El aborto

Profesor Novas.
Buenas noches, compañeras y compañeros, ¿cómo se
encuentran?, me imagino que bien; al menos, esa fue la impresión
que recibí al llegar. Supongo que ese buen ánimo tiene mucho que
ver con el tema que trataremos esta noche.
En esta ocasión, hemos decidido dividir la discusión de la
problemática en cuatro momentos distintos: el Aborto, la Eutanasia,
Ingeniería genética y Clonación; por lo amplio y complejo que
resulta el tema propuesto. Pues, así como lo anuncia el título:
«Bioética, eutanasia, la ingeniería genética, podría convertirse en
el poder de Dios en manos de los hombres o el fin de la humanidad
que hemos conocido».
Estamos conscientes que a muchos de ustedes el tema
propuesto les parecerá distante de nuestra realidad y, en cierto
sentido, de poco interés; de lo cual nos enteramos a través de los
medios de comunicación masiva. Sin embargo, el filósofo debe
tener presente siempre la expresión de Terencio: «nada humano
me es ajeno»; por tanto, es misión nuestra reflexionar sobre todo
aquello que al ser humano ocupa y preocupa.

Por la razón mencionada, esta noche analizaremos los
conflictos existenciales y morales generados en una familia
dominicana obligada a decidir entre el derecho a la vida de un
niño no nato ―en el vientre de una de sus hijas, violada por un
haitiano― y sus valores morales, religiosos, familiares.
El caso que les contaré esta noche ocurrió en La Colorada,
una sección del Municipio de Imbert, provincia Puerto Plata, el día
15 de marzo del 1996, cuando, como de costumbre, Janet Rivera
marchaba contenta y apresurada rumbo al liceo secundario Juan
Nepomuceno Ravelo, de Bajabonico, pues ese día tenía un examen
de Literatura, su materia favorita, y se le había hecho tarde por
haberse acostado de madrugada estudiando.
Este esfuerzo exagerado por mantener buenas calificaciones
estaba sustentado en su juvenil deseo de ser cuentista, como el
Profesor Juan Bosch, y en la promesa que le había hecho su padre
de enviarla a la universidad a estudiar Literatura. Pero ese día Janet
no llegaría a su destino, porque la fatalidad ya se había fijado en ella;
unas semanas atrás, cuando un chofer del transporte interurbano,
de origen haitiano, al que le decían El Pecusio, enfocó sus primitivos
instintos, atraído por la belleza que aquella joven poseía en su
cuerpo tierno y juvenil.
Y, como dice la gente de mi campo, desde el día en que El
Pecusio la vio en la entrada de La Colorada junto a sus compañeros
de estudio, decidió montarle guardia en espera de encontrarla
sola. Ese viernes fue el día esperado, pues ella, como señalamos
anteriormente, con el afán de mantener buenas calificaciones,
se había acostado de madrugada, estudiando para el examen
del día siguiente, y por esta razón, sus compañeros, que siempre
la esperaban, se vieron obligados a irse sin ella, siempre con la
esperanza de que los alcanzara en la carretera mientras esperaban
vehículos y, como ocurren las cosas cuando la fatalidad nos acecha,
ese día los muchachos encontraron transporte en el primer vehículo
que pasó, algo que casi nunca ocurría.
Cuando El Pecusio observó que Janet estaba sola y que
lucía ansiosa por encontrar transporte, sintió que la sangre se le
calentaba; que el corazón se le aceleraba; estaba como poseído,
loco de emoción, y sin pensar en las consecuencias de su acción,
puso en marcha su vehículo y se detuvo frente a ella ofreciéndose
a llevarla, oferta que ella aceptó sin pensarlo dos veces, dado la
necesidad que tenía de llegar a tiempo al examen. Subió al vehículo
y dijo al chofer «qué bueno que usted apareció, señor; gracias,
Dios mío, tú nunca les faltas a tus hijos»; ella nunca imaginó que
ese carro era la barca de Caronte, porque ese mismo día morirían
su inocencia y sus sueños.
