Nuestra señora de las Mercedes en el pincel Dustin Muñoz

Por: Mario Alonso Aguado 

Entronización de un lienzo en la Catedral Primada de América

El 12 de enero de 2019 pasará a los anales de la historia de República Dominicana como el día en el que se entronizó un cuadro de Nuestra Señora de las Mercedes, en un retablo lateral de la catedral de la ciudad de Santo Domingo, la Primada de América. Hecho transcendental, no solo para la Orden de la Merced, también para la religiosidad popular del pueblo dominicano que permanece fiel a sus orígenes y devociones, para el mundo del arte y la cultura, y para la fe de la Iglesia que camina arraigada con su gente en el continente Latinoamericano.

La catedral, que también posee el rango de Basílica Menor, está dedicada a Santa María de la Encarnación, nominada también de la Anunciación. Se trata de un edificio señero, que recibe numerosas visitas de peregrinos o de turistas. El mandato para que pudiera ser construida lo dio el Papa Julio II en 1504. Ocho años más tarde se inician las obras, su primer obispo Fray García de Padilla, religioso franciscano de Valladolid, murió antes de llegar a tomar posesión de su sede. Su construcción es de estilo eminentemente gótico, con bóvedas nervadas y muros sólidos que en tiempos pasados albergaron los restos de Cristóbal Colón.

En la actualidad, la presencia de la familia mercedaria en la isla es bastante significativa: Mercedarios, en sus dos ramas de Calzados y Descalzos, Religiosas de la Orden de la Merced, HH. Mercedarias de la Caridad y diversas hermandades, fraternidades, grupos, instituciones y ONG de la Merced. Todos ellos presencializan la obra redentora de San Pedro Nolasco y el marcado carácter devocional mariano de la Orden. La devoción a la Virgen de la Merced o de las Mercedes prendió muy hondo desde el primer momento de la evangelización en aquellas tierras. En el conocido como Santo Cerro, se levanta el bello santuario mariano dedicado a la Virgen de las Mercedes, Patrona de aquel país caribeño; sus fachadas exteriores son de un blanco radiante. Se cuenta que el mismo Cristóbal Colón veneró allí a la Virgen mercedaria, de la que recibió auxilio en sus conquistas. Cada 24 de septiembre se repite la multitudinaria peregrinación que hace el pueblo dominicano en honor a su patrona. En la parte posterior del templo hay una terraza exterior, desde ella, unos escalones acceden hasta la enorme cruz del Santo Cerro, de catorce metros de altura, elevada sobre el valle del Cibao, allí se pueden observar espectaculares vistas panorámicas, circundadas de grandes montañas. Un verdadero gozo para el espíritu que ansía respirar en libertad.

El nuevo cuadro de la Virgen de las Mercedes ha venido a enriquecer y ennoblecer el vasto tesoro artístico que la catedral dominicana atesora: capillas, retablos, pinturas, mobiliario y ajuar litúrgico, lápidas y mausoleos, etc. Su autor es el artista Dustin Muñoz, conocido como pintor, escultor
y dibujante, nacido en República Dominicana en 1972, estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Dustin es licenciado en Filosofía por la Universidad Autónoma de Santo Domingo y doctor en la misma materia por la Universidad del País Vasco, su tesis versó sobre la obra pictórica de Francisco de Goya, con un título tan sugerente como original: La Estética de lo Feo en las Pinturas Negras de Goya. Ha realizado significativas exposiciones, tanto individuales como colectivas, y ha obtenido importantes premios, reconocimientos y distinciones en diversos certámenes, concursos y bienales. Muestras de sus obras penden en los muros de museos, nacionales y extranjeros, y en colecciones,
publicas y privadas. Sus característicos murales se pueden encontrar en amplios espacios públicos, tanto sacros como laicos. Por último, destacar que Dustin posee también amplia experiencia docente y es autor de diversos estudios y artículos sobre arte y filosofía.

