
-Si a un triángulo cualquiera se le traza una paralela a cualesquiera de sus lados, se obtendrían dos triángulos iguales.- el que hablaba era Thales, el sabio de Mileto, en medio de un nutrido grupo de personas.
-Maestros. Su observación de la naturaleza y de las personas le han convertido en un sabio.- dijo un rico comerciante de Corinto, que traficaba con tela.
-No- dijo el sabio- yo no soy sabio; sabio es el tiempo.
-¿Cómo así maestro?, todos vienen a usted y usted les instruye, entonces usted es un sabio.
-Te digo que sabio es el tiempo que todo lo esclarece, también te digo que hay cosas fáciles y otras difíciles de aprender; como también hay uvas dulces y uvas agrias.- al decir estas palabras seguía con la mirada el vuelo de las aves que se internaban en el Mediterráneo.
-¿Qué cosa es difícil maestro que aun con el tiempo se nos hace imposible conocer?
-Eutico- dijo el maestro- existe una cosa que es la más difícil y la más fácil de todas.
-Espero conocerla-dijo Eutico.
-Conocerse a uno mismo es el mayor enigma que se le puede presentar al hombre, pero es la cosa más fácil para los dioses.
-Entonces que hay que sea fácil para los hombres, si le es difícil conocerse él mismo.-Estas eran palabras de Abrahán ben Urías, un comerciante judío de la ciudad.
-Lo más fácil para el hombre es aconsejar a su semejante; todos nos sentimos guías, pilotos y oráculos para los demás. Es tal el valor que damos a nuestros juicios, que si el mismo Apolo de Pitia nos ofreciera aumentar nuestra razón y el conocimiento, lo rechazaríamos. Solo en la alta estima que tenemos de nuestro saber los hombres estamos satisfecho, al extremo de no necesitar más.
-Maestro- intervino Heracles de Quíos, quien no desperdiciaba oportunidades para interrogar, con el deseo de aprender-¿Qué es lo más grande que existe?, ¿Qué es lo más fuerte?,¿De qué nos debemos cuidar?
-Sabias son tus palabras y merecen tener juicios las respuestas, porque veo que buscas conocer la verdad, como el heliotropo busca el sol. Lo más fuerte que existe es la necesidad, porque todo lo vence; lo más grande es el universo, ya que él todo lo contiene; y sobre todas las cosas debemos cuidarnos de las muchas palabras, porque en las muchas palabras no hay prudencia.
Dicho esto, pasó a explicar cómo medir un árbol por la sombra que proyecta sobre el suelo.