Tomó conciencia de esta realidad, cuando el vehículo
cruzó la curvita de la casa de Valentina, la del Padrino Ramírez,
y se desvió hacia los cañaverales a una velocidad que hizo que el
corazón de la muchacha se llenara de angustia. Presentía ya lo que
estaba por venir. Seguramente, ese desvío hacia los cañaverales
del CEA le recordaba a Janet el cuento de Don Juan: «La Noche
buena de Encarnación Mendoza.»
No hay necesidad de alimentar el morbo de algunos,
contando los detalles de una situación tan penosa, pues, cuando
El Pecusio consideró que estaba bien profundo entre los campos
de caña, y estimó que no sería descubierto en su acción temeraria,
detuvo el vehículo, tomó a la niña por un brazo, la tiró al suelo y,
en menos de 15 minutos, todo había concluido. Él estaba saciado,
eufórico, ella había sido suya, estaba orgulloso de su inteligencia;
su presa estaba ahí, indefensa, desconcertada, desnuda,
crucificada en la tierra, con los ojos cerrados, como negándose
a ver la realidad; se sentía avergonzada de sí misma, manchada;
estaba bloqueada, pues en medio del dolor y la frustración
persistía la idea de que llegaría tarde al examen. Parece que su
conciencia se negaba a entender que todos sus sueños habían
quedado sepultados allí.

Por otro lado, cuando los padres de Janet vieron que su
muchacha no había llegado, como era su costumbre, junto a los
demás estudiantes, mandaron de inmediato a Carlitos, el hermano
más pequeño de Janet, que en ese instante se alistaba para ir a su
escuelita, a casa de Priscila, una de sus compañeras de estudio a
ver si ella se había quedado allí realizando alguna tarea.
Pero la respuesta que obtuvieron a esta pregunta cambiaría
para siempre sus vidas, porque, cuando Priscila vio al hermanito de
Janet, se apresuró a preguntarle: ¿Janet está enferma?, ¿por qué
no fue hoy a la escuela?
Desde el momento que la comunidad se enteró del caso,
todos suspendieron lo que estaban haciendo y se dedicaron
exclusivamente a su búsqueda. Sus compañeros de estudio, se
encargaron de buscarla por los caminos que suponían ella pudo
haber tomado. Su Papá, Don Fermín, salió como loco a la carretera
y se dedicó a parar a todos los vehículos del transporte público
de pasajeros para preguntarle si no habían visto a una niña de 16
años, delgada, color indio claro, pelo largo y lacio, con ojos claros
y risueños, vestida con falda kaquis y camisa azul. En tanto que,
los demás hombres, organizaron una especie de brigada, con el
propósito de rastrear, palmo a palmo, los campos de caña cercanos.
Pero todo esfuerzo resultó insuficiente, pues nada se supo
de ella ese día. Sin embargo, al día siguiente, como a eso de las cuatro
y media de la tarde, cuando la esperanza de todos comenzaba a
extinguirse, un grupo de peloteros de la comunidad de Las Avispas,
que regresaban de “Vuelta Larga”, después de un partido de pelota
la encontraron por casualidad, pues el grupo se había detenido a
comer caña en aquel campo, la encontraron, semidesnuda, atada
de pies y manos, con el cuerpo sucio de tierra y de sangre, casi a
punto de morir.
Finalmente, debo decirles que, en los primeros dos meses
y medio de este suceso, todo el mundo se concentró en darle
apoyo emocional a Janet, dado el estado lamentable en que había
quedado. Una muchacha que siempre estaba alegre, risueña, se
mantenía melancólica, en un permanente estado depresivo. No
fueron una ni dos, las ocasiones en que la sorprendieron tratando
de quitarse la vida, acto que nunca consumó, porque sus amigos y
familiares cercanos no la dejaban mucho tiempo a solas, para no
darle ocasión de pensar en lo ocurrido.
