
Esopo. (S.VI a.C.)
«Vadeaba un perro un río llevando en su hocico un pedazo de carne. Vio su propio reflejo en el agua del río y creyó que aquel reflejo era en realidad otro perro que llevaba un trozo de carne mayor que el suyo. Y deseando adueñarse del pedazo ajeno, soltó el suyo para arrebatar el trozo a su compadre.
Pero el resultado fue que se quedó sin el propio y sin el ajeno: éste porque no existía, solo era un reflejo, y el otro, el verdadero, porque se lo llevó la corriente».
Esta fábula de Esopo nos habla de la importancia de aprender a resolver con los recursos que tenemos y a nunca arriesgarlo todo persiguiendo falsos espejismos.
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