Los valores cívicos como los cimientos de la sociedad dominicana

Histŏrĭa ||
Anthony Almonte
Anthony Almonte

La escuela desempeña un papel esencial en el cultivo del carácter, enseñando la autodisciplina y la empatía, lo cual, a su vez, hace posible el auténtico compromiso con los valores cívicos y morales. Pero para ello no basta con adoctrinar a los niños sobre los valores, sino que es absolutamente necesario practicarlos. El trabajo de la escuela es y será loable, porque es bueno, útil y hasta necesario, ya que es bueno que el intelecto conozca la verdad, pero la teoría no sirve de nada, si no es capaz de elevar el espíritu, transformar el alma y ennoblecer la conciencia.

Por valores cívicos debemos entender: el fundamento ético del sistema democrático que está sustentado en los Derechos Humanos. Tiene como fundamentación filosófica la ética y la política. Los valores cívicos son apreciaciones, opiniones, juicios, que adquirimos en la sociedad que orientan nuestro comportamiento social, enalteciendo nuestro espíritu cívico.

En la actualidad, se puede apreciar en la sociedad dominicana la carencia de los valores cívicos, por lo cual en la educación dominicana se incluye de manera obligatoria la enseñanza de la moral y cívica por medio de la  Ordenanza No. 3’99, que modifica los Artículos No. 19,23 y 24 de la Ordenanza No. 1’95, que establece el currículum para la Educación Inicial, Básica, Media, Especial y de Adultos del Sistema Educativo Dominicano. La Ordenanza ante citada nos dice:

“Considerando: Que la sociedad dominicana requiere fortalecer su sistema de valores éticos, morales y ciudadanos, a fin de contrarrestar conductas negativas que en diferentes modalidades y desde diferentes ámbitos afecta a las familias dominicanas.”

Siendo así, es menester desarrollar un plan pedagógico, que se aboque a un mayor compromiso de la educación mediante las escuelas y, en general, en cuanto a la enseñanza de los valores cívicos como una práctica ineludible. Siendo estos los valores que cimientan una sociedad democrática, donde los valores se aprenden o no se aprenden a través de un proceso de socialización en el que intervienen varios agentes.

Hoy la escuela ha perdido el papel privilegiado que ocupaba anteriormente en el proceso de socialización y se encuentra en crisis. Para superar esta crisis hay quienes argumentan que la escuela debería jugar un papel más activo en la construcción de valores cívicos. Y para que esto sea posible la educación para la ciudadanía no debería reducirse a un conjunto de valores éticos cristianos, sino que cabe entenderla mejor como el “currículum básico” indispensable que todos los ciudadanos han de poseer al término de la escolaridad obligatoria, capital cultural mínimo y de competencias  necesarias para moverse e integrarse en la vida colectiva. Para esto, es necesario que comprendan también, sin dudas, los comportamientos y actitudes propios de una ciudadanía activa.

Pasar de una visión tradicional de la educación cívica a una amplia, consiste en entender que ella requiere promover el desarrollo de competencias, conocimientos, habilidades y actitudes para participar cívica y políticamente. Hacerlo implica incidir sobre varios ámbitos de lo educativo, para lo cual se requiere educar a todos con altos niveles de calidad, incluir contenidos explícitos de los programas en asignaturas específicas de educación cívica, de historia y de gobierno; así como las estrategias  y, finalmente, atender el clima escolar y pedagógico en la organización escolar.

 

 

 

 

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