Sin embargo, amigos y familiares cometieron un error básico,
pues solo se preocuparon por el hecho de que Janet no quería
comer, que no quería hablar con nadie, y lloraba sin ningún motivo,
casi todo el tiempo, casi no dormía y había perdido el interés por la
lectura y la escritura; pero a nadie se le ocurrió preocuparse por la
posibilidad de un embarazo, cosa que efectivamente ocurrió; Janet,
estaba embarazada.
La solución
El embarazo de Janet provocó una división tan profunda
en esa familia que aún hoy está presente, pues su padre, Don
Fermín, quiso que ella abortara inmediatamente, alegando que la
presencia de ese muchacho en la familia solo le haría recordar al
maldito haitiano que le desgració la vida. Pero la madre de Janet,
Doña Edilia, de confesión católica, se opuso de manera terminante
a cualquier solución que pusiera fin a la vida del niño, alegando que
una acción como esa sería un crimen más cobarde que el cometido
contra su hija. Por su lado, la pobre Janet, no sabía qué hacer, pues
solo quería olvidar todo lo que le recordara aquel día. Sin embargo,
ella no había sido educada para abortar.
Las preguntas que nos hacemos son las siguientes:
¿Podemos obligar a esta muchacha a parir el hijo de quien destruyó
su vida? ¿Qué responsabilidad puede tener esta muchacha con
respecto a ese hijo, si ella no lo eligió? ¿Qué culpa puede tener
el niño de haber sido engendrado en estas condiciones?; ¿Qué
derecho está primero, el de la madre o el de la criatura que se gesta
en su vientre?; ¿A partir de cuántos meses o días comienza la vida
EULOGIO SILVERIO EL PROBLEMA DE LA ELECCIÓN MORAL
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que se gesta en el vientre de una mujer a tener derechos humanos?
Chago, el marxista.
Buenas noches, profesor Novas. ¿Cómo está usted?
Profesor Novas.
Muy bien, Chago, y usted, ¿está bien?
Chago, el marxista.
Muy bien, profesor, gracias.
Profesor, usted sabe que este caso tiene una doble
implicación, pues, además del problema moral que conlleva
toda violación y la respectiva posibilidad de un aborto, también
envuelve un problema de identidad nacional, al estar involucrado
un haitiano. Como usted comprenderá, siempre resultará difícil
para un nacional dominicano criar el hijo de quien siempre se ha
recelado, por las razones que todos aquí conocemos.
Pero, independientemente de las circunstancias, yo soy de
opinión que nadie puede imponerles a las mujeres la maternidad;
ellas tienen derechos que les son propios, y decidir sobre su propia
vida y sobre su cuerpo es uno de ellos, máxime, cuando se trata de
una muchacha joven, llena de sueños, marchitada alevosamente
por este asqueroso. Lo que importa en este caso es la vida de ella,
y no quiero decir que la vida del niño no tenga importancia, pero
primero está la de ella que es un ser humano en acto, mientras que
él está en potencia.
Además de las valoraciones existenciales, hay razones
sociales que se han de considerar cuando se habla de traer al mundo
el producto de una violación. Creo que sería un acto de suprema
irresponsabilidad traer al mundo un muchacho en circunstancias tan
tristes; ustedes saben que no es necesario ser muy inteligente para
darse cuenta de que la existencia de ese niño será una calamidad.
Aunque yo sé que aparecerán muchos babosos que mostrarán el
manido seudoargumento de que hay muchas personas que han
nacido en circunstancias más adversas que él y han llegado a ser
grandes personalidades, como el caso del Papa Juan Pablo II. Sin
embargo, este es un argumento que puede tener sentido para los
ingenuos, porque la realidad es que la gran mayoría de los niños
que nacen y crecen en condiciones como estas, terminan en la
calle, en el cementerio o en las cárceles.
La mala semilla hay que eliminarla de raíz, a propósito de
esto dicen los hindúes que…el alma que se engendra a causa de una
violación es el alma de un demonio… a decir verdad, yo no creo en
nada de eso; pero hay que admitir que quien es capaz de violar a
alguien, no es buena cosa, y está comprobado científicamente que
existe un gen asesino.
