THALES Y LA VIEJA FRIGIA

Humberto R. Méndez B.
Humberto R. Méndez B.

De los filósofos griegos, Thales fue el primero que afinco sus pies en el aire y elevo su cabeza hasta las estrellas; fue también el primero que explicó el origen  de los eclipses, prediciendo el que ocurrió el 28 de mayo del año 585 A.C., como también describió el viaje del sol a lo largo del Trópico, también describió la posición de la Osa Mayor. Pero con esos estudios no se prende el fuego de la cocina, con ellos no se compran las habas en el mercado.

-Mi señor- le dijo una noche la vieja frigia que manejaba la casa del filósofo, pues nuestro héroe era célibe- hoy el cielo está limpio como el plato en que vos vais a cenar, y se puede ver la Osa con su osezno en el cielo.- diciendo esto tomó de la diestra al sabio al tiempo que lo conducía por el patio de la casa, hasta el lugar donde había un hoyo, a donde fue a dar el astrónomo con sus huesos.

-Vieja tártara, que sean peores las sucias aguas de la Estigia para ti; que Caronte te conduzca raudo y veloz, al tiempo que el suplicio de Tántalo sea para él un refrigerio comparado con lo que te deseo.

-Ja, ja, ja- reía la anciana- ¿Cómo pretende Thales saber acerca del cielo, cuando no ves las cosas que están a tus pies?

-No me interesa conocerlas porque en la tierra no hay diferencia entre la vida y la muerte.

-Entonces si no hay diferencia, ¿Por qué no te mueres?- esto dijo la taimada, terca como una mula, maliciosa como una corintia y ladina como una hija de Lesbo.

-No me muero porque te dije que no hay diferencia  entre la vida y la muerte, de existir una diferencia me dejo morir para no soportarte a ti.

-Pues entonces es hora de que pienses de que con aire no engorda ni se llenan las tripas; recuerdas también el  agua, ella que es todo para ti y el principio de las cosas, con ella sola no se hace sopa en el puchero. Mejor es que busques la manera de llenar la cocina, ya que está más vacía que tu cabeza, porque de palabras no viven los hombres.

No desdeñó el sabio la reprimenda de la domestica, y aunque su vida transcurría en un sagrado ocio constructivo, viendo con desprecio el contubernio mercurial, y sintiendo horror y espanto ante toda actividad crematística, esa misma noche vio en las estrellas que sería propicio el año venidero para la cosecha de aceituna, porque el clima presagiaba que sería abundante la recolección. En el invierno reunió unas pocas dracmas y procedió a alquilar todas las prensas de aceite de Mileto y Quiós, a precio de bagatela. Cuando llegó la cosecha de aceituna, él era el único que disponía de lagares, los cuales subarrendó a precio ventajoso.

Para el hombre sabio, la riqueza materia no le es causa de desvelo; pero por su inteligencia, cuando él quiere, puede enriquecerse. El sabio sabe que el que solo tiene dinero tiene poca cosa, ya que con dinero solo se compra lo que tiene poco valor, ¿acaso no tienen las monedas las forma de un escupitajo? Y como dice Papini, el día que el diablo cagó, cagó dinero.

 

Comentarios De Facebook

Check Also

De filosofía del conocimiento de Andrés Avelino I

Lo que nos plantea el más grande de los filósofos dominicanos, es que: “la intuición …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *