La filosofía para niños nos brinda la oportunidad de partir del interés que ellos demuestran, que a su vez tiene un carácter filosófico. Simplemente debemos reconocer y valorar esta dimensión, motivándolos a aprovechar sus características filosóficas naturales.
Es crucial comprender que los niños poseen una curiosidad innata y una capacidad de hacer preguntas fundamentales sobre el mundo que los rodea. La filosofía para niños se basa en esta disposición intrínseca, fomentando su pensamiento crítico, su imaginación y su capacidad para reflexionar sobre temas trascendentales.
En lugar de imponerles un currículo rígido o enseñarles de manera abstracta conceptos filosóficos complejos, la filosofía para niños se centra en sus propias inquietudes e intereses. Se les invita a explorar preguntas filosóficas a través de actividades interactivas, lecturas estimulantes y diálogos enriquecedores.
Al reconocer y valorar la dimensión filosófica en los niños, se les empodera para desarrollar su pensamiento crítico, su capacidad de razonamiento y su habilidad para abordar cuestiones éticas y morales desde una perspectiva reflexiva. Esto les permite crecer intelectualmente y les proporciona herramientas valiosas para enfrentar los desafíos de la vida con una mentalidad analítica y creativa.
Por consiguiente, la filosofía para niños nos brinda la oportunidad de partir del interés filosófico que ellos demuestran, reconociendo y valorando sus características filosóficas naturales. Al motivarlos a aprovechar estas cualidades, les proporcionamos un entorno en el cual pueden desarrollar su pensamiento crítico y reflexivo, promoviendo así un crecimiento intelectual significativo.
A grandes rasgos, debemos considerar la infancia como uno de los universales humanos, ya que todos hemos experimentado esta etapa de nuestras vidas, aunque en diferentes grados y de diferentes maneras. La infancia es una realidad objetiva que nos ocurre a todos y que todos experimentamos.
En este sentido, la filosofía es para todos. En un principio, nos es inherente de manera natural, pero a medida que crecemos, perdemos esa conexión debido a los patrones adultos céntricos que se nos imponen socialmente desde la niñez, la adolescencia hasta llegar a la adultez.
Es importante reconocer que la filosofía no es exclusiva de los adultos, sino que es una capacidad innata que todos poseemos desde nuestra infancia. Sin embargo, a medida que crecemos, tendemos a dejar de lado esa disposición filosófica debido a las normas y expectativas sociales que nos instan a seguir un camino más convencional y pragmático.
Por esto, es fundamental rescatar y valorar la filosofía como una herramienta que nos permite mantener viva esa capacidad de reflexión, cuestionamiento y búsqueda de significado que poseíamos en nuestra infancia. Al hacerlo, nos abrimos a nuevas perspectivas, a un pensamiento más crítico y a una mayor comprensión del mundo que nos rodea.
En conclusión, la infancia es una etapa común a todos los seres humanos, y la filosofía es una capacidad natural que poseemos desde ese momento. Sin embargo, a medida que crecemos, tendemos a perder esa conexión debido a las influencias sociales y culturales. Finalmente, rescatar la filosofía y reconocer su importancia nos permite mantener viva esa disposición filosófica y enriquecer nuestras vidas con un pensamiento más profundo y reflexivo.