¿Tecnología o ciencia?

METACIENCIA
Edwin Santana, M.A.
Edwin Santana, M.A.

En una entrega anterior insinuamos que existe una tecnología basada en ciencia, pero no profundizamos más en estas relaciones porque el objetivo del artículo era caracterizar la ciencia y develar algunas relaciones de esta con la filosofía.

Con la tecnología podemos hacer lo propio: mostrar su relación con la filosofía e intentar definirla, y además separarla, si es posible, de lo que hemos dicho ya que es la ciencia para evitar confundir una cosa con la otra.

La tecnología es prácticamente la base sobre la cual se cimentan las sociedades actuales. Pero cuando hablamos de tecnología comúnmente la asociamos únicamente con la informática y sus derivados, tal vez porque ignoramos que el concepto es mucho más complejo, o tal vez porque, como es la tecnología más popular, entendemos que merece la antonomasia (es decir, que se use el nombre que se supone que debe clasificar a todo un grupo para nombrar al elemento más conocido o que mejor lo representa).

Un ejercicio abusivo de la antonomasia ha provocado que el concepto de tecnología se vuelva polisémico (que tenga referentes distintos dependiendo del contexto en que se utilice), pues cuando se usa el término puede estarse haciendo referencia tanto a artefactos tecnológicos como al cuerpo de conocimientos que permite su producción.

Lo que aquí intentaremos será caracterizar al segundo, ya que el primero puede quedar siendo sólo eso: artefacto tecnológico o producto de la tecnología, y con ello eliminamos la vaguedad al usar el concepto en contextos en que necesitemos ser específicos.

Similar a lo que hicimos en Eso que llamamos ciencia, podemos caracterizar a la tecnología en tanto conocimiento como un conjunto formado por la comunidad profesional que se dedica a la investigación con fines tecnológicos, así como las concepciones filosóficas compartidas por estos y la colección de teorías de las que parten; el conjunto incluye también las problemáticas específicas que tratan esos profesionales y los procedimientos o la metódica con que ejercen su actividad; así como los valores éticos compartidos y la sociedad que los alberga.

Lo que caracteriza al conocimiento tecnológico es la búsqueda de aplicaciones de esos conocimientos en la solución de algún problema o alguna necesidad humana. El producto de la investigación tecnológica es siempre un artefacto, esto es, un producto que, aunque parte de elementos naturales, no se encuentra directamente en la naturaleza, sino que se trata de una creación humana.

La técnica es también un tipo de conocimiento que busca lograr un fin específico, pero se diferencia de la tecnología tal y como la presentamos acá, en el hecho de que la tecnología tiene una necesaria base científica. No pasa lo mismo con la técnica. De ahí que la ciencia aplicada que definiéramos en la entrega anterior, también suela ser considerada “tecnología”, por el hecho de constituir la base de este tipo de conocimiento cuyo fin esencial es la búsqueda de una aplicación de este en la resolución de algún problema o necesidad del ser humano que transciende la pura curiosidad; no obstante, la ciencia aplicada se limita a la búsqueda del conocimiento con objetivos prácticos pero no se encarga del diseño de artefactos.

Por su parte, la tecnología sí se encarga del diseño de artefactos, del diseño de procesos, así como de la normalización y diseño de la acción de los seres humanos.

Así nos encontramos con tecnologías que parten de -y actúan en- cada uno de los niveles ontológicos mencionados en la entrega anterior, atendiendo a su finalidad de aplicación: existen tecnologías físicas (como la ingeniería eléctrica), tecnologías químicas (como la química industrial), tecnologías biológicas o biotecnologías (como la agronomía), tecnologías sociales (como las ciencias de la administración); tecnologías híbridas como las biosociales (la epidemiología normativa es un ejemplo de ello) e incluso tecnologías epistémicas, de la cual la Inteligencia Artificial es un ejemplo.

La relación entre tecnología y filosofía es similar a la esbozada en torno a la ciencia: los tecnólogos parten de supuestos filosóficos estén estos conscientes o no de ello. Como vimos, comparten una visión del mundo y unos valores que no se hallan estrictamente dentro de su dominio de investigación, ya que los valores son estudiados por la filosofía, especialmente por la axiología (teoría de los valores) y la ética (la teoría de la moral).

Además, cuando se hace reflexión sobre la tecnología como concepto (como hemos hecho ahora), se está realizando una actividad puramente filosófica, pues se están tratando características generales que, aunque atañen a un área y tipo específico de conocimiento, no pueden ser tratadas por ninguna ciencia. Así, la filosofía de la tecnología se encarga de desentrañar el estatuto ontológico de la tecnología (cuáles son sus propiedades o modos de existencia), las relaciones epistemológicas (como y de qué tipos son los conocimientos relacionados con la tecnología) y los factores éticos que se desprenden de la actividad tecnológica, el diseño y la fabricación de artefactos, y cómo estos afectan la vida ser humano y su relación de convivencia con el medio ambiente -y próximamente nuestras relaciones con los denominados cyborgs (personas con partes de máquinas, como ojos biónicos o exoesqueletos) y los androides (máquinas que físicamente se parecen a los humanos y cuyo software podría emular el pensamiento)-.

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