovación abierta, no es suficiente con que una universidad particular desarrolle una amplia red dentro de su ecosistema para lograr desarrollar innovaciones. Para esto último es necesario, además, que la universidad desarrolle estrategias y métodos para capturar el conocimiento externo (ideas, tecnología, métodos, y otras formas de conocimiento) y que, posteriormente, articule ese conocimiento con sus procesos internos haciendo uso de los recursos de los que dispone.

Evidentemente, este proceso de innovación abierta será exitoso o no atendiendo a las capacidades dinámicas de cada institución en particular (más adelante, dedicaremos una entrega a este constructo), es decir, la capacidad de reconocer el conocimiento externo y aplicarlo en correspondencia con los procesos internos organizacionales.

De lo anterior se concluye que la flexibilidad de la universidad será decisiva en la integración de nuevos procesos y, por lo tanto, limitará su potencial innovador.

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