Esto no quiere decir que estamos de acuerdo con
una sexualidad irresponsable, queriendo luego resolver sus
consecuencias mediante el aborto. Lo único que nosotros
defendemos es el derecho de la mujer a decidir si quiere o no quiere
ser madre. Sin embargo, no significa tampoco que el derecho de
la mujer está por encima del de la sociedad. Si una mujer queda
embarazada por descuido, y tiene condiciones psicológicas y
sociales para sacar adelante este producto, está en la obligación
de tenerlo y, si quiere deshacerse de su responsabilidad moral, el
Estado debe penalizar su acción.
Finalmente, quiero hacer una pregunta: ¿cuál sería la
calidad de vida y el ambiente social que espera a un niño que nace
siendo odiado hasta por su propia madre?
Creemos que lo más humano, en este caso, es el aborto; no
somos como los embusteros de los religiosos, los cuales, como otros
moralistas y lúmpenes de aquí y de allá, que se oponen al aborto y,
sin embargo, apoyan que los norteamericanos, los ingleses y otros
criminales maten mediante bombardeos y bloqueos económicos a
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los niños iraquíes y cubanos.
Elsa, la católica.
Buenas noches, profesor. ¿Cómo está usted?
Profesor Novas.
Muy bien, Elsa, ¿y usted?
Elsa, la católica.
Yo estoy bien, profesor.
Pensando yo en la gran diferencia que existe entre
nosotros y los marxistas; mientras ellos votan por el aborto bajo
cualquier excusa, nosotros no lo apoyamos, aun cuando esté en
peligro la vida de la madre, y menos cuando se trata de un crimen
premeditado ‒como sería este caso‒. Pues Dios creó cada vida con
su propio propósito, y nunca dijo que las vidas sin «calidad» deben
ser eliminadas. Su Ley manda al cristiano a amar toda su creación.
Es consenso entre los cristianos considerar toda vida,
humana, con derechos en sí misma, al margen de los que puedan
tener otros. La vida humana tiene su propia dignidad en el mismo
momento de su concepción. Además, ¿quién se cree Chago, para
pensar que tiene algún derecho para decidir quién debe vivir o
morir? ¿Quién lo nombró diseñador social?
Profesor, me parece extraño que un marxista como Chago
utilice expresiones deterministas; ¿quién le dijo a él que el medio
social determina lo que será una persona en el futuro? El único que
quita y pone es Dios.
Es natural que una mujer, que haya sido violada, tienda a
querer deshacerse del producto de esa violación; pero yo le aseguro
a cualquier mujer que esté pasando por esa situación, que el aborto
es la peor solución que se le puede dar a ese problema. Lo único
que puedo decirle a Janet es que tenga piedad con ese niño, que no
se desquite con ese inocente que, al igual que ella, es una víctima.
Que dé a luz a ese desdichado y deje su crianza a personas
que valorarán la vida humana en cualquier circunstancia; como su
mamá, una mujer católica que está dispuesta a brindarle el mismo
amor que le ha dado a ella y a sus hermanos; y, si no quiere verlo
nunca más, que se lo entregue a las monjitas del Hogar Escuela
«Mamá Chiche».
Karlos, el existencialista.
Según nuestros criterios, la existencia es primero que la
esencia. Partiendo de ese criterio, podemos hablar de que se es
humano propiamente, cuando tomamos conciencia de nosotros
mismos y del mundo. De ahí que es válido afirmar que un animalito
y lo que crece en el vientre de Janet son lo mismo. Ambos son res
extensa, al ser seres sin conciencia de sí.
Suena grosero decirlo, pero la verdad es que un embarazo,
en los primeros meses, no pasa de ser un manojo de líquidos
viscosos incubando una vida. Yo no niego que este niño tiene
el mismo derecho a nacer que tuvimos todos nosotros, pero,
lamentablemente, eso depende de la voluntad de su madre y de
nadie más.
Cada uno de nosotros da sentido a su existencia en la medida
que va tomando decisiones; de ahí que cualquier decisión tomada
por ella debe ser respetada, por el simple hecho de ser su decisión,
ella y nadie más deberá cargar con el peso de sus acciones.
