En días pasados recibí la llamada del Prof. Máximo Castillo desde la ciudad de Higüey, para preguntarme si la conciencia podría aconsejarnos hacer cosas malas. Como es natural, mi repuesta inmediata fue aclararle que existen diferente tipos de conciencias: conciencia cognitiva, conciencia cultural, conciencia artística, conciencia religiosa, conciencia moral, entre otros tipos de conciencia. Sin embargo, como suponía que se refería a la conciencia moral, le respondí categóricamente que esta no podría aconsejarnos hacer el mal.
Le advertí que la respuesta que le ofrecí debía tomarla con pinzas, por cuanto no existe consenso universal sobre lo que es el bien o sobre lo que es el mal. Ambos conceptos, así como todos los demás conceptos referidos a valores morales, éticos, lógicos o estéticos han devenido de la elaboración de los diferentes grupos humanos. De ahí que sería un absurdo pretender que el concepto elaborado por un grupo cultural sea superior al que han elaborado los demás.
Me preguntó qué si la propuesta de un modelo moral racional elaborado por Kant no había resuelto la dificultad que yo señalaba. Al escuchar su argumento no me quedó de otra que reír un poco, por lo bien informado que estaba el maestro, pero le precisé que lo de Kant no pasó de ser un bello intento de darle unos valores morales racionales, según él, universales, suponiendo que existe la Razón, como si fuera una entidad metafísica, carente de historicidad.
También le dejé saber, al buen amigo, que el concepto conciencia moral resultaba problemático. En primer lugar, ´porque no nos habíamos puesto de acuerdo sobre que era la conciencia y si la misma existe en el ser humano de manera innata o si por el contrario también es histórica. En segundo lugar, porque tampoco existe consenso sobre lo que es la moral.
En relación a la conciencia decía Sartre que «…es lo que no es y no es lo que es”, queriendo expresar con esto, que la conciencia es lo que no es, porque se forma de la realidad material-espiritual con la que se vincula el sujeto. Y no es lo que es, porque aunque está formada por la realidad material-espiritual con la que se socializa el sujeto, ella es de una naturaleza totalmente distinta a la realidad de la que proviene. La moral es definida por distintos autores como el conjunto de valores en torno al bien y al mal, cultivados o asumidos por una comunidad o grupo determinado.
Como se podrá concluir, a partir de las anteriores afirmaciones, la conciencia moral va ser distinta de un grupo a otro, de una época histórica a la otra. En esto se fundamenta básicamente nuestra afirmación de que la conciencia moral, nunca nos induce a hacer el mal, aunque así lo parezca si analizamos el accionar de otras personas. Cuál es el fundamento de esta afirmación, que una acción que para nuestra moral resulta mala, podría ser correcta para la moral del grupo que formó la conciencia moral del individuo que la ejecuta. Por ejemplo. Cuando un policía mata a un secuestrador, un violador de niñas o a un estudiante huelguista, se siente orgulloso de su conducta, nunca sentirá remordimiento porque su conciencia moral fue formada con unos valores, heterónomos, que le dicen categóricamente que es correcto matar en estas circunstancias.
Para este sujeto, lo que está bien o lo que está mal, lo define el superior ideológico, y si este definió al estudiante huelguista como terrorista enemigo de la paz pública, la conciencia moral del subalterno los asumirá como tal.
Igual ocurre con la conciencia del estudiante que pertenece a una organización política revolucionaria que lucha por alguna “noble causa” la liberación del territorio, reconocimiento de la identidad nacional, como el “País Vasco y Libertad” ETA y se le ordena participar en un operativo para secuestrar algún funcionario o personalidad con el fin de presionar al gobierno y alcanzar objetivos estratégicos para su organización, la libertad de camaradas presos, participación política en algún organismo.
El sujeto que participa de la ideología de ese grupo, lo mismo podría participar en un operativo militar para dinamitar un edificio donde mueren decenas de personas, no vinculadas directamente con su lucha, sin sentir que está haciendo algo moralmente reprochable. Su conciencia, ideológicamente formada, le protegerá contra todo aquel que trate de convencerle de la maldad de sus acciones.
Los pilotos que volaron las Torres Gemelas, murieron con la conciencia de que estaban realizando un acto de heroísmo extraordinario y es alto probable que exista millones de personas que los veneren como héroes, dignos de ser tenidos en los libros de textos de las escuelas primarias. Sin embargo, para la mayoría ese acto no pasa de ser un acto de horror, injustificable desde cualquier punto de vista.
La otra cara de la moneda, en este caso, lo representan los ataques a ciudades y gobiernos llevados a cabo por los norteamericanos, en represalia contra lo que según ellos propiciaron, financiaron o protegieron a los protagonistas del 911. Los soldados que participaron los ataques destruyeron ciudades, hospitales, centros históricos, mataron cientos de niños, mujeres y ancianos no involucrados directamente en el conflicto y sin embargo, se sienten héroes y son tenidos como héroes por su comunidad, cuando en realidad son tan o más carniceros de los que derribaron la torres, tan o más terroristas que los pilotos del 911.
Porqué el soldado se siente un héroe, por las mismas razones que se siente el pilotó 911, por estas mismas razones el miembro de la ETA que dinamitó un edificio se siente héroe y también el policía que mató al estudiante huelguista.
¿Les aconsejó mal su conciencia moral? Claro que no, una prueba de ello es que cada uno se siente héroe por las acciones realizada. Quizás la explicación de este fenómenos está en la Neurótica, que de algún modo a probado que la socialización que ha tenido la humanidad no lleva a sentir remordimiento, cargo de conciencia o llamado del deber ser, solo con las acciones que perjudican a quienes consideramos cercanos y a sentir total indiferencia con lo que le pasé a los que consideramos lejanos.
Pensándolo bien, todos estos tipos tienen problemas, pues a quien se le ocurre pensar que está bien matar a un estudiante, poner una bomba que mata decenas, secuestrar a inocentes, derribar unas torres repleta de personas civiles en su mayoría o destruir ciudades, hospitales. Máximo, en verdad yo creo que la conciencia de estos tipos les aconsejó mal, pero muy mal.
Pero el Prof. Máximo me preguntó que si concluir de esa manera no se cometería el error consistente en juzgar las acciones de los demás desde los valores del grupo nuestro.