La fiesta de los rostros

Franklin Omar Vargas
Franklin Vargas

En esta ocasión, examinaremos la hipocresía desde una perspectiva posible por el autor, valiéndose de distintas ramas del saber para ampliar el tema. Para la aproximación al desarrollo de la misma, planteamos 4 enfoques:  la hipocresía como contradicción moral, la hipocresía como supervivencia social, la hipocresía  y su manifestación a través  de la doble moral y la hipocresía como autoengaño.

Hipocresía y moralidad

La hipocresía es categóricamente importante  para los intelectuales de la ética y la moralidad. Uno de ellos y quizás el más pronunciado de todos es Immanuel Kant, en una de sus obras más importantes la «Fundamentación para una metafísica de las costumbres», propone el  imperativo categórico, sugiriendo que existe una moral universal y establece que las acciones deben ser universalizables, esto quiere decir, uno debe actuar de tal manera que su acción se convierta en una ley universal. Desde Kant, la hipocresía es una aversión a la moral, debido a que su aplicabilidad busca obrar de tal manera que se contrapone a lo que uno principalmente sugiere. Para Kant, el individuo hipócrita no puede universalizar su conducta sin hacer  fiesta con su rostros, lo cual condena la coherencia ética.

La hipocresía en la sociedad

En la sociedad, la hipocresía no puede ser vista como algo antinatural, a menudo surge como una forma de proteger beneficios propios o mantener una imagen aceptable de frente a ella. Una figura que experimentó el rechazo por no acudir a la hipocresía lo fue Friedrich Nietzsche, en una de sus obras, «Más allá del bien y del mal», truena en contra de la moral estructural-tradicional y propone que la hipocresía es una respuesta  ineludible de los valores diseñados  por la sociedad. Acusa a los individuos  de obrar de manera hipócrita al moderar sus instintos más naturales para poder estar inmerso  en las estructuras sociales impuestas por una moralidad opresiva.

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La hipocresía es tan normal como la sociedad, no hay forma posible de construir una sociedad de paz sin el veneno de la hipocresía. Parece impresionante cómo la sociedad condena la hipocresía  tildando de dañina y a la vez figura como un mal que hace posible vivir en comunidad.

Doble moral e hipocresía

La hipocresía con frecuencia se expresa a través de la doble moral, un divorcio entre las normas morales que una persona profesa y sus acciones, contradiciendo la primera llevando a la praxis los postulados de la otra. Para esto demos un vistazo a las instituciones políticas, en   «El contrato social», Jean-Jacques Rousseau reflexiona sobre cómo las instituciones sociales y políticas pueden promover la doble moral y la hipocresía al crear una separación entre el bien común y los intereses personales. Esta contradicción entre lo que se dice y lo que se hace conduce a un debilitamiento del tejido moral de la sociedad.

Un ejemplo de doble moral lo podemos encontrar en los imperios, siempre procurando la paz mundial y a su vez ponen en peligro la paz proporcionando la ventanas de armas de destrucción, drogas y financiamiento de guerras, perciben el mundo como diría Zbigniew Brzezinski “Ël gran tablero Mundial”.

Otro vivo ejemplo de doble moral como canal inequívoco para llegar a la hipocresía la podemos ver en tiempos de campañas electorales, el candidato se vale de un personaje desposeido buscando poseer un puesto político y para ellos renuncia a su condición de ser particular para convertirse en una especie de mesías que obra con honestidad, la conclusión es que una vez ese individuo gana y experimenta el poder, incursiona en la fiesta del rostro pasando de ser el sujeto más colaborador a ser uno que nadie alcanza a verlo.

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La Hipocresía como autoengaño

Sigmund Freud sostuvo la idea de que la hipocresía podría ser una forma de manifestar el autoengaño. En su trabajo «El yo y el ello», propone que las personas pueden reprimir ciertos deseos y pensamientos no deseados siempre y cuando se logre mantener una imagen moralmente aceptable de sí misma. Esto puede conducir a la hipocresía, ya que las acciones y actitudes no reflejan completamente  los verdaderos deseos y motivaciones internas.

En conclusión, podríamos decir: El ser humano se prostituye a sí mismo para obtener lo que necesita, como ya sabemos, el individuo es un ente que posee la peculiar capacidad para crear rostros diversos dependiendo el ambiente en que se desarrolle o la persona que tenga enfrente. La hipocresía, como tal, responde a la necesidad de reflejar discursos que no pertenecen a la cualidad de la persona, pero que necesita validar el discurso y el parecer del otro. Debemos afirmar que somos individuos con diversos rostros y que hacemos uso de algún rostro en específico para obtener lo que necesitamos, muchas veces sin importar lo que venga después.

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