Para nosotros resultará correcto lo que ella decida de
manera responsable. Pero, cuando tome su decisión, que esté
consciente de que está sola y que no debe esperar del mundo y sus
habitantes nada mejor de lo que ha recibido hasta el momento. Por
eso debe decidir lo que considere estrictamente correcto; mañana
no habrá tiempo para remordimientos y arrepentimientos.
EULOGIO SILVERIO EL PROBLEMA DE LA ELECCIÓN MORAL
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Nosotros consideramos que en las situaciones límites, como
esta, es donde el ser humano inventa su moral, al estar obligado
a decidir, es por eso que no creemos en las buenas palabras de la
católica sobre que existen personas que están dispuestas a cargar
con esta criatura; pues todo eso es correcto, si ella decide hacerlo
así, pero nadie, absolutamente nadie, puede imponerle una decisión,
por muy bien intencionada que esté, ya que cada uno de nosotros
es responsable de las cosas que elige y ella no eligió este embarazo;
contrario a ello, le fue impuesto por la fuerza, y lo menos que podemos
hacer por ella es respetarle la libertad de elegir, lo que sí está en sus
manos.
Por otro lado, profesor Novas, me parece que la edad le está
quitando lucidez al pobre Chago, porque sus palabras son un tanto
vanas, en tanto asume un sentido determinista en torno al futuro del
niño, si ocurre su nacimiento en estas condiciones. Asumir una visión
así es puro fatalismo, equivale a negar la importancia que tiene la
voluntad de los individuos en la definición de los valores que formarán
parte de su existencia; él sabe que cada ser humano es responsable de
darle sentido a la misma, al tener que inventarse a sí mismo con sus
decisiones. Nada está determinado, ni por la sociedad ni por ningún
ser supremo.
Nadie puede negar que alguien que nazca y crezca bajo
condiciones sociales-familiares como las de ser un hijo no deseado
tiene todas las posibilidades de ser un delincuente o un resentido;
pero esto dependerá fundamentalmente del conjunto de decisiones
que él mismo tome en su vida y de nadie más.
Rubén, el hedonista.
Buenas noches, profesor Novas. ¿Cómo están, compañeros?
¡Cuánto tiempo sin vernos! Creo que no nos mirábamos desde que
analizamos el caso del accidente del muchacho de Puerto Plata.
En esta ocasión, quiero intervenir para decir estrictamente
que no veo ninguna razón para obligar a esa niña a sacrificarse tanto a
cambio de nada, pues ya de por sí su vida es un infierno. Imagínense
a la hora que nazca esa criatura; sobre todo, que es de un desgraciado
de esos. Si ella se da el lujo de dejarlo nacer, que se olvide de las cosas
bellas y buenas de la vida, pues será un estorbo para la vida plena y
verdadera. Que no se lleve de su mamá, que de seguro es una vieja
que está de palos pa’ leña, y mucho menos de Elsa, la cual, aunque
hermosa, se está desperdiciando en esa religión quita-gusto.
Ustedes saben que el hedonista procura alejarse del dolor, del
sufrimiento y de todo sacrificio, buscando siempre lo bello y placentero
de la vida y de todas las cosas buenas y bellas que tiene; la juventud es
la más preciosa de todas las etapas de la vida, pero tan efímera, que es
un absurdo complicarla con cargas y problemas que uno mismo no ha
buscado. Hay que deshacerse de los problemas antes de que se hagan
más grandes. Que no lo piense, que se quite ese problema y que goce
su vida, ahora que es joven y puede tener lo que quiera; si no lo hace,
se lamentará la vida entera.
Joseph, el estoico.