La obra Nuestra Señora de las Mercedes, entronizada en la Catedral Primada, tiene unas dimensiones de 117 x 78 centímetros y está realizada en colores acrílicos sobre tela y collage. Una gran obra, una obra meritoria cuyo tema ya fue tratado por el autor en otras ocasiones: a esta pintura preceden otras tres más sobre la Virgen de las Mercedes. A ellas hay que sumar el conjunto de advocaciones marianas latinoamericanas que Dustin realizó en 2001. La vinculación y experiencia, de nuestro artista con el arte sacro, viene de lejos.

Dos años, de 2016 a 2018, han ido fraguando esta obra desde su encargo hasta su entrega. Un tiempo para la realización y también para la reflexión acerca de cómo se concretaría y materializaría la imagen, el resultado: la conjugación de la tradición con la innovación, pintura que aúna elementos de la iconografía clásica con rasgos más actuales y cercanos a las personas de nuestros días. La idea de entronizar una imagen de la Virgen de las Mercedes en la Catedral Primada se viene madurando desde hace años. Se pensó que la celebración del V Centenario del Descubrimiento y la Evangelización del continente americano, en 1992, hubiera sido buen
momento. Algunos albergaban la idea de hacer llegar una nueva imagen desde Sevilla, España, sería una talla de las denominadas de vestir, de estilo neobarroco. Al final no pudo ser. Ha sido ahora, gracias a la solicitud y gestiones de Fray Tomás García Martín Moreno, O. de M. cuando se ha llevado a feliz término.

En la imagen llama poderosamente la atención la gama cromática de los colores predominantes: tonos terrizos,embarrados, como si fuera arcilla modelada en manos del Alfarero, o como esa tierra fresca recién arada por el rudo Labrador. Forma un todo armónico con los colores del retablo de madera en el que se halla enmarcado el lienzo. María es representada como Mujer Nueva, encarnada en su tierra, surgida de su pueblo; es Merced de Dios, su hábito de color blanco amarfilado se va tornando en tonos cada vez más oscuros e intensos, en ocres de la tierra con la que se funde e identifica. Entre los tonos sepias y anaranjados, propios de las tierras dominicanas, destacan los colores de la enseña nacional: el rojo bermellón, el azul ultramarino y el blanco. Y como curiosidad, deja entrever parte del escudo patrio que lleva al centro una Biblia abierta, es la única bandera del mundo entero que la porta. La bandera viene a sustituir a la capa del hábito mercedario. María se arropa con ella y la lleva con su mano derecha hasta apretarla sobre su corazón. Ella es Madre amorosa que acoge bajo su patrocinio al pueblo dominicano, Ella es también la Redentora de Cautivos como indican los grilletes que penden de su misma mano. En su otra mano, la izquierda, porta un cetro que, junto a la corona de su cabeza, nos muestra
su realeza. En esa misma mano sostiene un pequeño escapulario mercedario, nos indica el camino de espiritualidad redentora que ella inspiró a San Pedro Nolasco y a sus hijos mercedarios.
La media luna a sus pies es símbolo apocalíptico que aúna el cielo con la Tierra, fusión de toda la Creación.

El pintor, intencionadamente, ha logrado que el rostro de la Virgen se convierta en el centro de interés de todo el conjunto. De hecho, las manos pasan a un segundo plano. María es presentada como joven doncella, con bello rostro de tez morena, como las sencillas muchachas de aquellas tierras.
Ojos oscuros y almendrados, y labios rojizos y pronunciados, realzan la figura de esta pintura que armoniza a la perfección tradición y vanguardia.
Dustin ha logrado una obra de arte maestra, que pasará a la historia como un gran legado de las conmemoraciones del octavo centenario de la fundación de la Orden de la Merced.
Este cuadro, junto a otro de San Pedro Nolasco, en el retablo mayor de la misma catedral, son signo de Merced y de libertad en aquellas cálidas tierras caribeñas que formaron en el pasado la isla La Española, y que hoy luchan por su porvenir y bienestar.

Fuente: www.mercedarios.net

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