Según investigaciones llevadas a cabo en la Universidad de Yale, se ha descubierto que los seres humanos comienzan a razonar de manera rudimentaria a partir de los 6 meses de edad, y a medida que crecen, desarrollan habilidades de razonamiento más complejas a partir de los 3 años en adelante. Tanto las niñas como los niños, a medida que avanzan en edad, adquieren la capacidad de razonar de manera más sofisticada y elaborada. Este desarrollo cognitivo se ve influenciado por su entorno, los ejemplos que presencian, su educación y sus experiencias.
Independientemente de su edad, como adultos tenemos la responsabilidad de brindarles respeto y reconocimiento a los niños, niñas y jóvenes como sujetos capaces de pensar y practicar la filosofía. Esto implica proporcionarles las herramientas necesarias para su desarrollo y fomentar su participación activa en el ejercicio del pensamiento. En lugar de imponerles contenidos y metodologías adultas que limiten sus potencialidades, debemos facilitarles la construcción de su propio conocimiento y conducta, de manera cooperativa.
Los niños y niñas piensan incluso antes de ser reconocidos como pensadores. El problema radica en que a menudo asumimos que no lo hacen simplemente porque no se expresan verbalmente. Sin embargo, si prestamos la suficiente atención a su comportamiento y características, podríamos cambiar nuestra perspectiva y comprender que, de hecho, están pensando y procesando información de manera constante.
Un experimento realizado por la Universidad de Yale reveló que un grupo de bebés de 6 meses fue capaz de presenciar una obra de títeres y distinguir entre el comportamiento de un personaje bueno, uno malo y uno neutral. Sorprendentemente, cuando se les dio la opción de elegir entre los personajes, en todos los casos optaron por el personaje de comportamiento bueno o neutral, excluyendo al de mal comportamiento. A partir de esto, podemos decir que existe algún tipo de capacidad de inferencia rudimentaria desde una edad tan temprana como los 6 meses, aunque los bebés aún no puedan expresar esto verbalmente. Estas ideas nos llevan a cuestionar la noción propuesta por Piaget de que a estas edades los niños solo experimentan un aprendizaje a través de la acción sensoriomotora.
Desde una edad temprana, podemos observar que tanto las niñas como los niños poseen características filosóficas innatas. Sin embargo, a medida que crecen, el modelo adulto y la influencia de la cultura y la sociedad dominante reemplazan estas características, imponiendo patrones de conducta adultos que hacen que pierdan estas inclinaciones filosóficas naturales. Este proceso comienza en cierta medida durante la adolescencia y luego, en muchos casos, se intensifica o se completa por completo en la etapa adulta.
En lugar de imponerles la cultura dominante, es necesario proporcionarles a los niños, niñas y jóvenes las herramientas y la libertad para construir una cultura y sociedad mejor a través de la filosofía. La filosofía desempeña un papel crucial en el razonamiento y el comportamiento, así como en la capacidad de concebir diferentes formas de transformar, anticipar metas y objetivos.
Además, la filosofía nos brinda la posibilidad de explorar y considerar medios alternativos, así como de experimentar con diferentes posibilidades y perspectivas. Al fomentar la práctica filosófica, les ofrecemos a las nuevas generaciones la oportunidad de generar nuevas formas de pensar, cuestionar y contribuir al desarrollo de un futuro más prometedor. Y ellos nos podrían dar cambio, renovación y frescura a la filosofía, pues ellos tienen una capacidad filosófica con potencialidad que puede ser también muy buena para el futuro de la filosofía.
En lugar de imponerles la cultura dominante, es necesario proporcionarles a los niños, niñas y jóvenes las herramientas y la libertad para construir una cultura y sociedad mejor a través de la filosofía. La filosofía desempeña un papel crucial en el razonamiento y el comportamiento, así como en la capacidad de concebir diferentes formas de transformar, anticipar metas y objetivos. Además, la filosofía nos brinda la posibilidad de explorar y considerar medios alternativos, así como de experimentar con diferentes posibilidades y perspectivas. Al fomentar la práctica filosófica, les ofrecemos a las nuevas generaciones la oportunidad de generar nuevas formas de pensar, cuestionar y contribuir al desarrollo de un futuro mejor.21