Buenas noches, profesor. ¿Cómo están todos? ¡Caramba, por fin
vemos a Rubén! Creo que no nos veíamos desde el caso del muchacho
del accidente. Sin embargo, mi ausencia tiene motivos diferentes a
los de Rubén. En estos últimos días, hemos estado realizando muchos
trabajos comunitarios: en los hospitales, en los asilos de ancianos y de
niños, con los enfermos de SIDA y en los bateyes de Los Alcarrizos y
Monte Plata; pero, a Rubén lo hemos visto de bohemio, bebiendo, en
la Cafetera del Conde y en el colmadón Brisa del Mar, frente a la UASD.
Rubén, el hedonista.
Joseph, lo que ocurre es que yo no quiero ganarme el cielo,
como tú y tus amigos sufridores, a mi gustaría ser quemado en una
pira de leña el día que muera, para de esa manera, recordarles a los
que me sobrevivan que esta vida es un instante único que desaparece
tan pronto el halito vitae deja nuestros cuerpos.
Todo lo que soy y seré es este cuerpo.
¡Amigos, la vida es este momento; no pierdan el tiempo
complicándosela!
EULOGIO SILVERIO EL PROBLEMA DE LA ELECCIÓN MORAL
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El Pecusio parece haber descubierto que la vida es un instante,
que se vive o no se vive; porque, díganme ustedes, ¿de qué manera iba
ese maldito haitiano a conseguir vivir con una joven bella y hermosa
como Janet, si no mediante un acto como este?
Joseph, el estoico.
Perdona Rubén, pero el comentario no fue hecho con ánimo
de ofender, sino más bien como chiste.
Rubén, el hedonista.
No te preocupes por eso, yo también estoy bromeando.
Joseph, el estoico.
Bueno… dejando a un lado este preámbulo… quisiera
responder a la interrogante que ha surgido a propósito de esta
violación.
Nosotros no negamos el derecho a elegir que tiene esta
niña. En tanto todo ser humano, tiene derecho a elegir cómo vive
su vida. Pero, ¿es el aborto lo correcto? A esta pregunta, tal y como
diría el pragmático, cada quien le dará una respuesta diferente,
dependiendo de las circunstancias en que se encuentre.
La doctrina estoica llama al sacrificio de los placeres
carnales en beneficio de los espirituales. Pero también llama a vivir
en equilibrio con la naturaleza.
Un estoico tomaría esta desagradable experiencia, para dar
muestra de su templanza ante las adversidades de la vida.
Resulta casi inmoral pedirle a Janet un nuevo sacrificio;
pero lo que nunca le aconsejaríamos es que aniquile la vida. El
verdadero valor moral está en el sacrificio que hacemos por los
demás, más que por nosotros mismos. Siempre resultará un crimen
mayor el que se comete premeditado que el que se comete en un
momento de pasión. Matar a un niño mediante un aborto es un
crimen alevoso y sin justificación.
El producto de una violación no es culpable de sus
desgracias; que le permita vivir y que lo entregue a su madre o a las
monjas de Mamá Chiche. Quizás esa decisión le ayude en el futuro
a no sentirse peor, sabiendo que mató a su propio hijo. Muchas
mujeres que han matado a sus hijos porque no lo deseaban en
ese momento, luego la naturaleza les niega tener otros cuando los
desean.
Narciso, el pragmático.
¿Qué es lo mejor? ¿Qué es lo correcto? ¿Qué vida tiene
mayor valor, la de la madre o la del hijo? Esas mismas preguntas
tendrán respuestas diferentes, dependiendo del tiempo y de las
circunstancias. Recuerdo que el compañero Víctor dijo, cuando se
habló sobre el aborto, en la discusión sobre «Los problemas de la
libertad», que no estaba de acuerdo con que el Estado legalizara la
práctica del aborto, por sus consecuencias sociales. Sin embargo,
en este caso, yo apoyaría la opción que a la muchacha le parezca
mejor, dado que ella no pidió ni provocó esta situación.
Si ella considera que, eliminando a ese muchacho mejorará su
situación emocional, pues que lo elimine, pues nadie puede negarle,
a menos que sea un hipócrita religioso, el derecho que ella tiene a
decidir por sí misma lo que será su vida de aquí en adelante, ya que
le fue impuesta esta desgraciada carga, sobre todo que se trata del
hijo de un individuo que, además de ser un degenerado, es un jodío
haitiano.
