El mito de los valores morales

Dice Yuvar Jarari, en su libro “Homo Deus”, que una de las características que distingue a los seres humanos de los grandes simios, es la capacidad de crear y de creer en mitos colectivos que posee nuestra especie. Esta capacidad facilita la cooperación a gran escala para la realización de tareas de elevada complejidad.

Los mitos más grandes y complejos creados por los distintos grupos humanos a lo largo de su historia son: la religión, el Estado, el dinero y la moral.

Como decía Jenófanes: «Los seres humanos se han creado dioses a su propia imagen. Creen que los dioses han nacido y que tienen cuerpo, vestidos e idiomas como nosotros. Los negros piensan que los dioses son negros y chatos, los tracios los imaginan rubios y con ojos azules. ¡Incluso, si los bueyes, los caballos y los leones hubiesen sabido pintar, habrían representado dioses con aspecto de bueyes, caballos y leones!» [Jenófanes. s. VI a. C.], pienso, al igual que Jarari, que esa capacidad de crear mitos y de creer en ellos con tal firmeza, hasta el punto de poner en riesgo nuestra integridad física para defenderlos, es lo que separó a la especie humana de las demás especies, al darnos la capacidad de colaborar hasta niveles casi imposibles de imaginar.

Jarari destaca la disposición que tienen los seres humanos para el sacrificio, postergar sus deseos y necesidades con la finalidad de alcanzar metas superiores. Un niño de año y medio ya posee esta capacidad cuando se le promete que recibirá cantidades mayores dentro de un rato o que alguna divinidad lo recompensará en el cielo. Sin embargo, nuestros parientes más cercanos, los simios, no están en capacidad de negociar, el dejar de comerse la fruta que tienen en las manos bajo la promesa de recibir cantidades mayores dentro de un rato o que recibirán abundantes recompensas en el cielo de los simios.

La capacidad de crear ficciones predispone al ser humano para la colaboración a gran escala. La construcción de una organización con los niveles de complejidad del Estado y la posterior evolución de los distintos sistemas políticos que logran integrar en una relación de mutua colaboración a millones de personas, no sería posible si no fuéramos capaces de creer en la ficción llamada Estado, conjuntamente con las normas que rigen su funcionamiento.

Mitos morales

Otro de los grandes mitos creados por la humanidad a lo largo de toda su historia, es el mito moral. En el mundo existen tantas morales como grupos humanos, cada grupo ha creado su propia versión de lo que es bueno y de lo que es malo. Pero ninguna cultura se ha ocupado de darle fundamentos objetivos, racionales o materiales a sus valores. Simplemente, cada grupo ha elaborado su cosmovisión, determinan lo que entienden correcto y lo que entienden que no lo es, asumen como tal estos valores y a partir de aquí utilizan todos los medios materiales, de persuasión y de coerción que son necesarios para imponer su cosmovisión a los demás.

Para cualquier mente mínimamente racional, a simple vista resultan notorias las contradicciones internas que poseen los predicamentos de las distintas normas morales. Sin embargo, resulta imposible de ignorar hasta para el dogmático el relativismo extremo existente entre los valores morales de una cultura a la otra.

Los sofistas, Nietzsche y posteriormente Emile Durkheim fueron los primeros en advertir la falta de rigor epistemológico que poseen las distintas morales.

Protágoras, por ejemplo, nos decía que «el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son, en tanto que son, y de las que no son, en cuanto que no son». Expresión extraída por este pensador de la observación de las leyes y costumbres distintas que poseían las ciudades estados griegas.

Te podría interesar

El mito de los valores morales (2da parte)

Nietzsche expresó que “no existen hechos morales; tan sólo interpretaciones morales de los hechos.”, para comprobar la veracidad de esta afirmación basta con observar el doble rasero que utilizamos para juzgar un mismo hecho. Por ejemplo, cuando un asaltante mata a un comerciante la acción recibe el calificativo de crimen, pero cuando es el comerciante que mata a un asaltante calificamos el hecho como heroico, defensa propia.

Esto nos permite ver que no es el hecho de matar personas en sí mismo el que es inmoral, los hechos son los hechos y las personas hacen una interpretación moral de los mismos.    

Emile Durkheim afirma lo propio cuando dice que “no hay que decir que un acto ofende la conciencia común porque es criminal, sino que es criminal porque ofende la conciencia común.”, como podemos ver, en el caso supra indicado  el hecho de matar cometido por un comerciante y por un asaltante en el fondo es el mismo hecho, pero uno es condenado por la sociedad y el otro es calificado positivamente. Es decir, que la misma acción que convierte a un sujeto en criminal podría convertir en héroe a otro.

Leer segunda entrega 


Nota biográfica 

 Eulogio Silverio: es egresado de la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD). donde obtuvo el titulo de Licenciado en Filosofía. Realizo una Maestría en Metodología de la Investigación Científica (UASD), y un Máster en Filosofía en un Mundo Global ( Universidad del País Vasco). Además, es egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes donde también realizó una especialidad en Pintura (1996).  Es profesor de las siguientes asignaturas: Introducción a la Filosofía, Ética General, Metodología de la Investigación Científica, Publicaciones: «El problema de la elección moral» y decenas de artículos en revistas impresas y revistas digitales.
Comentarios De Facebook

Check Also

De filosofía del conocimiento de Andrés Avelino I

Lo que nos plantea el más grande de los filósofos dominicanos, es que: “la intuición …