Aunque, francamente, no creo que su calidad de vida mejore
mucho si se practica un aborto, porque me parece que es una
muchacha muy sensible, de esas que le dan mente a todo lo que les
sucede, y, aunque casi todo el mundo está dispuesto a apoyarla en
la decisión que tome, las consecuencias del aborto no terminan en
la sala de operación. A los muy sensibles, los persigue toda su vida.
EULOGIO SILVERIO EL PROBLEMA DE LA ELECCIÓN MORAL
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Pero, como digo una cosa digo la otra, ya que si ella fuera
hija mía, yo la obligaría a que se saque esa mala semilla, como dice
Chago; porque si ella tiene a ese muchacho, nadie en la familia
encontrará tranquilidad mirando, a cada momento, la cara del hijo
de ese azaroso.
Amelia, la cristiana.
Buenas noches, profesor Novas, quiero decirle que mi
posición, en este caso, no difiere casi en nada de la postura de
la compañera Elsa, que es mi amiga y que yo la invité, porque su
iglesia tiene puntos de vista muy específicos sobre la bioética. En
cambio, nuestra visión difiere, en algunos aspectos, al considerar
cada caso en particular sin negar ninguna posibilidad. Por ejemplo,
en este caso, yo le diría a la muchacha que busque de Dios y sus
santos consejos, que busque fuerzas para perdonar a su agresor
y para aceptar esta dura prueba. Consideremos que la vida es un
don precioso de Dios y, si ella busca de Dios, ya no se sentirá sola
y ultrajada, además de que nos tendrá a nosotros como hermanos
de congregación.
Esteban, el aristotélico.
Esta es una situación compleja, pero nosotros le
aconsejaríamos a Janet una solución intermedia. Creemos que lo
mejor, para ella y el niño, sería que ella permita que nazca como
un acto de solidaridad de su parte y que, luego, lo entregue a
quien pueda brindarle cariño. Creo que el propio niño cuando
crezca podrá entender su decisión y hasta amarla por haberle
dado la oportunidad de vivir, pues, nadie puede pedirle a ella que,
además de este gesto, le brinde amor y cariño.
Alex, el kantiano.
Buenas noches, compañeros. Buenas noches, profesor
Novas. Entiendo que conmigo cierra la ronda y quiero
aprovecharla para recordarles a todos lo que decía Kant con
respecto a la vida humana: «el hombre nunca debe ser tomado
como medio, sino como un fin en sí mismo». De ahí que cada
vida humana tenga su propia dignidad y, si es moral respetar la
vida de esta muchacha, también lo es conservar la de su hijo.
Recuérdese que debemos actuar de acuerdo al mandato
de la razón aunque nuestros sentimientos nos manden hacer
otra cosa.
Todo aquel que atente contra la dignidad de la vida
humana obraría de manera inmoral. Ella obraría de manera
inmoral, si aborta; igualmente, si lo abandona a su suerte,
negándose a cumplir el imperativo de la razón que manda a
«no hacer nada que no te gustaría que te hicieran a ti mismo».
Nunca debemos hacer aquello que no se pueda universalizar, y
la acción de matar va en contra de toda razón y, por tanto, en
contra de todo valor moral.
Profesor, usted sabe que, de acuerdo a nuestra ética, los
únicos actos que tienen valor moral son aquellos que hacemos
por buena voluntad y no los que hacemos por inclinación.
Profesor Novas.
¡Explique lo de la inclinación y la buena v oluntad!
Alex, el kantiano.
Muy bien, profesor. A lo que llamamos actos por
inclinación son aquellos en los que actuamos, movidos por
placer, persiguiendo reconocimiento, recompensa; los que
realizamos por temor al castigo, en fin, todos aquellos en los
que no actuamos por deber. Actuar por deber es hacer lo que es
correcto, aun cuando nuestros sentimientos nos indiquen otra
cosa. Por ejemplo, en este caso, casi todos los que han opinado
lo han hecho guiados por el se ntimiento y no por e l deber.
Profesor Novas.
¿Aun en el caso de Elsa, Amelia y Esteban?
EULOGIO SILVERIO EL PROBLEMA DE LA ELECCIÓN MORAL
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Alex, el kantiano.
Esos tres son los primeros que basan sus apuestas morales
en el sentimiento. Recuerde, profesor Novas, que la religión es
un asunto de fe, y que la fe es un sentimiento. El ser humano
ha hecho cosas maravillosas, guiado por una fe religiosa; pero,
desafortunadamente, ha cometido también los más horrendos
genocidios guiado por una fe religiosa.
Kant era cristiano y, sin embargo, no propone que el hombre
siga una fe ciega; más bien propone que el hombre se ilustre y que
llegue a obedecer a Dios, nuestro Señor, porque se le ama y no
porque se le teme; que hagamos lo correcto moralmente, porque
es un mandato de la razón; porque, a decir verdad, las cosas justas
agradan a Dios, porque son justas y no es que son justas, porque
agradan a Dios. De aquí que, si conducimos nuestra vida moral,
guiados por el mandato de la ley que dicta la razón, estaremos
agradando siempre a Dios, por cuanto la razón nunca aconseja
hacer lo malo.
Todo lo expresado nos conduce a decirle a Janet que, de la
única manera que ella obra moralmente correcto es si recibe esta
vida y, aun en contra de sus deseos e inclinaciones naturales, da
a este hijo el cariño y el amor que quizás este mundo le negó a
ella. Eso debe hacerlo, porque es un deber hacer lo correcto, y lo
correcto es dar amor aunque tengamos motivos suficientes para
odiar.
CUESTIONARIO
El aborto
1) Si una hermana, una hija, su esposa o su novia
estuviere en la situación de Janet, ¿le recomendaría el aborto?
Explique sus razones.
2) A la hora de tomar esta decisión, ¿tendría alguna
importancia el hecho de que el violador fuere haitiano? Justifique
su respuesta.
3) ¿Podemos pedirle a Janet que deje nacer el hijo de
quien destruyó su vida?
4) A tu juicio, ¿qué responsabilidad puede tener Janet
con respecto a ese hijo, si no ha sido producto de su elección?
5) ¿Qué culpa podrá tener el niño de haber sido
engendrado en estas condiciones?
6) A su juicio, ¿qué derecho está primero, el de la
madre o el de la criatura que se gesta en su vientre?
7) Según su opinión, ¿a partir de cuántos meses, días
o semanas de la vida que se gesta en el vientre de una mujer,
comienza a tener derechos humanos?
8) ¿Qué comentario le merece la opinión de Doña
Edilia, que está opuesta a cualquier solución que ponga fin a la
vida del niño, alegando que una acción como esa sería un crimen
más cobarde que el cometido contra su hija?
9) ¿Qué comentarios te merecen los consejos de Rubén
a Janet, en el sentido de «que se quite ese problema y que goce su
vida, ahora que es joven y puede tener lo que quiera; y que si no lo
hace, se lamentará la vida entera.»?
EULOGIO SILVERIO EL PROBLEMA DE LA ELECCIÓN MORAL
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10) ¿Qué debemos entender de las argumentaciones de
Alex, al citar a Kant, cuando este afirma que «el ser humano nunca
debe ser tomado como medio, sino como un fin en sí mismo»?
11) ¿Tiene razón el marxista cuando afirma que la
calidad de vida y el ambiente social que espera a un niño que nace
siendo odiado, hasta por su propia madre, solo puede producir un
delincuente más?
12) ¿Es correcta la afirmación de Karlos de que «cada
uno de nosotros es responsable de las cosas que elige y ella no
eligió este embarazo»? Justifique su respuesta.
13) ¿Si usted tuviera la oportunidad de atrapar a la
persona que violó a Janet, que le haría como castigo?
14) ¿Con cuál de estos personajes se identifica usted?
Explique por qué.
15) Critique brevemente la postura de los demás
personajes.

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